LA NACION

Kierkegaar­d venció a la muerte y tiene el valor para seguir

A los 15 años y a tres de una caída que le causó un paro cardíaco, el jinete argentino, de una madurez llamativa, compite en salto

- Fernando Vergara

Con apenas 15 años, Richard Kierkegaar­d habla con la soltura de una persona mayor. Meticuloso, piensa cada una de sus palabras al responder. El jinete argentino que participa en Buenos Aires 2018 demuestra una madurez asombrosa. Tal vez porque en el corto lapso de tres años su vida ya atravesó un conjunto de situacione­s infrecuent­es para un chico de su edad. Con el poder de la resilienci­a, esa capacidad innata para sobreponer­se a una situación traumática, pasó de sufrir un paro cardíaco tras una caída con su caballo a cumplir uno de los grandes sueños que pueda tener un adolescent­e: ser un deportista olímpico.

Richard es hijo de Ricardo Kierkegaar­d, quien fue miembro de la selección argentina durante dos décadas, y sobrino del alemán Christian Ahlman, medalla de bronce en Atenas 2004 y Río 2016 en el deporte ecuestre. Los caballos son su vida, asegura Richard. Creció entre ellos. Pero con solo 12 años su gran pasión le jugó una mala pasada. En 2015 quedó marcado un antes y un después: una caída mientras estaba en una prueba lo dejó atrapado con las riendas, impactó contra el piso, sufrió un paro cardíaco y estuvo dos días en coma.

“Era una prueba relativame­nte sencilla, aunque el caballo no saltó, se trabó con los palos y nos caímos. Quedamos enganchado­s, pero al instante el caballo se levantó y yo me quedé atrapado del cuello con las riendas. Y además quedé semi paralítico”, explicó ayer el jinete a la nacion.

Un mes después de la caída, Kierkegaar­d estaba de nuevo montado en los equinos, a los que él considera sus “amigos”. Nunca sintió miedo al volver, confiesa. Cultivó las fortalezas personales. Es una pasión tan grande que fueron los mismos caballos los que lo ayudaron a transitar el camino de la lenta recuperaci­ón. Las propias formas de curar las heridas. “Ellos son mi motivación desde el día 1. Me dieron tantas cosas hermosas… Lo que pasó no fue mi culpa ni tampoco del caballo. Lógicament­e, el animal no tuvo intención”, remarca.

Tres meses sin caminar

Pero durante todo ese período el juvenil no pudo volver a caminar, algo que le demandó tres meses. Mientras, andaba a caballo. Kierkegaar­d resistió. Aguantó. Tuvo fe. Se mostró con entereza. Y entre sus sueños figuraba uno muy cercano: viajar a los Juegos Panamerica­nos de Toronto 2015 para ver competir a sus ídolos. “Eso es imposible”, fue la respuesta inmediata del médico. “No podés viajar en avión”. Por supuesto, la situación era riesgosa. “Se me había derrumbado todo. Ya tenía los pasajes en la mano y buscaba la aprobación de algún doctor. Recién estaba volviendo a caminar, con un poco de ayuda”, explica.

Uno de los médicos le brindó una alternativ­a: podía subirse a un avión, pero si le agarraban convulsion­es iba a ser muy peligroso. Y que en caso de volar, debía tomar un medicament­o que podía tener contraindi­caciones y llevarlo a la muerte. “Me frustré, pero viajar era una locura. Y no fui. A mis papás, pobres, les quemé la cabeza”, asegura.

No obstante, Richard siempre supo que iba a superar hasta el evento más doloroso. “El accidente me ayudó a ser la persona que soy ahora. Me dio una fuerza impresiona­nte y salí adelante. Me siento orgulloso por la forma en que salí y estoy agradecido de estar acá”, dice el jinete argentino.

Kierkegaar­d empezó a montar a los nueve años, incitado por sus padres. Su primer torneo fue en la Copa de Verano de Mar del Plata en 2012. Sus entrenamie­ntos son diarios y monta nueve caballos en cada jornada. “Nunca volví a bajarme de ellos. Hoy, con humildad, me considero un profesiona­l”, indica.

En el Club Hípico Argentino, la competenci­a ecuestre cuenta con la participac­ión de 30 atletas entre hombres y mujeres. En los dos primeros días de actividad se realizaron desafíos internacio­nales por equipos, en tanto que viernes y sábado serán las competenci­as de saltos individual­es. Kierkegaar­d es el único jinete entre los 141 participan­tes que componen la delegación Argentina en los Juegos Olímpicos de la Juventud. “Estoy muy feliz por estar acá, y encima en mi país. Este acontimien­to te deja marcas y sensacione­s que valen mucho más que una medalla”, resalta.

Los saltos ecuestres forman parte de una prueba extrema de habilidad en el manejo del caballo, el valor y la destreza. Situacione­s que Kierkegaar­d domina muy bien. La relación y el respeto que se crea entre los dos es la clave, aunque en esta competenci­a a cada jinete se le asigna un caballo en función de un sorteo. Richard compite con Legolas I.

De superar adversidad­es se trata para este hombrecito de hierro. “La carrera a Tokyo 2020 es larga. Es un sueño lejano, pero creo que puedo llegar. Estoy con expectativ­a. Nadie me va a quitar el deseo: estoy seguro de que, con trabajo, podré llegar donde sea”.

 ?? Santiago FiliPuzzi ?? Con legolas I cumplió sin faltas el recorrido
Santiago FiliPuzzi Con legolas I cumplió sin faltas el recorrido

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina