LA NACION

“Me gusta bañarme en el pozo y buscar liebres”

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a Bruno le encanta el campo, el verde y jugar en la vertiente que tiene en su casa de nikizanga. Y se lamenta que solo puede ir a esa zona los fines de semana. sabe que lo más importante es estudiar.

“a mí me gusta más estar en la otra casa. ahí salgo al campo, me baño en el pozo en el verano, busco liebres. cada vez que podemos nos vamos. Yo sé ir solo a caballo”, dice Bruno orgulloso.

su papá se quedó en nikizanga, cuidando a los pocos animales que tienen y a veces se ven los fines de semana. durante la semana Bruno extraña ayudarlo con las cabras, los patos, las ovejas y también andar a caballo.

lo que más le gusta hacer cuando está en el campo es explorar los alrededore­s, conocer cada una de las plantas y aprender para qué sirven. “está la algarroba, la retama. algunas se usan para hacer remedios”.

También sabe mucho de animales y cuenta que lo que más le gusta comer es carne, milanesa, guanaco, quirquinch­o y liebre. “Te recomiendo el quirquinch­o. lo matás del cogote, los tirás al fuego para que se quemen los pelos, le sacás los pelos hasta que queda blanco, le abrís la panza y le echás papá, ají, cebolla, ajo, condimento y lo ponés al fuego o en las brasas. después lo sacás y lo comés”, dice con una frescura que sorprende en un chico de 8 años.

en nikizanga, la casa de Bruno es de material, tiene paneles solares y una galería techada. “es mucho más confortabl­e que la que tenemos acá en Bermejo”, dice lorena, su mamá.

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para ir de una casa a la otra, tardan de tres a cuatro horas porque hacen el trayecto en caballo o en chata (carro tirado por un burro). cada viaje es casi una mudanza y no pueden hacerlo si llueve. “Me tengo que llevar de todo un poco, mercadería, forraje para los animales. cuando estamos en Bermejo, por momentos tengo miedo de que se me acabe la comida o el agua y morirnos de hambre”, dice lorena.

en nikizanga el aislamient­o es casi total. no hay escuela, policía ni atención médica. Más de una vez lorena tuvo que salir corriendo a caballo cuando alguno de sus hijos volaba de fiebre. “por las dudas yo igual siempre tengo preparado un botiquín”, aclara.

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