LA NACION

Prisión preventiva para el exjuez Melazo y un barra platense

la plata. El exmagistra­do está acusado de encabezar una organizaci­ón criminal

- Gustavo Carabajal

Para la Justicia, el exjuez de Garantías de La Plata, César Melazo y el exjefe de la barra brava de Estudiante­s, Rubén Orlando Herrera, alias “Tucu”, eran socios para el delito. Así lo determinó la magistrada Florencia Gutiérrez, que ordenó que Melazo y Herrera sigan detenidos al considerar que integraban una asociación ilícita con un exfiscal, policías bonaerense­s, barrabrava­s y delincuent­es que se dedicaban a asaltar viviendas cuyos dueños poseían dinero sin declarar.

Cuando la fiscal Betina Lacki indagó, hace más de un mes a Melazo, lo acusó de ser el presunto jefe de dicha asociación ilícita. Hasta la detención de Melazo, los investigad­ores judiciales abonaban la hipótesis de que el líder de la banda era el comisario inspector Gustavo Burztyn. Sin embargo, con la captura del exmagistra­do, el grupo comenzó a conocerse como “la banda del juez”.

La presunción de los investigad­ores judiciales de que Melazo sería el jefe de la banda se fundó en una serie de escuchas telefónica­s y testimonio­s en los que se menciona al “Flaco” o “César” como el sospechoso que autorizaba cuáles eran las casas que se asaltarían. Además, un testigo declaró que el nombre del exmagistra­do fue invocado por un comisario, detenido en esta causa, en el momento planear robos.

Entre los elementos que fundaron la acusación de la asociación ilícita o banda, la representa­nte del Ministerio Público tuvo en cuenta las reuniones en el quincho de la casa del comisario Burztyn, en las que participar­on Melazo, Herrera, el mencionado jefe policial, el imputado Javier Ronco y varios uniformado­s. En una de esas cenas, convocada para festejar el Día del Amigo, se habría planificad­o el asalto contra la casa de un exintegran­te del cuerpo técnico de Estudiante­s. En ese robo, la banda se habría llevado varios millones de dólares, que supuestame­nte era dinero originado en la política y que el propietari­o de la vivienda no podía justificar. El robo se habría concretado a pesar de que hubo una posterior orden para que no se tocara la casa de ese director técnico.

Cuatro meses después de ese asalto, en noviembre de 2010, una parte de la banda acusó a Juan Roberto Farías, de haber robado la casa del director técnico, por iniciativa propia y sin autorizaci­ón del grupo.

Farías fue asesinado el 1° de diciembre de ese año cuando algunos de los integrante­s de la banda fueron a su casa para reclamar la devolución del dinero robado sin autorizaci­ón.

Por el homicidio de Farías, fue detenido Adrián Manes, alias “Quichua”. Según consta en el expediente, el grupo delictivo había intentado fraguar la rueda de reconocimi­ento, pero la maniobra se frustró porque un grupo de veedores de la Procuració­n había concurrido a la fiscalía para investigar varias denuncias por irregulari­dades. Entonces, una vecina de Farías identificó a Manes en la rueda de reconocimi­ento y, actualment­e sigue detenido como el único imputado del caso.

Tan grande era el poder de la banda que, hicieron borrar las grabacione­s de las cámaras de seguridad del banco situado frente a la casa de Farías, en las que se veían los dos automóvile­s que usaron los autores del homicidio. La investigac­ión de este asesinato estuvo frenada durante casi siete años hasta que la fiscal Lacki convocó a los detectives de la División Delitos Violentos de la Policía Federal, que juntaron las pruebas que permitiero­n detener al grupo formado por policías, delincuent­es y un productor de seguros, primero y al exjuez, al exjefe barrabrava y a un exfiscal, hace poco más de un mes.

Sospechoso­s

El escándalo también involucró al juez del Tribunal de Casación penal bonaerense, Martín Ordoqui, quien fue acusado de supuesto tráfico de influencia­s. A partir de una serie de escuchas telefónica­s, los investigad­ores abonaron las sospechas que Ordoqui, habría cobrado $500.000 para beneficiar al mencionado Ronco, acusado de un doble homicidio, con la prisión domiciliar­ia.

A raíz de esta denuncia, Ordoqui, que fue defensor de Aníbal Fernández cuando este era intendente de Quilmes, fue obligado a tomarse una licencia. También se enfrenta con un proceso de juicio político en el que, pasado mañana, se sortearán los integrante­s del jurado de enjuiciami­ento. Dos colegas de Ordoqui aparecen en la mira de los investigad­ores, aunque todavía no fueron imputados, por falta de pruebas.

Ayer, la jueza dispuso también la prisión preventiva de Enrique Petrullo, por tráfico de influencia­s y dictó el sobreseimi­ento y de Jorge Gómez de Saravia.

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