La escuela, la institución de los puentes
Mientras la sociedad se hunde en la grieta, absorta por el presente absoluto de la crisis económica, la escuela es la institución de los puentes. Allí necesitamos abrir ideas, debates y pensamientos diversos. No dejar que nadie quede atrapado en dogmas, verdades únicas y pensamientos simplificados en un mundo tan complejo. La escuela es la fuerza del razonamiento, los diálogos y las capacidades cognitivas para construir un país más justo.
Hay que recurrir a modos pedagógicos puente. Clubes de debate que institucionalizan la argumentación, la escucha y la mirada sin temores sobre la actualidad. Tutorías entre los alumnos para enseñar y aprender, para salir del esquema de poder único de una serie de dueños del saber y otra serie de desposeídos. Crear proyectos en los que se movilizan redes de aprendizaje y no solo imposición de arriba hacia abajo.
Mientras en las pantallas los algoritmos nos absorben el tiempo, automatizando nuestros deseos en nuevas fantasías digitales cada vez más a la carta, la escuela construye la distancia crítica y la paciencia, enfrentando estos creadores digitales de deseos fugaces.
Para fortalecer esos puentes necesita reconstruir el sentido del aprendizaje, revisar sus pedagogías y estabilizar prácticas más potentes. Para esto será vital que sus profesores puedan abrir nuevas puertas al mundo del conocimiento. No basta con las aulas tradicionales. Pero al menos las escuelas siguen siendo una fuente contracultural que promueve relaciones de conocimiento y alteración del mundo en que vivimos, enfrentando el camino absorbente de las pantallas que llenan los bolsillos de los nuevos emporios culturales.
Mientras la estructura social se desgarra en la fragmentación, la escuela busca la inclusión, la construcción de la equidad, de la justicia social. Donde la sociedad excluye, maltrata, discrimina y consolida en posiciones de dominación y sumisión, la escuela busca caminos para la integración, la solidaridad y el compromiso con la historia del otro.
Este trabajo es cuesta arriba. La escuela no puede abstraerse de la sociedad. El sistema educativo está segregado y estratificado socialmente. La construcción de puentes requerirá acertadas, sólidas, bien financiadas y continuas políticas educativas para fortalecer a las escuelas. Mientras tanto, dentro del sistema hay una cultura de búsqueda de la inclusión que construye puentes invisibles entre los más pobres y la cultura, que abre alternativas de justicia donde nadie más parece hacerlo. Hay que valorar los esfuerzos de miles de docentes que cada día estiran sus tizas para llegar a las manos y las mentes de los sujetos negados de derechos.
No dejemos solas a las escuelas. Necesitan el apoyo de la sociedad, la protección del financiamiento público y las políticas que construyan mejoras sostenibles en el tiempo. El gran desafío: ¿cómo hacer de la educación una fuerza más poderosa en medio de un mundo despiadado?
Director de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés