LA NACION

Estadio de Vélez

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Fui a ver el partido entre los Pumas y los All Blacks, en Vélez Sarsfield. Se supone que se trata de un espectácul­o de clase mundial. El abandono que muestra el estadio es calamitoso. En la calle, vallas de madera negra y veredas rotas. Fui a la Popular Oeste. El ingreso es de terror. Una galería oscura y al fondo, un alambrado (que recuerda a un campo de concentrac­ión) que separa la tribuna de la cancha. Los baños son una inmundicia. Puedo soportar ciertas miserias, pero eso era un asco. Azulejos rotos del Mundial 78 (sin temor a equivocarm­e), dos bachas sin canillas, inundación, oscuridad y mal olor. Además, hay uno solo para toda la popular, es decir, para no menos de quince mil personas. La salida de la tribuna desde la parte superior es otra terrorífic­a prueba de riesgo: no hay luces en los tres niveles de los anegados pasillos. Lo único que parece estar bien es el campo de juego. Pienso en la mezquindad de los dirigentes de Vélez, que entre ventas de jugadores, recitales y demás deben haber recaudado cientos de millones durante años. ¿No hicieron una sola reforma al estadio que les genera esos ingresos? ¿Y la UAR no siente vergüenza por un estadio que no ofrece las mínimas comodidade­s que deben darse en eventos de este nivel? Todo está roto, sucio, inundado u oxidado. Me hubiera gustado ver a algún turista neozelandé­s en ese baño. Podría decir luego que vino a nuestro país a hacer turismo de aventura.

Sebastián Alonso DNI 20.201.562

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