El último rebelde de hollywood vuelve en Amor de vinilo, sobre una novela de nick hornby
Como actor y director, supo combinar su imagen rebelde tanto en proyectos muy personales como en films taquilleros
Ethan Hawke está pasando por un buen momento. Las múltiples facetas de su carrera se despliegan en los trabajos que se están dando a conocer en 2018, que comenzó con la presentación en Sundance de su cuarta película como director, Blaze. Poco después deslumbró a la crítica en los Estados Unidos con su interpretación de un pastor cristiano que se enfrenta a grandes interrogantes en First Reformed, de Paul Schrader. Y su rol de ídolo romántico para intelectuales –que nació con su papel de Troy en Generación X y que tan bien desarrolló en la trilogía que comenzó con Antes del amanecer–, está representado a la perfección en Amor de vinilo, que se estrena hoy en las salas.
La película de Jesse Peretz está basada en la novela Juliet, desnuda de Nick Hornby (ver aparte). En el film, Rose Byrne interpreta a Annie, una mujer que vive en una ciudad pequeña y está en pareja con Duncan, un hombre obsesionado con Tucker Crowe (Hawke), un rockero que en los 90 hizo un solo disco que le valió cierta fama. Cuando aparece un demo inédito del músico, Annie se cobra una pequeña venganza publicando una crítica negativa en el sitio web de Duncan dedicado a su ídolo, lo cual genera una conexión entre ella y el propio Crowe.
El papel del músico cuya carrera quedó trunca por sus problemas personales es ideal para Hawke, quien se hizo famoso en la misma época que su personaje.
Viene de tapa Como el propio actor reconoce, la historia de Tucker Crowe (ver crítica en página 4) bien podría ser una continuación de la de Troy, de Generación X. Aquel muchacho inteligente y pesimista, con dificultades para aceptar el amor que tenía delante de él, perfecto símbolo de la era grunge, podría haber crecido para convertirse en un hombre de 50 capaz de reconocer sus errores y darse la oportunidad de reto mar una vida que quedó casi detenida, mientras el tiempo seguía pasando.
Para Hawke, como para su personaje, no fue fácil salir del molde en el que el público y la industria lo querían mantener. El actor comenzó su carrera cuando era apenas un chico de 15 años con Los exploradores, de Joe Dante, en la que compartía elenco con River Phoenix, cuya muerte a los 23 años por sobredosis es una muestra de lo que Hollywood puede hacer a quienes se asoman a la fama siendo tan jóvenes. Hawke fue buscando durante su carrera la manera de que la popularidad extrema no lo consumiera y poder hacer el trabajo que quería. Su segunda película fue La sociedad de los poetas muertos, de Peter Weir y protagonizada por Robin Williams, en la que ya había una semilla del tipo de personajes que le interesarían al joven actor, sujetos llenos de inquietudes intelectuales y morales.
Con Generación X, estrenada en 1994, se convirtió en un ícono de la época, junto con su coprotagonista Winona Ryder. Quedó probado su atractivo para el público joven que se enamoró de él o quiso ser como él. Hollywood estaba listo para hacer de el actor una superestrella, un Brad Pitt. Pero Hawke eligió seguir trabajando en teatro, en donde recibía malas críticas. Y jugarse por un papel en una película independiente llamada Antes del amanecer, dirigida por Richard Linklater. “En ese momento Hollywood le ofrecía todo, pero él se puso a charlar con un tipo del cine indie sobre ir a Viena a hacer una película por nada de dinero, con un presupuesto superbajo y que pensaba que probablemente no iba a funcionar y demandaría un gran esfuerzo. Ethan rechazó mucha fama en términos de Hollywood”, dice Linklater, en un perfil del actor que realizó The New York Times.
La apuesta resultó lo mejor que podía hacer. No solo porque Antes del amanecer es una gran comedia romántica que resultó innovadora en su momento, pero con destino de clásico instantáneo. Hizo una gran pareja en la pantalla con Julie Delpy, con quien luego escribiría las secuelas Antes del atardecer y Antes de la medianoche, por las que fueron nominados al Oscar a Mejor Guion. Pero tal vez lo más importante para el actor fue que allí comenzó su sociedad artística con Linklater, un realizador que parece compartir sus preocupaciones artísticas. La trilogía de Antes; un ensayo casi teatral como Tape; la disquisición filosófica animada que es Despertando a la vida, o el increíble experimento de Boyhood, la película que filmaron en secreto durante 12 años, demuestran la riqueza de las colaboraciones entre ambos.
Plantear preguntas sobre el sentido de la vida y la naturaleza del arte; ensayar respuestas en cada obra. Así se puede resumir la búsqueda de un verdadero artista, y Hawke lo es. Su personalidad pública ha sido objeto de burlas por la percepción de que se esfuerza demasiado por hacer algo significativo, que vaya más allá del entretenimiento y de lo comercial. Pero él siguió siempre su propio camino.
Aunque el actor participa de proyectos con ambiciones más masivas, como Gattaca, La noche de la expiación o Los siete magníficos, elige con cuidado los personajes que encarna. Día de entrenamiento, de Antoine Fuqua, es el mejor ejemplo de una película popular en la que Hawke se luce, gracias a un personaje bien construido y un compañero de lujo como Denzel Washington, quien fue clave en la decisión de sumarlo a la película. El trabajo le valió una nominación al Oscar a Mejor Actor de Reparto.
Hawke tomó un camino recorrido por algunos actores, en el que combina películas que le reporten una ganancia económica fuerte para mantenerse a sí mismo y a su familia, pero también para poder darse el lujo de abocarse a otros proyectos en los que la ganancia es puramente artística.
“Suscribo a lo que decía John Cassavetes, que está OK venderte siempre que sepas para qué te estás vendiendo –dijo Hawke en una entrevista con GQ–. Él hacía un programa de televisión malísimo y después hacía Una mujer bajo influencia con ese dinero. Mucha gente joven comete el error de venderse antes de tener idea de para qué lo está haciendo. Tenés que asegurarte de que tu corazón esté limpio y después podés hacer lo que se te ocurra. El problema es cuando empezás a venderte para nada”.
Para Hawke, “venderse” le permitió no solo seguir participando como actor de películas sin buenas perspectivas comerciales, sino también dirigir sus propios films, como Chelsea Walls y The Hottest State. Su penúltima película como director, Seymour: An Introduction, está basada en el pianista Seymour Bernstein. Los músicos parecen ejercer cierto atractivo especial sobre el actor, como surge en Blaze, su última película, a través del relato de la vida del músico country Blaze Foley, o Chet Baker, a quien encarnó en Born to Be Blue, la biopic del famoso jazzero, que puede verse en Netflix.