Señal auspiciosa
Muy oportuno el editorial “Derechos Humanos: una auspiciosa señal”, a raíz de la reciente audiencia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre el tratamiento ilegítimo y discriminatorio por la Justicia Federal penal desde el advenimiento del gobierno kirchnerista, que recibieron quienes en la década del 70 combatieron el terrorismo subversivo, mientras dormían y prescribían miles de causas por narcotráfico o corrupción estatal, como ocurrió recientemente respecto del expresidente Menem. El editorial se dedicó a las prisiones domiciliarias indebidamente negadas en muchísimos casos a ancianos procesados en estas causas de clara connotación política, pero no a otra cuestión tan grave como aquella: cientos de las prisiones preventivas dictadas superan largamente el plazo máximo de tres años que pueden durar sin sentencia firme, según nuestra ley dictada como consecuencia de un pacto internacional. Semejante exceso condujo al escarnio interno e internacional de tener, por ahora, más de 450 fallecidos encarcelados que murieron inocentes, porque sus procesos no habían finalizado pese a tantos años en trámite, exponiendo incluso a nuestro país a una condena si la Corte Internacional procediera con la firmeza y ecuanimidad necesarias. Tal grosero exceso tuvo causa eficiente en el fallo “Acosta” de la Corte Suprema de 2008, después de que Cristina Kirchner, en ejercicio del Poder Ejecutivo, Hebe de Bonafini y el fallecido secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde amenazaran públicamente a los jueces que se atrevieron, como García y Yacobucci en la Cámara de Casación, a hacer cesar las prisiones preventivas que superaran los tres años, sin perjuicio de la continuidad de los procesos hasta su finalización.
Es hora de que las secuelas del fallo “Acosta” desaparezcan de nuestros tribunales.
Enrique Munilla
DNI 4.433.538