LA NACION

Por qué Rosario y Newell’s jugarán en Lanús y sin público

La organizaci­ón, los clubes rosarinos y las autoridade­s políticas no fueron capaces de llegar a un acuerdo; se jugará en Lanús, el 24

- Alberto Cantore

El clásico de Rosario desnudó las miserias y la inoperanci­a que imperan en el fútbol argentino. La resolución de jugar Newell’s vs. Central en el estadio de Lanús, sin público, el miércoles 24 de octubre, resalta el fracaso. La mezquindad de los dirigentes hizo que, desde que se conoció que serían rivales en los cuartos de final por la Copa Argentina, se aferraran a los intereses particular­es, a defender sus escudos sin permitirse una negociació­n de la fecha. Una señal de la necesidad de ponerse a resguardo frente a cualquier reclamo de socios e hinchas que fuera tomado como una derrota en las conversaci­ones.

Lo que debía ser un mero partido de fútbol, el más pasional de estas tierras, expuso también la ineficacia de los organismos de seguridad, tanto los de la provincia de Santa Fe y los de la Nación. Una vez más, se desperdici­ó una oportunida­d de enseñarle al mundo que Rosario tiene disciplina y argumentos para armar su fiesta del fútbol. “Estaba todo diseñado para que se jugara en la provincia de Santa Fe, con las dos hinchadas, pero las autoridade­s de la provincia no quieren correr riesgos y no quieren público. Falta que lo confirme la Asociación del Fútbol Argentino, pero se jugará el 24 de octubre, sin público y en la cancha de Lanús”, afirmaron ante la nacion desde la organizaci­ón del torneo, algo que recibió ayer una contundent­e respuesta de las autoridade­s provincial­es (ver aparte). Lo curioso es que para ese día, el 24, la AFA programó el encuentro suspendido entre Estudiante­s y Newell’s por la 7ª fecha de la Superliga.

Provocó gran incomodida­d el hecho de que Newell’s y Central avanzaran en la llave. Todos los actores quedaron al descubiert­o a partir de la reunión del lunes pasado, en la que la silla de la organizaci­ón estuvo vacía, por un error en la comunicaci­ón. Mientras los vicepresid­entes Cristian D’amico (Newell’s) y Ricardo Carloni (Central), el tesorero Fabio García (Central), el secretario Juan Concina (Newell’s), Maximilian­o Pullaro (ministro de Seguridad de Santa Fe) y Diego Maio (coordinado­r de Seguridad Deportiva de Santa Fe) charlaron sin éxito durante 45 minutos en el edificio de Gobierno rosarino, el interlocut­or por la Copa Argentina estaba en la casa de Gobierno, ¡pero de Santa Fe! El fracaso tomaba forma.

Los dirigentes intentaron imponer las fechas según sus convenienc­ias deportivas. El clásico se presenta como un salvavidas en un año flojísimo que desandan Newell’s y Central, que están más cerca de mirar la tabla de los promedios que de ser grandes protagonis­tas. Desde ambas partes señalaron que la organizaci­ón les había confirmado el día, aunque la fecha nunca fue la misma. “Queremos que sea el 14”, afirmaron desde el Parque de la Independen­cia; “esa fecha es inviable”, retrucaron desde Arroyito. ¿Las razones de esas posturas inflexible­s? Cuanto antes se jugara, Newell’s aventajarí­a a Central, que no contaría con el chileno Alfonso Parot –participa en la doble ventana FIFA– ni con Oscar Cabezas, Leonardo Gil y Mariano Barbieri, lesionados.

La ausencia de un mínimo acuerdo en la fecha tuvo su correlato en la elección de la sede. Los clubes aceptaban un sorteo de la cancha para que el partido no saliera de la ciudad, mientras los estadios de Colón y Unión, de Santa Fe, asomaban como alternativ­as. Entonces entraron en escena el arco político y los organismos de seguridad. La socialista Mónica Fein, a cargo de la intendenci­a, sostuvo: “Los rosarinos queremos que los partidos se jueguen en nuestra ciudad y tenemos que hacer los esfuerzos para que así sea. Debemos trabajar mucho con el Ministerio de Seguridad, lograr que la familia futbolera pueda ir a la cancha y ganarles a los violentos que impiden disfrutar del fútbol”. Menos optimista se mostró el gobernador, Miguel Lifschitz: “Después de jugar durante tantos años sin hinchas visitantes, hay que ir graduando estos procesos, según su importanci­a, su rivalidad y su conflicto. Sería un desafío, pero bueno. en algún momento hay que asumir estos desafíos”.

La postura del socialismo tuvo en la ciudad de Santa Fe una fuerte réplica, con el proyecto de resolución que presentó la concejala justiciali­sta Marcela Aeberhard, que solicitó al intendente, José Corral, que intercedie­ra para no aceptar el clásico de Rosario en la capital provincial. La seguridad fue el argumento: “Ante los grandes disturbios que estos encuentros de fútbol conllevan, los hechos vandálicos en la calle y la violencia ocasionado­s en los locales comerciale­s, sumados a la gran insegurida­d que traen aparejados para la ciudadanía en general, es que solicitamo­s que nuestra ciudad no sea sede de dicho partido y se disponga su ejecución en otro lugar”.

El combo imperfecto fue completado por los organismos de seguridad. Pullaro confirmó que la provincia estaba preparada para albergar el clásico y hasta involucró al Ministerio de Seguridad de la Nación, al afirmar que cuando se trata de operativos de importanci­a la cartera que comanda Patricia Bullrich acompaña con envíos de efectivos. Sin embargo, la organizaci­ón del torneo asegura que son las autoridade­s provincial­es santafecin­as quienes se opusieron a que se jugara con público.

A todo esto, Bullrich afirmó: “Vamos a garantizar la seguridad para que se termine esta discusión de si pueden o no jugar en el mismo lugar. Y los presidente­s de los clubes tienen que ponerse al frente de esta batalla por la paz en el fútbol”. La ministra advirtió que según el reglamento de la Copa Argentina no se podía realizar el partido en Rosario. Y agregó: “No custodiamo­s más barras”.

Newell’s y Central, 29 años después, sostendrán el clásico fuera de Rosario. Organizar el partido más pasional del fútbol argentino era un enorme desafío en tiempos de conflictos. Y todos los actores terminaron por darle forma a un estrepitos­o fracaso.

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Archivo Las negociacio­nes tuvieron más trabas que un friccionad­o partido entre Central y Newell’s

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