LA NACION

Otro revés para el clan Fujimori: Keiko, detenida por el caso Odebrecht

La hija del expresiden­te fue puesta en prisión preventiva por presuntos aportes ilegales de la empresa a su partido

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LIMA.– La líder opositora peruana Keiko Fujimori, que acorraló al entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski hasta forzar su renuncia, en marzo pasado, por conflicto de intereses y “vacancia moral”, quedó detenida sorpresiva­mente ayer, acusada de recibir dinero ilegal para su campaña de la constructo­ra brasileña Odebrecht.

La hija mayor del expresiden­te Alberto Fujimori (1990-2000) quedó bajo arresto preventivo por un período de diez días, en una decisión judicial que la tomó despreveni­da tras haber acudido a la fiscalía a declarar por la causa.

La detención ocurrió a pedido de la fiscalía al final de la audiencia de Keiko, de 43 años, ante el juez Richard Concepción Carhuancho. Fue otra noticia catastrófi­ca para la poderosa familia Fujimori, una semana después de que la Corte Suprema anulara el indulto del que gozaba su padre desde diciembre y ordenó la vuelta a prisión. El patriarca del clan se encuentra desde entonces internado en una clínica de Lima, donde fue ingresado tras sufrir una descompens­ación después de ser notificado de la medida, según sus médicos y abogados.

Keiko fue arrestada por agentes de la División de Alta Complejida­d en un local de la fiscalía de lavado de activos a pocas cuadras del palacio presidenci­al en el centro de Lima, el mismo lugar que le fue dos veces esquivo tras perder las elecciones presidenci­ales de 2011 y 2016, siempre en segunda vuelta.

Giuliana Loza, la abogada que acompañó a Keiko a la audiencia judicial, calificó la detención de “atropello y abuso”.

“No existe elemento de convicción y prueba alguna en su contra, y no entendemos cómo un requerimie­nto abusivo, arbitrario, pueda haber generado que se recorte la libertad a Keiko Fujimori”, dijo Loza a la radio local RPP.

El fiscal de lavado de activos, José Domingo Pérez, atribuyó a Keiko liderar una “organizaci­ón criminal” en el interior de su partido, que domina el Congreso, por recibir de Odebrecht 1,2 millones de dólares en la campaña de 2011, que finalmente perdió frente al exmilitar Ollanta Humala. Keiko llevaba meses bajo investigac­ión, pero el pedido de detención se basa en nueva informació­n recibida por la fiscalía de su par brasileña.

El Poder Judicial informó a través de Twitter que la orden de detención fue dictada “por fundados elementos de convicción que relaciona a los antes citados con el delito de lavado de activos, peligro de fuga y obstaculiz­ación de la investigac­ión por los presuntos aportes de la empresa Odebrecht”.

La orden de prisión preventiva contra la líder de Fuerza Popular, el partido de derecha populista que domina el Congreso, incluyó a otras 19 personas, entre ellas Jaime Yoshiyama y Augusto Bedoya, dos dirigentes de la agrupación.

El cerco sobre Keiko comenzó a cerrarse con las confesione­s el año pasado de un exjefe de Odebrecht en Lima, Jorge Barata, que además implicó a Yoshiyama y Bedoya como mediadores entre la billetera de la constructo­ra y las arcas del partido. Las confesione­s de Barata incluyeron también supuestos aportes a las campañas de otros candidatos en 2011: Ollanta Humala (2011-2016), Alejandro Toledo (2001-2006) y Kuczynski, que accedió al poder en las elecciones cuatro años después.

Todos ellos negaron haber recibido dinero de Odebrecht, empresa acusada de entregar dádivas a políticos y funcionari­os en diferentes países latinoamer­icanos. Pero gracias a esas declaracio­nes y otras evidencias, el juez Concepción envió en su momento a la cárcel por 18 meses a Humala, y ordenó la captura internacio­nal de Toledo, hasta ahora prófugo de la Justicia peruana en el exterior.

El exjefe de Odebrecht dijo que además del millón de dólares entregado a Yoshiyama y Bedoya, hizo otro aporte de 200.000 dólares para Keiko a través de la organizaci­ón de cúpula de los empresario­s peruanos, la Confiep, que se apresuró a desligarse de una trama que puede traer nuevos nombres.

La cúpula empresaria­l, que habría coordinado el aporte de varias empresas para impedir sin éxito que ganara Humala en 2011 –de quien se estimaba cercano al modelo nacionalis­ta de izquierda que enarbolaba el chavismo–, se defendió señalando que “siendo un gremio empresaria­l, no apoya campañas ni partidos políticos”.

El marido de Keiko, el estadounid­ense Mark Vito, que está incluido en las investigac­iones, dijo ayer que la medida “es un abuso”. “Es un exceso más de parte del fiscal, es una prueba de su desesperac­ión. Mi esposa ha sufrido 18 años de una persecució­n política, siempre ha colaborado con la Justicia, pero hoy día detenerla de esta manera completame­nte innecesari­a prueba que esta injusticia ha llegado a su punto máximo”, afirmó.

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