Los premios Nobel y el crecimiento global
las ideas destacadas en economía y cómo la Argentina podría implementarlas
El otorgamiento de los premios Nobel es siempre una buena razón para ver en qué trabajaron los grandes científicos y escritores galardonados. En Física, Química o Medicina casi siempre son conceptos que nos resultan verdaderamente difíciles de comprender. Afortunadamente, los premios
en Economía –otorgados por el Sveriges Riksbank– presentan ideas que se pueden explicar razonablemente bien, y los dos ganadores de este año escribieron sobre temas que son particularmente importantes para el desarrollo argentino y su inserción en el mundo.
William Nordhayus, de la Universidad
de Yale, logró mostrar la influencia del cambio climático en el contexto económico. Es el creador del modelo DICE (Dynamic Integrated Climate-Economy), un esquema que incorpora los diferentes aspectos de los vínculos entre la economía, el ciclo de carbono y el cambio climático en forma dinámica: cada vez que ocurren ciertos cambios en el crecimiento económico se generan efectos sobre la emisión de gases de invernadero o CO2. Este modelo calcula cuales serían los costos en términos de crecimiento de reducción de las emisiones de gases. Como síntesis de más de 50 años de trabajo, también desarrolló un modelo regional. En ambos casos, el foco está en el costo de las emisiones de carbono.
Nordhaus propone poner un impuesto a las emisiones de CO2, con lo que aquellos países que contribuyan a reducirlas tendrán un beneficio adicional respecto de otros que no puedan o quieran hacerlo. La Argentina tiene un sector agropecuario muy activo que contribuye a absorber el CO2 emitido en otros países y puede incrementar fuertemente su capacidad de hacerlo, si amplía su frontera agropecuaria o el paquete tecnológico utilizado. Si hubiera un mercado de bonos de carbón activo, posiblemente se recaudaría mucho más que con las retenciones a las exportaciones. Quedará la duda si lo apropia el gobierno o el productor, pero estará claro que es un ingreso adicional. Asimismo, las industrias que tenemos son moderadamente antiguas y no son tan intensivas en energía como en otros países, con lo cual es de esperar que si hay nuevas inversiones (cruzo los dedos) serán con técnicas más sostenibles.
Para exportar es cada vez más necesario identificar la huella de carbono. Tendremos que hacerlo para vender a otros países que cada vez son más exigentes. Bueno sería que exportemos todos nuestros productos, y no solo los agropecuarios, con un adecuado uso de recursos. Ya que estamos, incluyamos el uso de agua en esas mediciones. Hoy no lo hacemos.
Aun suponiendo que no se aplicaran impuestos a las emisiones de carbono y no se desarrollara un mercado de bonos, tenemos el privilegio de contar con la tecnología de siembra directa, que tiene un excelente uso de agua y contribuye a la fertilidad de los suelos. Absorbemos el CO2 que emite el resto del mundo. También tenemos un parque automotor obsoleto, por lo que podemos incorporar transporte con etanol o eléctrico, y contamos con puertos que pueden reducir los costos de transporte notablemente. Además, poseemos capital humano desocupado que puede incorporarse para producir en servicios (que en general son menos contaminantes que en la industria). Atención que servicios no es solamente software con personal de alta capacitación. Así, podremos exportar con condiciones favorables que no vienen dadas solamente por el tipo de cambio.
Paul Romer es profesor de la Universidad de Chicago y estudió cómo incorporar adelantos tecnológicos, que se consideraban exógenos o externos al sistema. Estudió cómo lograr generar progreso endógeno, tomando un concepto muy simple: una vez que se tiene una idea se puede replicar y ampliar para muchas otras situaciones, con un costo muy bajo. Romer muestra que “el crecimiento económico ocurre cuando la gente aprovecha los recursos existentes reorganizándolos de manera que resultan más valiosos y productivos”. El ejemplo más claro que tenemos es la siembra directa, donde modificando la forma de producir se logran resultados notablemente mejores. Otro ejemplo es el home banking o las empresas de garantías, que facilitan el comercio internacional al reducir el riesgo de crédito.
En definitiva, estos economistas estudian cómo crecer en forma sustentable. Ambos premios son muy relevantes para la Argentina porque nos muestran un buen camino para desarrollarnos. Intentemos dar un salto tecnológico, ya que tenemos el dudoso privilegio de tener un gran atraso en nuestra economía (pero del cual podemos saltar) y al mismo tiempo la posibilidad de ser un jugador importante para la reducción de gases de efecto invernadero.