Brexit. La UE acelera los planes de emergencia
Aún con la esperanza de llegar a un acuerdo, Bruselas se prepara ante el riesgo de una ruptura brutal
Las negociaciones del Brexit encallaron el pasado domingo por las dificultades para resolver el problema de la frontera en Irlanda. Bruselas todavía espera alcanzar un acuerdo pero, por si acaso, ha anunciado que “intensifica” los planes de emergencia ante el riesgo de desastre.
El impasse en las negociaciones ha complicado el calendario previsto para cerrar un acuerdo y acerca un poco más a las dos partes al precipicio de un Brexit brutal.
“Debemos prepararnos para un escenario sin acuerdo, que ahora es más probable que nunca”, advirtió el lunes el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la carta de invitación a los líderes europeos para la cumbre de hoy en Bruselas.
El ministro español de Exteriores, Josep Borrell, considera impensable que descarrile la negociación a la vista del tremendo impacto que tendría en Reino Unido y en la UE. España, uno de los países potencialmente más afectados por un Brexit sin acuerdo, ha pedido calma y asegura que aún hay tiempo de sobra para alcanzar un pacto con Londres. Francia, que milita entre los socios más duros en la negociación con Londres, también considera que todavía es posible el acuerdo.
Pero la Comisión reconoció el lunes que las luces de alarma han empezado a parpadear de manera más intensa ante la dificultad del gobierno de Theresa May de sacar adelante un pacto que evite una frontera física entre las dos partes de Irlanda y que satisfaga a los intereses contradictorios de su gobierno y del parlamento británico.
“Seguimos trabajando duro por un acuerdo, pero nuestros planes de adaptación y contingencia están en marcha y se han intensificado”, señaló el portavoz de la Comisión Europea a horas de que los 27 líderes de la Unión decidan si merece la pena seguir adelante con la negociación. Todos los indicios apuntan a que el veredicto será positivo y se optará por prolongar el regateo con Londres hasta noviembre e, incluso, según fuentes diplomáticas, hasta final de año.
Pero las mismas fuentes reconocen que apurar tanto los plazos aumenta el riesgo de que cualquier tropiezo político, legal o parlamentario impida que el Tratado de salida pueda estar listo el 29 de marzo de 2019, último día de pertenencia del Reino Unido a la UE. Y ante esa tesitura, Bruselas prepara su dramático plan b, del que la Comisión informará a los líderes en la cumbre europea.
Los planes de emergencia ideados por la Comisión aspiran a preservar la estabilidad en las numerosas actividades económicas que se verían afectadas por un Brexit sin acuerdo, desde el sector aéreo al de la distribución o la transmisión de datos personales.
Fuentes europeas aseguran que algunos países, como Alemania, son partidarios de publicar los planes de contingencia para que las diferentes industrias sepan a qué atenerse. Pero fuentes de la Comisión se resisten, de momento, por temor a desestabilizar aún más la situación política en Londres.
El Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra también mantienen desde hace meses una coordinación estrecha ante el riesgo de inestabilidad financiera en las fechas próximas al 29 de marzo. El trabajo de esos grupos técnicos alcanzaría otra dimensión si la hipótesis de un Brexit brutal sube.
Frente a la alarma de Bruselas, Borrell abogó por desdramatizar la situación. “Hace días parecía que habría acuerdo esta semana y ahora parece que no será posible. Pero esta semana no es el final del plazo”, señaló en Luxemburgo, donde asistía a una reunión del consejo de ministros de Exteriores de la UE. Borrell señaló que “tenemos tiempo, tenemos un mes” y recordó que “en Europa nunca se llega a un acuerdo antes del plazo límite”.
El ministro español no da crédito a la posibilidad de una ruptura brutal. “Continuaremos negociando y me cuesta creer que no seremos capaces de alcanzar un acuerdo porque sería demasiado duro para las dos partes”, apostó Borrell.
España es uno de los países potencialmente más afectados por un descarrilamiento del Brexit. Muchas de las principales compañías del IBEX 35 (Santander, Telefónica, Ferrovial...) tienen una presencia importante en el mercado británico y, precisamente, en actividades en las que el impacto de la falta de acuerdo podría ser mayor.
Reino Unido es el segundo destino de la inversión de España en el exterior (con 77.000 millones de euros, según datos de ICEX), solo por detrás de Estados Unidos. También es el tercer socio comercial de España, pero las exportaciones de bienes al mercado británico ya han acusado una ralentización desde el referéndum del Brexit en 2016.
Los turistas británicos son también la primera fuente de ingresos de la industria turística española, con una aportación de 18.500 millones de euros en 2017. Y a las decenas de miles de españoles que viven y trabajan en Reino Unido se unen los miles de españoles que cada día entran a trabajar en Gibraltar. Tanto las empresas como los trabajadores quedarían en una delicada situación si el Reino Unido saliera de la UE sin ningún tipo de pacto.
La frontera irlandesa, una compleja ecuación
Con la salida de Reino Unido de la UE, los 500 km que separan la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda se convertirán en la principal frontera terrestre del país (aunque habrá otra entre Gibraltar y España).
Si el país sale del mercado único y de la unión aduanera, sinónimos de libertad de circulación y normas aduaneras comunes, habrá que instaurar controles fronterizos.
Habitantes y empresas de ambos lados insisten en la necesidad de mantener una frontera tan invisible como sea posible dado que 31% de las exportaciones norirlandesas van a Irlanda (según cifras de 2016) y unas 30.000 personas cruzan diariamente la línea divisoria.
Se teme también que la reinstauración de una frontera con controles policiales fragilice el acuerdo de paz de 1998 que puso fin al conflicto irlandés, con una gran contribución de la UE para reforzar los lazos ente las dos Irlandas.
La policía considera que cualquier infraestructura en la frontera podría convertirse en blanco de grupos paramilitares disidentes.
La solución de la UE
Bruselas quiere un estatuto especial para Irlanda del Norte, que mantenga a la provincia dentro de las reglas comunitarias.
Para hacer avanzar la negociación, Londres aceptó en diciembre de 2017 una solución denominada “backstop” o “red de seguridad” que se aplicaría solo si no se logra acordar una solución mejor. En estas condiciones, los 27 estiman que Irlanda del Norte debería permanecer en la unión aduanera y el mercado único, sin límite de tiempo. Esta solución es sin embargo inaceptable para el gobierno británico por considerar que pondría en entredicho la integridad territorial de Reino Unido y de su mercado interior.
La postura de Londres
La primera ministra británica Theresa May propone que el “backstop” se aplique a todo Reino Unido y se limite en el tiempo. Dos posibilidades que Bruselas ha rechazado. May considera que el problema se resolvería con la creación en el futuro de una zona de libre comercio de bienes entre Reino Unido y la UE, sin embargo, para la UE este punto se inscribe en el acuerdo sobre una “relación futura” que se negociará más adelante.