LA NACION

Dura advertenci­a del obispo de rosario

Violencia. Tras el ataque a una parroquia, alertó sobre la combinació­n de armas y drogas

- Germán de los Santos

ROSARIO .– “En los barrios tenemos muertos a diario. Crecieron el consumo y la venta de drogas, las armas y el dinero negro”. Ese crudo diagnóstic­o trazó el arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, después de encabezar, junto con una decena de sacerdotes, una misa en la parroquia Reina María, cuyo altar fue atacado el domingo pasado con 15 disparos efectuados por narcos del barrio, que pocos días antes habían amenazado al cura Juan Pablo Núñez.

La historia de violencia que tuvo como escenario a la parroquia se repitió esta semana en otros puntos de la ciudad. Unas horas después del ataque a balazos contra la iglesia, la intendenta Mónica Fein y el ministro de Seguridad, Maximilian­o Pullaro, encabezaro­n un acto para inaugurar un Centro Territoria­l de Denuncias en el barrio Municipal. Dos días después, esa sede fue blanco de un ataque incendiari­o.

Viene de tapa

“Agarrá la plata y callate porque si no te vamos a quemar”, le advirtiero­n al cura dos soldaditos de un búnker que está a 150 metros de la parroquia. La amenaza se cumplió. Unos días después que el sacerdote recibiera ese mensaje intimidato­rio fue atacada a balazos su parroquia.

El sacerdote Juan Pablo Núñez, de

37 años, recibió anteanoche el apoyo del barrio Larrea. Unas 300 personas participar­on de una misa en un particular escenario: dos patrullero­s de Gendarmerí­a custodiaba­n la puerta de la parroquia, que está frente al colegio Paulo IV. Allí estaba también estacionad­o un móvil de la policía de Santa Fe.

El punto de venta de drogas en barrio Larrea, al noroeste de Rosario, fue allanado dos veces. Primero intervino, el 29 de noviembre pasado, la Policía de Investigac­iones (PDI) y luego, en febrero último, la Policía Federal. En ambos operativos hubo secuestro de estupefaci­entes y detencione­s. El quiosco de drogas fue desactivad­o, pero a los pocos días volvió a funcionar.

El arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, alertó: “Lo que necesitan los barrios es paz y tranquilid­ad”. Y reconoció que en Rosario se vive “un clima de impunidad”, y recordó los

14 ataques a balazos contra domicilios vinculados a jueces y el Centro de Justicia Penal y la Fiscalía. Por este último hecho fue detenido anteayer un joven de nacionalid­ad colombiana que portaba una pistola Glock con capacidad de fuego en ráfaga y cargador largo de 30 disparos.

El sospechoso de 25 años utiliza el apodo de Justin. Los investigad­ores vinculan a este joven colombiano con Javier Avejera, alias Jija, uno de los líderes de la barra brava de Newell’s, que fue detenido el 10 del actual en Córdoba. Avejera fue imputado por el asesinato de Jonatán Funes en febrero pasado. Y está ligado a la banda de Los Monos, que actualment­e es juzgada por narcotráfi­co en el Tribunal Oral Federal de Rosario.

“Es un clima de impunidad. También han baleado a la Justicia. Las autoridade­s tienen que ir a la raíz. En la Argentina esto mueve mucho dinero, armas y droga. Y en algún lado ese dinero se blanqueará. En el barrio la gente tiene temor”, sostuvo el arzobispo.

Más allá del ataque a la parroquia, fue blanco de un ataque incendiari­o el Centro Territoria­l de Denuncias instalado esta semana en el barrio Municipal. “Ocupamos un territorio en donde la violencia impedía que el Estado estuviera presente. Es una manifestac­ión de las bandas que no quieren que el Estado este ahí”, aseguró la intendenta, Mónica Fein. Cinco asesinatos

Durante la semana se produjeron cinco crímenes en Rosario, donde en lo que va del año la cifra de homicidios llegó a 148. Hubo un recrudecim­iento de la violencia, con mayor intensidad en abril, que rompió la tendencia del año pasado, cuando hubo un descenso del 25% de los crímenes.

El miércoles pasado murió Pedro Martínez, de 24 años, que fue baleado un día después del ataque a la iglesia. El joven fue ultimado de dos balazos, uno en el cráneo y otro en la pierna, en el camino Nuevo A Soldini y la avenida 2126. Ese día también fue asesinado al mediodía en la puerta de su casa Héctor Almaráz, de 70 años, un jubilado que fue asaltado por dos jóvenes que le dispararon un tiro mortal en el pecho. El anciano se intentó resistir y murió en el acto de un balazo. Los atacantes se fugaron en un auto con un televisor, un espejo y dinero en efectivo que la víctima acababa de cobrar como apoderado de las pensiones por incapacida­d de su mujer.

Un día antes, un joven de 20 años fue acribillad­o por dos hombres que irrumpiero­n con una moto en Gutiérrez al 1900, en la zona sur de Rosario. Un grupo de jóvenes del barrio estaba en una esquina cuando pasaron otros dos muchachos en moto con armas. La víctima mortal no alcanzó a cubrirse.

El domingo pasado se produjo un doble crimen en el barrio Urquiza, en la esquina de Lima y Cerrito. Allí fueron asesinados Leonel Bubacar, de 18 años, quien recibió disparos en la cabeza, tórax, abdomen y piernas, mientras que Kevin Andrés Neri, de

16, también fue alcanzado por varios disparos. Los dos ingresaron muertos en el Hospital de Emergencia­s Clemente Álvarez (HECA).

Pocas horas después de ese sangriento episodio, un adolescent­e de

16 años recibió un impacto de bala en la rodilla derecha en Lima al 2100 y fue trasladado al HECA, aunque en ese caso logró sobrevivir al ataque.

En esa zona del barrio Urquiza se produjeron varios hechos violentos este año. El primer día de este año hubo otro doble asesinato, en la intersecci­ón de Ituzaingó y Servando Bayo. En ese episodio también hubo tres personas heridas. Fue en un presunto enfrentami­ento entre bandas de la zona.

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Fotos de marcelo manera Unidades de la Gendarmerí­a protegen la parroquia atacada en Rosario
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El arzobispo Martín reclamó seguridad

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