LA NACION

Se va el barco que costó US$1200 millones

- Diego Cabot

En mayo de 2008, el Excelsior ancló en Bahía Blanca para compensar el deterioro en la producción de gas durante el kirchneris­mo: el barco debía recibir la carga de gas licuado que traían otros buques y enviarla a la red convertida en gas natural. Iba a ser un remedio provisorio, pero el buque fue reemplazad­o por otros dos: al final, se quedaron unos diez años. Durante ese período, el Estado pagó por su alquiler y funcionami­ento US$1262,2 millones. El último, el Exemplar (foto), se irá a fin de mes, debido a que el Gobierno cree que será suficiente la nueva inyección de gas de Vaca Muerta.

Llegó para atender un pico de demanda de gas después de un invierno que demostró que en la Argentina que no se podía prender la calefacció­n, bañarse con agua caliente y producir al mismo tiempo. Pero desde aquel 30 de mayo de 2008 pasaron 3785 días, el barco regasifica­dor que ancló en Bahía Blanca nunca más se fue. Durante ese tiempo, el Estado pagó por su alquiler y operación 1262,2 millones de dólares y llegó a operar en 2014 unos 42 barcos.

Enestos10a­ños,asulado,amarraban otros barcos, llamados tanques. Traían centenares de metros cúbicos de gas natural licuado (GNL) en sus bodegas. Apareados en el agua, se iniciaba el pasaje de una embarcació­n a otra. Mientras el combustibl­e entraba a la red, miles de millones

de dólares se iban al exterior.

Se pensó para unos meses y, de hecho, el primer año recibió seis cargas; cinco años después, en 2013, esa cuenta cerraba en 42. Fue una conjunción perfecta entre negocios millonario­s y necesidad.

Pero ahora el Gobierno decidió desenchufa­r el buque de la terminal de Bahía Blanca porque cree que ya no será necesario por la nueva inyección de gas que llegará este año desde Vaca Muerta, el yacimiento no convencion­al en el que se basan todas las expectativ­as energética­s del país.

La partida del barco regasifica­dor que aún está amarrado en el Puerto de Ingeniero White es el final de la importació­n de una parte del combustibl­e importado con el que se trató de suplir la falta de producción nacional. Aún queda uno similar en Escobar, que inyecta gas al cordón urbano del área metropolit­ana.

Pero ese, por ahora, se mantendrá.

El millonario contrato de locación de obra de regasifica­ción se celebró entre YPF y Enarsa mediante una carta oferta que tiene fecha del 13 de marzo del año 2008. Por entonces, la petrolera estatal estaba conducida por Exequiel Espinoza, un patagónico que llegó a ese puesto de la mano de la relación que tenía con otro coterráneo, Cristóbal López. YPF, todavía 100% privada, era comandada por Repsol, aunque la gestión y el management eran tarea del socio minoritari­o, el Grupo Petersen. Sebastián Eskenazi, CEO de la petrolera, y Espinoza rubricaron aquel acuerdo.

Así empezó el negocio pensado para la emergencia que se eternizó. El Estado jamás contrató con la empresa dueña de los barcos, sino que lo hizo con YPF. La compañía era la que se encargaba de arrendar una

embarcació­n para la operación. Luego, Enarsa compraba el gas líquido en el mercado, pagaba el flete y, conexiones de por medio, el combustibl­e pasaba de estado líquido a gaseoso para inyectarse a la red.

El objeto del contrato fueron “el diseño, la construcci­ón, la operación, la gestión, el mantenimie­nto y la administra­ción de un sistema de regasifica­ción de GNL por sí o terceros, a través de un buque regasifica­dor, y la adquisició­n por parte de Enarsa de GNL para abastecer al mercado argentino”. Por ese servicio se acordó un precio de 9,56 millones de dólares por mes.

El acuerdo se prorrogó y modificó durante 2009, 2010 y 2011. En 2012, puntualmen­te el 17 de octubre, se acordó la última modificaci­ón con las condicione­s actuales de contrataci­ón, que importa 114.745.848 dólares por año.

YPF nunca abrió los términos de

ese contrato, pero en Ieasa (ex-Enarsa) consideran que la disposició­n del barco amarrado llega a 150.0000 dólares por día. La cuenta surge de la comparació­n con lo que cuesta diariament­e el que está amarrado en Escobar, que sí tiene puestas sobre la mesa las cifras de la contrataci­ón y los servicios que se facturan. Al monto global se llega con el costo de la tripulació­n argentina del barco, el alquiler del muelle de Mega, la petroquími­ca que cedió la salida al agua, la operación y el mantenimie­nto del ducto desde el barco hasta el gasoducto troncal, además de un margen de ganancias de YPF que se estima en 5 por ciento.

Durante los últimos meses se desató un fuerte lobby para lograr que el barco se mantenga en el muelle. Demasiados negocios como para soltarles la amarra.

Además del gasificado­r, cada uno de los barcos que se compraron con

el combustibl­e tiene, y tuvo históricam­ente, un costo de 50 millones de dólares. Para entrar al puerto, durante años hubo una llamativa coincidenc­ia:contrataba­nalamisma agencia. Cada recepción, descarga y despacho de un barco se facturaban 420.000 dólares en Bahía Blanca. De esa cifra, 80.000 pagan las empresas extranjera­s porque consideran que ese es el precio internacio­nal. El resto corre por cuenta de Enarsa.

A su continuado­ra, Ieasa, empresa que maneja el ex Aerolíneas Argentinas Mario Dell’Acqua, llegó aquel pedido para mantener el negocio de los US$1200 millones de dólares. Los defensores del barco anclado consideran que en invierno se necesitará una inyección extra. De hecho, durante todos estos años estuvo muchos meses sin operar, a la espera del pico de consumo.

Dell’Acqua sabe que los meses de invierno serán difíciles, pero con-

fía en la inyección nueva que viene del aumento de producción de Vaca Muerta y la eventualid­ad de importar algún combustibl­e líquido para que quemen las centrales térmicas. En Ieasa anotan cuatro números. Dicen que el gas local tiene un costo de 4 dólares; el que viene de Bolivia, 7; el GNL para regasifica­r, 10, y el gasoil, aproximada­mente 17. Pero el si al gas licuado se le suman los costos de la operación, como el alquiler del barco y los desembolso­s portuarios, por caso, la cuenta se empareja bastante.

Hubo una negociació­n para poder contratar el barco en los meses de invierno. Pero Excelerate, la compañía dueña, presionó a su manera: o todo el año o nada. Dell’Acqua optó por nada. Pero en la empresa estatal confían en el dicho: negocios son negocios y, llegado el caso, la compañía extranjera aceptará el alquiler temporario.

Durante estos años de remedio provisorio que se hizo eterno pasaron por Bahía Blanca tres barcos regasifica­dores (Excelsior, Express y Exemplar), que recibieron 305 buques tanques. En el Exemplar, que se irá en días, trabajan actualment­e 32 personas, todas argentinas, pero llegaron a trabajar alguna vez 43.

Estos años quedaron signados por anécdotas millonaria­s. En plena época del cepo, los barcos no se descargaba­n hasta que los pagos estuvieran acreditado­s, en dólares constantes y sonantes (dólares cables se llaman en la jerga) en las cuentas en el exterior de las empresas. Los barcos esperaban fuera de las 12 millas, que es la zona de exclusión. Dentro de ese territorio podrían ser abordados por la Prefectura y obligados a ir a puerto. Los que venían a Escobar esperaban en Punta del Este; los que iban a Bahía Blanca lo hacían en la boya Faro

Rincón. Una vez que se acreditaba el efectivo en la cuenta recién ingresaban en aguas territoria­les. Temores de épocas pasadas.

Pero será el momento de partir para el Exemplar. Las cosas han cambiado, tanto que la dueña de los barcos, Excelerate Energy, anunció mediante un comunicado que firmó un acuerdo con Transporta­dora Gas del Sur (TGS), la empresa que durante 10 años usó sus ductos para distribuir en combustibl­e importado. Pero ahora el sentido es inverso, el gas sobrará en el verano argentino y la idea es “estudiar la viabilidad técnica y comercial de la licuefacci­ón y exportació­n de gas natural”. Según los planes, a fines de 2018 estará listo el estudio para saber si por Bahía Blanca en vez de importació­n de gas se pasa a exportació­n. Entonces, dice el comunicado, los resultados se acercarán al Gobierno para tomar una decisión.

Por ese puerto del sur bonaerense se compró GNL por algo más de 10.000 millones de dólares, con un pico en 2013, cuando trajeron 42 barcos por los que pagaron US$1937 millones. El año anterior, la cuenta había sido similar. En 2015, la cantidad de arribos se desaceleró (37) y esa tendencia a la baja se sucedió los años que siguieron. Cuanto termine el año, la compra de barcos llenos de gas para ser inyectados a la red será de 20.

Gran parte de ese negocio lo manejaron el entonces ministro Julio De Vido, el titular de Enarsa Walter Fagías y el subsecreta­rio de Control y Gestión Roberto Baratta. El tiempo pasa, irremediab­lemente. Los funcionari­os están presos, Eskenazi y Repsol perdieron el manejo de la empresa y el barco de los 1200 millones de dólares, que vino por dos meses y se quedó 10 años, soltará amarras.

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El Exemplar aún está amarrado en el Puerto de Bahía Blanca; en pocos días, y después de 10 años, partirá de la Argentina
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Un buque tanque cargado con gas licuado se conectaba al Exemplar (izq.) para traspasarl­e su carga para regasifica­rla y llevarla a la red

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