LA NACION

Agustín Osorio, el heredero

Oriundo de Marcos Paz, es hijo de Gustavo Osorio, quien también es su entrenador y que fue el coach de otro joven talento desde sus inicios hasta los Juegos Olímpicos de Río 2016; va en busca del récord mundial juvenil

- Germán Leza

Logró la medalla plateada en jabalina; lo entrena su padre, que también guió a Toledo

Agustín Osorio pensó que su medalla era de bronce. Hasta que en la pantalla transmitie­ron su registro. Con 150,28 metros se ubicó en el segundo lugar y ganó la medalla de plata en lanzamient­o de jabalina en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires. Su mejor lanzamient­o del sábado pasado, con un registro de 76,03 metros, se sumó a la marca de ayer, de 74,25 metros. En estos Juegos, para quitarles presión a los jóvenes atletas, se optó por esta curiosa modalidad de sumar los lanzamient­os. En los Juegos de mayores y en el resto de los torneos no es así. Primero, se lleva a cabo la clasificac­ión y después lanzan en la final. La medalla de oro fue para el finlandés Topias Lande (153m42cm) y el checo Martin Florian fue tercero, con apenas cuatro centímetro­s menos que Osorio.

Esta medalla de plata de Buenos Aires 2018 tiene más de una particular­idad. El entrenador de Agustín es su padre, Gustavo Osorio, que a su vez fue el coach del lanzador de jabalina Braian Toledo hasta los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Además, esta medalla significa la segunda olímpica para Osorio como entrenador. En Singapur 2010, Toledo había ganado la presea de oro. Pero la jabalina, además, es un implemento que marcó para siempre la vida de Gustavo Osorio. No solo por las historias de su hijo Agustín y de Braian, sino porque fue así como conoció a su esposa, Ángela Rodríguez. “Mi esposa lanzaba la jabalina y así nos conocimos. Es el eje longitudin­al de mi familia”, dice en diálogo con la nacion con palabras que apenas balbucea por su profunda emoción. Jamás pensó que alguno de sus tres hijos podría interesars­e por la jabalina. Es que cuando ellos eran chicos, Gustavo viajaba por el mundo junto con Toledo. “Nunca me imaginé que iba a estar en unos Juegos Olímpicos con mi hijo y ganando una medalla. Pensás que por ahí tus hijos van a odiar la jabalina”, reflexiona.

Por su parte, Agustín vive un momento mágico. Tiene la sonrisa constante. Después de abrazarse junto a su abuelo Juan Osorio y a su madre, que lo esperaban en las gradas, se refirió a las sensacione­s de colgarse una medalla de plata en su pecho. “Estoy muy contento, disfruté demasiado esta competenci­a. Tenía hambre de una medalla”, expresó. En cuanto a lo que significa que su padre sea su entrenador, Agustín solamente advierte ventajas: “Tener a mi papá como entrenador me da mucha más confianza”, señala. El joven atleta de 17 años sabe que la medalla de Buenos Aires 2018 fue importante: “Esto es un paso muy bueno para empezar lo que sería mi carrera. Van a venir muy buenas cosas”, dice. Y se anima a soñar en grande: batir el récord mundial juvenil de 86 metros. Su próximo gran objetivo serán el panamerica­no juvenil y el sudamerica­no de esa categoría de 2019. Finalmente, su ciclo de juvenil finalizará en el Mundial de Atletismo junior de Nairobi 2020, en Kenya.

Muy cerca de la pista de atletismo estaba Braian Toledo, quien también presenció los lanzamient­os de Agustín el sábado pasado. Lo conoce desde siempre. En 2010, cuando Toledo fue medalla de oro en los Juegos de la Juventud de Singapur, Agustín tenía 9 años, y vio la consagraci­ón por la televisión, en su casa, acompañado por la madre de Braian. “Estoy muy contento de que otro atleta de Marcos Paz esté acá. Y de que sea Agustín, que lo conozco desde que era chico. Sabe todo lo que lo aprecio y lo quiero”, afirma Toledo. Justamente, que otro atleta de Marcos Paz se destaque en el atletismo mundial llama la atención

del mundo deportivo. Allí, en un pequeño “campito”, como le dice Gustavo Osorio, este entrenador ya forjó dos medallista­s olímpicos. “Algo está pasando en Marcos Paz –señala Agustín Osorio–. Dos medallas en los Juegos Olímpicos de la Juventud es muy bueno”, opina.

Osorio, el padre y entrenador, piensa en todo el sacrificio. En levantarse los domingos a las 7 de la mañana y cruzarse con los adolescent­es volviendo de bailar. Y piensa también en la relevancia de que haya formadores en el atletismo. Así se autodenomi­na él. “Quiero trabajar para ayudar a los profesores y entrenador­es. Yo soy un formador más que un entrenador de elite. Braian me llevó 13 años formarlo y, Agustín, seis”, dice. “Agustín, como Braian, es un talento adquirido. Lo tuvimos que construir. Todos estos chicos –por los lanzadores de jabalina de Buenos Aies 2018– son talentos congénitos porque lanzan así por el brazo que tienen”, añade. Y en cuanto al futuro del deporte argentino y todo lo que generó el programa de detección de talento de los Juegos para la Argentina, advierte: “Tiene que haber un programa de contención porque hay muchos chicos”. Gustavo Osorio disfruta de su medalla, pero no puede dejar de pensar en su rol como docente. Así lo conoció a Braian Toledo cuando era un niño. Y así vive el atletismo.

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La explosión de Agustín Osorio: totalizó 150,28 metros entre las dos jornadas de lanzamient­o de jabalina y conquistó la medalla plateada
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@BuenosAire­s2018

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