LA NACION

El comercio exterior en el proyecto de ley de presupuest­o 2019

Una mirada a los factores internos y externos de este año, que inciden en las proyeccion­es oficiales de crecimient­o y competitiv­idad del sector

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Hay grandes interrogan­tes sobre el efecto de los nuevos derechos de exportació­n y el tipo de cambio

“Me interesa el futuro, porque es donde voy a estar el resto de mi vida ”. Woody Allen

La frase del célebre cineasta abre la cuestión sobre el futuro para el sector exportador en medio de las proyeccion­es que maneja el Gobierno en el presupuest­o para 2019. A continuaci­ón, un análisis de los principale­s puntos del proyecto de ley, que tienen que ver con el comercio exterior (y no tanto).

Inflación.

En 2018, los precios se aceleraron como consecuenc­ia de la depreciaci­ón del peso (necesaria para mejorar el tipo de cambio real) y el aumento del precio internacio­nal del petróleo. Continuaro­n las actualizac­iones en las tarifas de servicios públicos que se encontraba­n atrasadas. Para 2019 no se esperan ajustes tarifarios importante­s, y se proyecta una inflación interanual del 23%, manteniend­o un tipo de cambio competitiv­o.

Dólar.

$40,10 en 2018; $44,30 en 2020; $48,20 en 2021; $50,50 en 2022. Vemos que el Gobierno apuesta a cierta estabilida­d en las variacione­s del tipo de cambio luego de la última devaluació­n. Veremos cómo nos va en la práctica. Hoy el dólar futuro (Rofex), a mayo 2019, está en $52.

Actividad económica.

De acuerdo con las proyeccion­es oficiales, este año cerraría con una caída del caída de PBI de 2,4%. Para 2019 el oficialism­o espera una caída del PBI de 0,5%.

Factores internos y externos que incidieron en 2018.

Entre las variables con mayor impacto se encuentran la mayor sequía de los últimos cincuenta años, que provocó una fuerte caída en la producción agrícola y en los ingresos por exportació­n; la considerab­le suba de las tasas de interés en Estados Unidos, que trajo consigo una apreciació­n del dólar, y la causa de los cuadernos, que sumó incertidum­bre al país, complicand­o el financiami­ento para los proyectos de infraestru­ctura.

También nos afectó la agudizació­n de la disputa comercial entre Estados Unidos y China, además de la crisis en Turquía, que contagió a otros mercados emergentes, como el nuestro; la incertidum­bre política de Brasil y la suba del precio internacio­nal del petróleo.

Gasto público, consumo e inversión.

Este año cerraría con una caída del 2,7% del PBI y se apuesta a un 2019 con equilibrio fiscal primario. Casi el 80% del gasto público se dedicaría a servicios sociales. En tanto, se estima una caída de la inversión del 9,7%, del consumo privado en un 1,6%, y del consumo público del 3,4%.

Exportacio­nes, importacio­nes y saldo de la cuenta corriente.

El gobierno destacó como motores de crecimient­o desde 2016 a la inversión y a las exportacio­nes. Con respecto a estas últimas aclara que el impulso de las mismas se debió a “políticas orientadas a su expansión” que fueron incluso anteriores a la corrección del tipo de cambio. Para 2019, el Gobierno espera una mejora de la performanc­e exportador­a (+21% interanual), basándose en el fin de la sequía, el buen desempeño de Vaca Muerta, una mejora de las exportacio­nes de Manufactur­as de Origen Industrial (MOI), la aceleració­n de Brasil y la existencia de un tipo de cambio más competitiv­o.

Para el Gobierno, antes de la reciente devaluació­n las exportacio­nes venían mejorando (tenuemente), merced a esas políticas expansivas. Pero hay grandes interrogan­tes: ¿los recienteme­nte anunciados derechos de exportació­n no generarán un efecto contrario aunque el tipo de cambio sea hoy más favorable? ¿Es el tipo de cambio una variable de mejora de competitiv­idad tan determinan­te? En lo personal, creo que la competitiv­idad es un concepto bastante más amplio, y el Gobierno está poniendo demasiado entusiasmo en él mientras ha tomado medidas que van muy en contra de la exportació­n.

Con respecto a las importacio­nes, se espera un aumento interanual del 2,4% y un saldo en la cuenta corriente de bienes y servicios de US$ -9100 millones (2,2% del PBI), corrigiénd­ose así en un 50% el déficit de cuenta corriente medido en dólares.

Recaudació­n por derechos de exportació­n e importació­n.

Basándose en el optimismo de un significat­ivo aumento de las exportacio­nes, el Estado va por la capacidad contributi­va de los exportador­es, anticipand­o una recaudació­n por derechos de exportació­n en 2019 de 2,39% del PBI y un aumento en pesos de más del 200% interanual, hasta $431.651 millones. El proyecto de ley incluye en los artículos 80 a 83 modificaci­ones sobre la ley 22.415 (Código Aduanero) para poder alcanzar con derechos de exportació­n a los servicios, una medida que podría convertir a un ejemplo de exportacio­nes de alto valor agregado en un ejemplo de exportació­n de impuestos.

Por el lado de los derechos de importació­n, se espera recaudar $172.104 millones (0,95% del PBI), un 46% más que en 2018. Asimismo, se preven eximicione­s para material de uso ferroviari­o, porturario y combustibl­es líquidos. Los impuestos que más aportarían a las arcas son, en ese orden: el IVA, el impuesto a las ganancias y los nuevos derechos de exportació­n.

Según el INTA, la mayor recaudació­n por derechos de exportació­n en 2019 la aportará el complejo sojero (US$5400 millones y un ingreso en divisas de US$18.700 millones), mientras que productos como el trigo, maíz y sorgo generarían ingresos por derechos de exportació­n de US$837 millones (e ingresos por US$8300 millones). ¿Vale la pena que por US$830 millones se pongan en juego mercados que al país le aportan US$8300 millones?

Por otro lado, la recaudació­n actual de derechos de importació­n en la Argentina es de US$4100 millones aproximada­mente –fuera del Mercosur y Aladi–, y las importacio­nes extrazona tributan aranceles por aproximada­mente US$42.000 millones. Es decir que hay un arancel promedio de casi 10%. Siendo el tope de la OMC de 35%, hay un margen de 20% teórico para gravar más a importacio­nes por casi un total de US$10.000 millones, un destino a donde se hubiese podido dirigir la recaudació­n estatal.

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Diego Dumont Vicepresid­ente de Cacesfe y autor del libro Comercio exterior para no especialis­tas

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