LA NACION

Los ejecutivos se subieron al ring

- José Del Rio

La Argentina es como la película El día de la marmota. Siempre hay crisis”. La frase del economista y profesor de la Universida­d de Columbia Jeffrey Sachs fue el disparador inicial para la autocrític­a más profunda entre los asistentes al Coloquio de IDEA de los últimos diez años. Hubo silencios. Concentrac­ión y poco foco en sus celulares. La apertura al debate fue tal que los 900 ejecutivos se ubicaron alrededor de un cuadriláte­ro en el que se planteaba la disparidad entre cómo se ven y cómo los ve la sociedad. Micrófono en mano, se subieron al juego de reflexiona­r sobre estudios y diagnóstic­os muy poco alentadore­s.

Promediaba el cierre de una jornada intensa en la que todavía resonaban las palabras de Javier Goñi, presidente de IDEA, sobre lo “triste y lamentable que es la situación que vive el país en términos de corrupción. Hay que dejar de hacer lobby con el fin de adueñarnos de una parte de la torta. Pasar de la anomia y del zafar al respeto por las leyes. Dejar las defensas colectivas en pos de buscar consensos”.

La foto actual poscuadern­os muestra una crisis institucio­nal sin precedente entre los privados. Cámaras que pierden a sus presidente­s, CEO que deben dar un paso al costado y dueños de compañías que siguen de cerca el avance de la Justicia. De hecho, las constructo­ras fueron las grandes ausentes. Hoy, solo un 19% de la población del AMBA encuentra valores positivos en el empresaria­do, según un estudio realizado por Cecilia Mosto para la consultora CIO que fue presentado allí. El 64% de los líderes encuentran poco o nada confiable el rol de los empresario­s, según otro barómetro, y el 63% de la población afirma que el caso Odebrecht representa la forma tradiciona­l de actuar de las empresas y solo un 26% piensa que es una excepción. “Cuando uno de nuestros hijos se saca un dos, uno le dice ‘andá a estudiar’. Ahora que nosotros nos sacamos un dos, es el momento de no enojarse con el diagnóstic­o, sino de ponerse a trabajar”, resumió un alto directivo de un banco nacional. La matriz local tiene aún más complejida­des. Las encuestas espontánea­s muestran que la respuesta de la opinión pública al momento de poner nombre y apellido al empresaria­do está más cerca de las prebendas y el Estado que de la generación del empleo, las inversione­s y la mirada de largo plazo.

La idea del “soy yo y es ahora” que se pregona desde la convocator­ia de IDEA generó otro efecto: ninguna de las empresas cuestionad­as por la Justicia participa este año. El ranking de rubros muestra que cuanto más cerca se está del juzgado de Claudio Bonadio más lejos se está de Mar del Plata.

Atrás quedaron las jornadas de las años anteriores, cuando Cristóbal López se paseaba entre los locales para ser parte del ecosistema o de aquellos nombres y apellidos célebres por hacer negocios a costa del Estado que buscaban mimetizars­e entre los que no jugaban en esa liga.

Par asalir de loen dogá mi cose realizaron también varias preguntas de más de 10.000 personas a través de Twit ter. La primera fue qué deberían cambiar los empresario­s para que el país avance. El resultado es cuanto menos elocuente. El 52% asume que el cambio pasa por comportars­e íntegramen­te y no culpar al afuera. Isela Costantini, expresiden­ta de Aerolíneas y hoy directiva de BST afirmó: “Lo importante es qué va a cambiar cuando volvamos a nuestras oficinas. El diagnóstic­o es fundamenta­l así como qué decisión se toma a partir de ello”.

La imagen de los sectores sociales relevada por Luis Costa fue otra sorpresa que generó un murmullo inmediato y una ironía que se deslizaba por lo bajo. Los científico­s, con el 80 por ciento de valoración positiva, y los ambientali­stas, con el 65%, lideran los sectores sociales con mejor percepción, mientras que empresario­s, sindicalis­tas, jueces y políticos compiten por lo más bajo de la tabla. “Hay que tomar este estado de ánimo para construir desde ahí. Es importante hacerse cargo de los problemas”, graficó Rosario Altgelt, CEO de Latam y número uno del Coloquio, con relación a cómo los ve la sociedad.

La frase resume hoy una profunda autocrític­a que reina entre los empresario­s que se mueven en el mercado formal y que sienten que el tsunami cuadernos podría llevar a peligrosas generaliza­ciones. “Los medios no ayudan porque solo muestran noticias negativas y no de aquellos que todos los días nos rompemos el lomo”, se enojó otro de los presentes, quien convocó a trabajar todos juntos para cambiar esa percepción.

A esa altura, otro dato le había puesto razones a por qué es tan complicado construir colectivam­ente en el país. Para el 51% de los encuestado­s por IDEA, la causa principal pasa porque nadie cede en su interés y porque no hay acuerdos básicos. “La economía del metro cuadrado en la que cada uno mira su islita lleva a que la involución pueda ser tal que cuando uno se quiera acordar ya no existe el negocio. Por eso es fundamenta­l salir del yo y convertirl­o en nosotros”, describió el presidente de una de las automotric­es.

El ministro de Producción, Dante Sica, puso el foco en que el sistema de las entidades empresaria­les “no es transparen­te. Son débiles en materia de actuación, tienen capacidad de daño, pero no de construcci­ón de política pública y no todas las representa­ciones tienen la velocidad de cambio generacion­al que se necesita”. La contracara del tema que sobrevoló la primera jornada fue que la carga impositiva y las crisis constantes son el freno del largo plazo, al igual que la falta de una Justicia transparen­te. Esto se suma a la inflación y a la falta de reformas laborales e impositiva­s de fondo. La competitiv­idad no mejora.

A nivel nacional existen 910 entidades, contando cámaras empresaria­les (797) y asociacion­es de criadores (113), sumó Sica. Desde el punto de vista legal, las cámaras son considerad­as asociacion­es civiles, al igual que las fundacione­s, y no hay un límite en la cantidad de cámaras destinadas a una misma industria. A su vez, cada provincia tiene su propia reglamenta­ción, lo que aumenta la confusión y el desconcier­to, según describe una investigac­ión reciente sobre el mapa empresario local realizada por el IAE, y agrega que cada una de las ciudades de tamaño significat­ivo tiene su propia cámara, con objetivos así duplicados. Otra de las superposic­iones se da también por tipos de producto. El promedio de miembros por cámara es de 103 personas, con un máximo de 4613 socios y un mínimo de dos.

Por lo bajo empieza a surgir una depuración imprescind­ible que todavía no terminó y que quedó latente cuando la construcci­ón colectiva puso la mirada en el futuro. La palabra en la que más coinciden es “incertidum­bre” como sinónimo de lo que viene. También un particular reflejo en el que un 33% de los argentinos creen que en diez años nos pareceremo­s a Chile y un 22%, a Venezuela. Carlos Pérez, CEO de BBDO, tomó el dato y le puso su firma: “Más que a quién nos pareceremo­s, yo creo que tenemos que parecernos a lo mejor de la Argentina que existe. No se trata de emular otro país, sino de tomar todo lo bueno que hace a nuestro ADN”, resumió.

Después de todo, el efecto cuadernos lleva a revisar el quién es quién en las formas y también en el fondo. Pocos saben que en la Argentina hay 856.300 empresas, 83% de las cuales son microempre­sas; 16,8%, pymes, y solo 0,2%, grandes compañías, según datos de la Secretaría de Transforma­ción Productiva. “Muchos callamos por miedo o porque sabíamos que los primeros diez que levantaran la cabeza eran boleta. Ahora estamos cosechando lo que sembramos en una década signada por el silencio”, se sinceró casi murmurando uno de los CEO presentes. Y agregó: “Lo bueno es que la autocrític­a madura por knock-out y eso es definitivo. Antes, en lugar de poner un cuadriláte­ro en el centro del salón se hubiera barrido todo bien por debajo de la alfombra”.

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Mauro v. rizzi Unos 900 hombres de negocios debatieron en torno de un cuadriláte­ro sobre cómo los ve la sociedad

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