sostenible y eficiente Un planteo que va más allá de la coyuntura
en campos propios y con alquileres a tres años, el productor gabriel bearzotti aplica la rotación de cultivos y certifica procesos de trabajo.
Muchas veces se habla de sostenibilidad de la producción, de planteos amigables con el ambiente y con la sociedad, y de ideas semejantes. Sin embargo, no es fácil hacer “aterrizar” estos conceptos en la práctica diaria de la empresa agropecuaria promedio. Aquí presentamos un caso concreto donde se desarrollan varias expresiones de sostenibilidad en una empresa “de carne y hueso”, con resultados satisfactorios para sus propietarios y para las personas que trabajan en ella.
Gabriel Bearzotti administra
5500 hectáreas agrícolas propias de la empresa Kelymar y 4500 en alquiler, ubicadas principalmente en el centro oeste de la provincia de Santa Fe y en el centro de Córdoba. Desarrolla cultivos de trigo, maíz y soja. Con el primero obtuvo rendimientos de 4000-5000 kilos por hectárea los últimos cinco años. En maíces de primera, en buenos ambientes, alcanzó los 10.000-12.000kg/ha. En tardíos, luego de cultivos de cobertura, y en ambientes más inestables, logró 8000-9000kg/ha. En soja de primera, en ambientes favorables, con rotación y fertilización, consiguió 4500-5000kg/ha, mientras que las de segunda llegan a 32003700kg/ha.
Desde siempre, Bearzotti se propuso desarrollar planteos conservacionistas que aseguraran la producner tividad de los suelos a lo largo de los años. Así, la agricultura se basa en la rotación de cultivos, tanto en campos propios como alquilados. El esquema incluye leguminosas y gramíneas, con un tercio de la superficie con maíz, un tercio con soja de primera y un tercio con la secuencia trigo/soja.
La rotación se mantiene más allá de los vaivenes de precios de los granos. Esta actitud llegó al extremo de sostenerse durante el gobierno anterior, que establecía restricciones a las exportaciones de cereales, lo que repercutía negativamente en los precios. Para enfrentar este inconveniente, Bearzotti se anotó como exportador para poder gestionar ROE y así obtener el valor “lleno” del maíz y del trigo, y no conformarse con lo que pagaban los compradores.
La rotación también se mantiene hoy a pesar de las diferencias de márgenes brutos de los cultivos y de las cuestiones internacionales “porque los golpes imprevistos de timón, buscando un resultado circunstancial, se pagan con la pérdida de beneficios futuros de productividad”, sostiene el empresario.
“El resultado económico no es solo producto de la cantidad vendida de un bien multiplicada por su precio; trabajar con una sucesión de diferentes cultivos impacta sobre la estabilidad de los rindes, más allá del marco climático de cada año. Así se mejora el ambiente productivo en cada lote, lo que impacta en todo el sistema”, apunta Gabriel, quien dismenzó pone de mediciones objetivas de ese proceso.
“Un lote bueno, pero que estuvo bajo monocultura sojera durante muchos años, con un piso bajo de rendimiento, aumenta su productividad y se equipara con los que ya están bajo una sucesión de gramíneas y leguminosas si se lo incorpora a un esquema de rotación”, agrega.
Alquileres conservacionistas
Con estas ideas desarrolladas inicialmente en los campos propios, Bearzotti ofrece cuidar el suelo con planteos sostenibles en lotes arrendados. Propone modelos conservacionistas, además de mantener limpios los lotes y los alambrados, con un protocolo de trabajo que establecen las normas de origen europeo Round Table on Responsible Soy Association (RTRS).
“Procuramos realizar contratos de arrendamiento de al menos tres años de duración, para mantener rotaciones adecuadas. La mayor parte de los acuerdos se establecen en un marco de confianza, porque provienen de relaciones de dos o tres décadas”, apunta el empresario, integrante del CREA Las Petacas, de la región Sur de Santa Fe.
“Con nuestra metodología de trabajo logramos estabilizar los rindes, lo que a su vez nos permite realizar inversiones tecnológicas de punta en los sistemas agrícolas, orientadas a maximizar rendimientos”, añade.
Tres años atrás, la empresa co- a incorporar cultivos de cobertura –fundamentalmente vicia– en aquellos lotes agrícolas de menor aptitud destinados a maíces tardíos, con el propósito de aportar nitrógeno, controlar malezas y mejorar la cobertura del suelo.
“Todavía estamos aprendiendo y necesitamos ajustar el momento y la forma de supresión del cultivo, especialmente en los años secos, en función de la medición regular del nivel de la napa. Más allá de los rindes del cultivo posterior, un sistema enfocado en mantener la salud del suelo debe tener un enfoque sistémico, dado que lo que quizás se deja de ganar hoy puede ser aprovechado mañana por otro cultivo, lo que creemos que es un beneficio de largo plazo para el sistema de producción”, agrega.
Además de los cultivos de cobertura, en Kelymar se desarrolla una completa estrategia de fertilización. Básicamente, se fertilizan el maíz y el trigo con fósforo a la siembra y luego se utilizan mezclas químicas que incluyen nitrógeno, azufre y zinc, a partir de análisis de suelos. Con este “paquete” se cubren los requerimientos de las gramíneas y queda un residual para la soja, que solo recibe fosfato diamónico o monoamónico a la siembra.
Certificación de procesos
La empresa se encuentra certificada con la norma RTRS en toda la superficie agrícola (propia y arrendada).
“Los propietarios que valoran tetexto un campo bien trabajado nos vienen a buscar, porque logramos imponer una marca propia en la zona”, señala Gabriel. La certificación RTRS exige verificar el cumplimiento, por parte de la empresa, de toda la normativa municipal, provincial y nacional. Otros aspectos centrales de la certificación son los relativos a seguridad e higiene, para lo cual fue necesario ofrecer cursos al personal.
Una vez certificada la empresa, cada tonelada de soja producida equivale a un crédito RTRS. Los precios de los créditos fluctúan en el tiempo y pueden venderse en el momento que se considere conveniente.
“Ya veníamos trabajando con descripciones de puestos de trabajo, evaluaciones de higiene y seguridad, planillas diarias, órdenes de trabajo y remitos de entrega de producto, entre otros aspectos, porque la mayor parte de los procesos –excepto aplicaciones aéreas– los hacemos con equipos propios, lo que ayuda al momento de certificar procesos en la empresa maquinaria, taller mecánico, planta de silos y transporte”, explica el empresario.
“El hecho de ser auditados regularmente es útil para que los integrantes de los diferentes equipos de trabajo comprendan que las exigencias para lograr calidad en los procesos no son un capricho, sino algo necesario para generar un valor reconocido por nuestros clientes”, destaca.