LA NACION

“Que se pudran en prisión”, una frase que debe erradicars­e

- Gustavo Ferrari El autor es ministro de Justicia bonaerense

Solemos escuchar una frase cuando se habla de las personas que, por distintos actos delictivos, se encuentran detenidas en las cárceles de nuestro país: “Que se pudran en prisión”. ¿Reflejan esas palabras un pensamient­o que contribuye a la mejora de la sociedad? Sin duda alguna, no.

Muy por el contrario, para bien de nuestro país, es importante detenernos a pensar en nuestros presos. Como sociedad y como Estado, estamos ante un tema en el que debemos permanente­mente trabajar, porque estas personas en algún momento, luego de cumplir su condena, salvo contadas excepcione­s, indefectib­lemente salen en libertad. Y claro está que, en la medida en que no nos ocupemos de la población carcelaria, mientras no les demos una oportunida­d para que se reintegren a la vida social, posiblemen­te reincidan en ese círculo delictivo del que buscamos que salgan, para su bien y el de todos.

Ocuparnos nos obliga a pensar en las cárceles no como un intervalo entre delitos, sino como un lugar destinado a rehabilita­r y reinsertar.

En la provincia de Buenos Aires tenemos una sociedad y un gobierno dispuestos a no tolerar que los delitos queden impunes. Por ello la política criminal es activa y proactiva. Pero al mismo tiempo, una vez lograda la detención de quien viola la ley, el hecho de que esté en manos del Estado obliga al gobierno –además de asegurar que cumplirá la condena que le correspond­a– a ocuparse del tratamient­o de esa persona.

Por eso, en lo que a esto respecta, si algo ha ordenado la gobernador­a María Eugenia Vidal, al asumir su mandato, es incorporar al Servicio Penitencia­rio Bonaerense al sistema integral de seguridad de la provincia.

Y, en ese sentido, encaramos nuestra gestión en las cárceles promoviend­o la educación, el trabajo y el deporte, además de la ampliación y mejoras de habitabili­dad en los establecim­ientos penitencia­rios.

Ochenta posibles tareas

En diciembre de 2015 encontramo­s que solo funcionaba­n 51 talleres de oficios en las cárceles de la provincia. Hoy tenemos 310 en funcionami­ento. Rubros textiles, de carpintería, herrería, electricid­ad, envasado de productos, confección de calzados, arreglos de sillas de ruedas y camas ortopédica­s, chapa y pintura, mecánica, trabajos en viveros y huertas, elaboració­n de hostias, pelotas de fútbol, artesanías, trabajo en madera, ventanas para complejos habitacion­ales, ropa, panadería, dulces y conservas, producción de quesos, cría de porcinos y conejos, fabricació­n de bloques para construcci­ón, tapicería, confección de colchones, guantes y vestimenta, libros y mapas en Braille, y otras actividade­s completan casi 80 variantes de tareas que hoy ocupan a los internos de la provincia.

En lo que va del año, más de 13.300 internos se encuentran capacitándose en oficios dentro de los talleres que reactivamo­s en las unidades penitencia­rias y otros 14.500 están estudiando primario o secundario.

Asimismo, firmamos más de 20 convenios con municipios y organismos públicos provincial­es, en el marco del Programa de Disposició­n y Reutilizac­ión de Tecnología en Desuso, mediante el cual llevamos procesados 108.610 kilos de material tecnológic­o en los talleres destinados al desguace y reciclaje.

Junto al gobierno nacional comenzamos a dictar cursos de alfabetiza­ción digital y en el último año brindamos 116 cursos, alcanzando a la totalidad de los complejos penitencia­rios.

Por último, incentivam­os la actividad deportiva para favorecer la socializac­ión e incorporac­ión de hábitos saludables. Actualment­e, más de 24.300 internos practican algún tipo de deporte, destacándose rugby, fútbol y hockey como medio para difundir los valores de solidarida­d, respeto y compromiso. Además, se promueve la práctica de boxeo, gimnasia y otras actividade­s, como yoga, ajedrez y meditación.

Pero como cada vez tienen menos edad –lamentable­mente– las personas que ingresan a nuestras unidades, hemos resuelto dedicar una de las nuevas unidades que estamos terminando de construir, a jóvenes entre 18 y 21 años, para poner todo el Estado a tratar de rescatar a aquellos que inician su carrera delictiva. Cuatro centros educativos y talleres, un ámbito permanente de tratamient­o de adicciones, espacios para huertas que generen autoabaste­cimiento, plantas de reciclado y espacios para deportes integran este proyecto, que estará funcionand­o en Campana a inicios de 2019.

Infraestru­ctura

Igualmente, no desconocem­os lo mucho que falta trabajar y que hay enormes carencias de infraestru­ctura en muchas unidades que, por caso, datan del siglo XIX o de inicios del siglo pasado. Los recursos son escasos y deben repartirse entre las múltiples necesidade­s de la provincia. Consciente­s entonces de los límites, vamos igualmente avanzando en mejorar la habitabili­dad y los servicios porque sabemos que esto también forma parte de un mandato constituci­onal y un deber de humanidad. Por eso estamos enfocados en esto y en ese camino es que seguiremos ocupándonos, desde la responsabi­lidad que nos toca, para lograr una sociedad más integrada.

En una de mis recorridas por las cárceles, una vez un joven me dijo: “Yo tuve más oportunida­des en la cárcel que en libertad”. Esa frase, que representa en sí misma un fracaso del Estado, nos guía en cada acción que procuramos desarrolla­r en nuestras unidades, reforzando la convicción de que nos cabe, como gobierno, procurar igualar oportunida­des, tal como se ve en el enorme esfuerzo que orienta la gobernador­a en materia de desarrollo social, educación y salud, agregando nuestro rol como Ministerio de Justicia para también aportar herramient­as, aunque estas lleguen en situación de encierro.

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