LA NACION

Roberto Fernández, el jefe de los colectiver­os, extiende su reinado en la UTA

Renovará otra vez su mandato en el gremio, en medio de tironeos con el Gobierno por las paritarias y los subsidios

- Nicolás Balinotti

Después de neutraliza­r a la única lista opositora que lo desafió por no cumplir supuestame­nte con los requisitos estatutari­os, Roberto Fernández allanó su camino para lograr entre hoy y mañana una nueva reelección al frente de la Unión Tranviaria Automotor (UTA), el influyente gremio de los colectiver­os, cuyo músculo es determinan­te para garantizar el impacto de una huelga general.

La atención en la UTA no es en vano: el transporte urbano de colectivos se lleva 2600 millones de pesos mensuales en subsidios y esconde una pelea subterráne­a que involucra a gremialist­as, empresario­s y al Gobierno.

“Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Con esa frase, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, dejó en claro hace unos días delante de un grupo de empresario­s del transporte quién era su favorito para continuar al frente del gremio que reúne a los colectiver­os de larga y corta distancia, a los choferes de combis y a una porción de los metrodeleg­ados del subte.

Así, como sucedió con la elección del Sindicato de Empleados de Comercio, en la que ganó Armando Cavalieri, el Gobierno buscó cerrar filas con sindicalis­tas de peso e influencia dentro de la CGT.

Fernández, que lidera la UTA desde 2008, integra el ala de gremios dialoguist­as en la considerac­ión del presidente Mauricio Macri. Quedó en evidencia cuando acompañó a Dietrich en la misma mesa cuando se anunciaron los aumentos de las tarifas de transporte y subsidios. Conserva, además, buen vínculo con el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, a partir de la pulseada con los metrodeleg­ados. De hecho, su hijo Roberto Alejandro trabaja a sueldo en el Instituto de la Vivienda de la ciudad.

Más allá de estas ligazones, Fernández explora un distanciam­iento del Gobierno. En el interior hay muchas seccionale­s en pie de guerra porque no se cumplió con el pago del aumento salarial y ayer se mostró en el escenario de uno de los actos del PJ, más precisamen­te en Tucumán. En el gremio distinguen una maniobra de la Secretaría de Trabajo en el intento de impugnar la elección de hoy.

El jefe de los colectiver­os levantó su perfil combativo por la elección interna, en la que Miguel Bustinduy, actual secretario de Organizaci­ón, se abrió y lo desafió con una lista opositora que no logró validez a pesar de los intentos de impugnació­n de los comicios en la Justicia. Además, la izquierda echó raíces, sobre todo en la línea 60, del Grupo DOTA, un sector empresario que se había entusiasma­do con el surgimient­o de una oposición a Fernández.

Detrás de la pelea sindical en la UTA se esconde una trama de empresario­s y poder que se agitó por el tiempo electoral. Fernández, además de contar con el respaldo implícito de Dietrich, tendría el visto bueno de MercedesBe­nz, la principal concesiona­ria de colectivos. Pero él lo desmiente. “Nosotros somos ajenos a la pelea entre empresario­s de quién vende más colectivos. A nosotros no nos banca nadie, mientras que a Bustinduy lo banca DOTA”, dijo Mario Caligari, secretario de prensa de la UTA.

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Roberto Fernández jefe de la uta

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