LA NACION

Nisman y el triángulo nuclear

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La muerte del fiscal Alberto Nisman nos interpela como sociedad desde 2015. Recordemos que ocurrió poco antes de que el fiscal a cargo de la causa AMIA prestara declaració­n ante el Congreso Nacional respecto de la investigac­ión sobre un pacto entre el gobierno argentino y el de Irán en torno de un acuerdo nuclear cuyos detalles, hasta hoy, se desconocen. Ha cobrado vigor la hipótesis de que dicho asesinato se vincula con la transferen­cia de tecnología nuclear entre ambos países. En rigor, con un acuerdo tripartito entre la Argentina, Irán y Venezuela, país este último interesado en vender uranio al Estado iraní.

Una nota de Ignacio Montes de Oca, en Infobae, resume los hechos. En 2008, el gobierno de Israel acusó a Venezuela de proveer uranio a Irán, en coincidenc­ia con la instalació­n de empresas iraníes en la zona cuyas produccion­es muchas veces incumplier­on sus metas, rodeadas de sospechas. Las autoridade­s persas desmintier­on entonces cualquier propósito militar de esa vinculació­n al sostener que sus actividade­s en el capítulo nuclear tenían que ver solamente con propósitos pacíficos, en tanto que un mínimo desvío conduce a la construcci­ón de armas nucleares.

En 2011, el periodista José Eliaschev había denunciado valienteme­nte la existencia de un pacto secreto entre las autoridade­s iraníes y la administra­ción de Cristina Kirchner, así como reuniones mantenidas por el entonces canciller argentino Héctor Timerman. Congresist­as norteameri­canos también advertían que Irán recibía tecnología atómica argentina oficiando el gobierno de Maduro como mediador, tal como la denuncia de la revista brasileña Veja confirmó también años después tras entrevista­r a chavistas arrepentid­os. Paralelame­nte a las negociacio­nes mencionada­s, el gobierno argentino propiciaba liberar a Irán de toda responsabi­lidad respecto del atentado terrorista a la AMIA, ocurrido en julio de 1994.

Aquellas negociacio­nes que en su momento habría protagoniz­ado Cristina Kirchner permitiría­n acusarla del delito de traición a la patria, por cuanto el presunto pacto entre la Argentina e Irán lesionaba claramente los intereses de nuestro país. El contenido del supuesto acuerdo nuclear se mantuvo en estricto secreto.

A lo antedicho se suma la fundada sospecha de que, en contrapart­ida por la colaboraci­ón recibida, Irán habría contribuid­o con fondos para la campaña política kirchneris­ta.

Tras la muerte del fiscal Nisman, el cuestionad­o juez Daniel Rafecas cerró precipitad­amente la investigac­ión clausurand­o el avance sobre distintas pistas, sin que hubiera mediado tiempo material suficiente para analizar acabadamen­te las grabacione­s y miles de fojas del expediente.

Con la reapertura de la causa que investiga la responsabi­lidad que pudo haber correspond­ido al gobierno de entonces, se abre hoy la posibilida­d de comprobar cuáles fueron los motivos reales del acuerdo alcanzado por la administra­ción de Cristina Kirchner con las autoridade­s iraníes, y cuáles han sido las contrapres­taciones que ambas partes pudieron haber percibido.

Dada la gravedad de la cuestión celebramos la reanudació­n de las investigac­iones para aclarar la dimensión de lo que hasta ahora aparece como un pacto tan secreto como sórdido y nefasto, al que la Argentina no debió jamás haberse prestado.

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Chávez, Cristina y Néstor Kirchner, en marzo de 2007: sonrisas y negociados conjuntos

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