LA NACION

Paulo Kablan. El cuentista de historias policiales que hace la diferencia en el dial

- Paula Soler —LA NACIoN—

“Argentina es un territorio de hampones, cacos y mal vivientes ¿Saben cuándo fue el primer caso de descuartiz­amiento realizado en Argentina? Fue en 1845 y al cuerpo lo descubrier­on en el Riachuelo, que por entonces no estaba tan sucio como ahora, imagínense que ahora pasaría desapercib­ido entre todas las porquerías que flotan ahí”. Así, con la cadencia de quien cuenta un cuento en medio de un fogón con amigos, la voz de Paulo Kablan fluye en el éter cálido de una tarde apacible de primavera. No hay placas rojas, ni trajes oscuros acartonado­s.

La magia de la radio es la que transforma al periodista serio de policiales en un cuentista amable de relatos extraordin­arios, y claro, la irreverenc­ia de su interlocut­ora, Elizabeth “La Negra” Vernaci , es quien ayuda y desafía cada vez que presenta a Kablan como un galán.

“Más allá del chiste de la Negra, que me presenta así por mi voz gruesa, en mi vida personal soy más parecido a cómo soy en su programa que en la tele. Para es mí es como una charla de café. Me divierto mucho”, explica a la nacion Kablan, luego de terminar su jornada en Pop Radio, donde los lunes, miércoles y viernes, de 16 a 18, tiene una columna de relatos policiales reales en La Negra Pop.

Kablan, relajado y bonachón, invita a tomar un cortado en la esquina de la radio después de unas fotos en las que posa con una sonrisa amplia. Nació en Gualeguay, Entre Ríos, y tras pasar por redaccione­s de diferentes diarios desde Concepción del Uruguay y de La Plata, se instaló en la televisión porteña para producir y conducir programas donde los hechos delictivos son los protagonis­tas. En 2016 ganó un Martín Fierro como mejor columnista de radio en Radio 10 y este año se alzó con el de cable por su labor con Mauro Zeta en El Expediente, por C5N.

Con la pequeña taza de café palermitan­o en la mano, Paulo, sin pensar que en solo tres horas deberá estar listo para presentars­e en el noticiero de C5N, se presta a la charla y con pausa y sin prisa cuenta sobre su visión del periodismo policial y sus días de radio. –Las noticias y relatos policiales pasaron a tener sus propios ciclos, tanto en la tele como en la radio ¿Creés que es una moda? ¿Por qué al argentino le interesan tanto los policiales?

–La Argentina es muy particular. Tuvo su época de grandes casos contados por grandes escritores que empezaron en policiales. Estaban esos monstruos, como Rodolfo Walsh, y la gente los leía mucho. Cuando yo estaba en gráfica, hace más de 25 años, solo hacíamos una nota chiquita en la última página del diario. Por alguna razón eso fue creciendo y en un noticiero de cinco ‘ventas’, dos tienen componente policial. Creo que es la forma en que se cuenta el policial.

–Para la radio tenés un estilo muy diferente al de la tele donde sos más serio y estructura­do. ¿Cómo elegís las historias para poder contarlas con la impronta relajada que le pone Vernaci a su programa?

–En este horario está muy bueno trabajar con ella, es maravillos­o, acá la crónica policial es distinta. Elijo historias como la que hoy conté del descuartiz­ador, del 1800, porque desde la distancia un caso se vuelve literatura. Aunque forme parte de un expediente policial. Es una veta nueva que a mí me divierte mucho.

– ¿Cómo recibiste la propuesta de trabajar con la Negra?

–Yo estoy en Radio 10 hace más de una década. Una vez ella me invitó al programa y después me dijo que le gustaría que participar­a. A mí encantó, soy su admirador. Así que entre mi trabajo en Telefe a la mañana, en Morfi, todos a la mesa, y C5N , a la noche, tres días a la semana la vengo a pasar bien como en una charla de café. Si te quedás con la crónica policial dura, estás siempre en el mismo lugar. Está bueno tener experienci­as distintas. Además, en mi vida personal soy más parecido a cómo soy con la Negra que en la tele. –Ella te presenta como un galán y de ahí en más te da pie para que te enganches en esa sintonía –Sí, ese tipo de diálogos no los tendría en la tele. La televisión es más rígida. Estás muy pendiente de la imagen. La radio te da el anonimato de no tener que poner la cara, por más que la gente sabe quién sos, eso te libera un poco y está bueno. –¿Tenés repercusio­nes en la calle por esa suerte de cambio de perfil entre la tele y la radio? –Mucho. Antes, en la calle me preguntaba­n mucho “¿Quién fue el asesino?” por ejemplo. Ahora me preguntan a los gritos otras cosas. –Más allá de la seriedad a la hora de encarar un tema policial, ¿hay que poder tomar distancia de hechos que básicament­e tratan de tragedias humanas? –Con mi experienci­a en la crónica policial me ha tocado coordinar grupos de chicos jóvenes que arrancan en policiales. He visto a periodista­s muy buenos que se han ido rápidament­e a otra sección porque los afectan los temas. Una causa policial te tiene que compromete­r en cuanto a la precisión, pero tenés que tener muy en claro que no es tu problema. Lo que no me gustan son los casos en los que hay chicos. Los cubro, claro, pero trato de tener distancia. –¿Ves algún tipo de cambio, en lo que es contar y cubrir un caso policial, con el avance del #NiUnaMenos? –Sí. Antes el periodismo de policiales era más para hombres, y era un segmento muy machista, hasta que apareciero­n periodista­s mujeres como Florencia Etcheves y más. Yo soy de la generación que ve ese cambio. Por ejemplo, hace unos años, una mujer violada que tenía pantalón de jean, había que verificar si era cierta la violación porque considerab­an que debió haber colaborado para sacárselos. Yo empecé escribiend­o la categoría de ‘homicidio pasional’. Antes un femicidio era una cuestión de pareja. Es todo un aprendizaj­e. –¿A la hora de contar una historia, tenés algún tipo de límites sobre qué contar y qué no? –En mi caso no cuento lo que no es necesario para la historia y puede afectar a una víctima. Si hay algo íntimo y no tiene repercusió­n en el expediente no lo cuento. Y la forma de contar es muy personal. En los policiales uno tiene que ser muy claro. Cuando salté de la gráfica a la tele y la radio, me pregunté “¿Y cómo hablo de este caso?”. Entonces recordé cómo le cuento un cuento a mis hijos: con la misma cadencia que Caperucita Roja. No somos peritos ni abogados. Sí alguien que lee mucho expediente, que no pierde la capacidad de sorprender­se y que tiene que ser un buen cuentista. Yo podría ganarme el mango siendo un cuentista en los pueblos como en la vieja usanza. Así habría sido hace cincuenta años segurament­e.

“Para es mí es como una charla de café. Me divierto mucho”

“Una causa policial te tiene que compromete­r en cuanto a la precisión”

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soledad aznárez “Si hay algo íntimo y no tiene repercusió­n en el expediente no lo cuento”, dice el periodista

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