Lo que más necesita el mundo árabe es libertad de expresión
Este texto de Jamal Khashoggi fue recibido por Karen Attiah, editora de opinión de The Washington Post, un día antes de que la desaparición del periodista saudita en Estambul tomara estado público. Fue el último artículo escrito por Khashoggi
ESTAMBUL.– Hace unos días busqué en internet el informe 2018 sobre “Libertad en el mundo” que publica Freedom House y me di cuenta de algo gravísimo: hay un solo Estado árabe clasificado como “libre”. Túnez. En segundo lugar vienen Jordania, Marruecos y Kuwait, con la clasificación de “parcialmente libres”. Los demás son “no libres”.
La consecuencia es que los árabes de esos países están o desinformados o mal informados. No tienen capacidad de resolver adecuadamente, y mucho menos discutir públicamente, los asuntos que afectan la región y sus vidas. La psiquis de la opinión pública está bajo el dominio de un relato manejado por el Estado. Es poco probable que esa situación cambie.
Durante la primavera boreal de 2011, el mundo árabe estaba henchido de esperanza. Periodistas, académicos y la población en general desbordaban de expectativas de una sociedad árabe libre y luminosa dentro de cada uno de sus países. Esas expectativas se vieron frustradas casi de inmediato y esas sociedades recayeron en el antiguo statu quo o directamente empeoraron mucho más su situación.
Mi amigo el escritor saudita Saleh al-Shehi escribió una de las más celebres columnas sobre los medios de prensa en Arabia Saudita. Ahora cumple una inmerecida pena de cinco años de prisión. Esas acciones ya no tienen un efecto rebote en la comunidad internacional.
Como resultado, los gobiernos árabes tienen rienda libre para seguir silenciando a los medios a paso acelerado. Hubo un tiempo en que los periodistas creímos que internet liberaría la información de la censura y del control asociado con la prensa impresa. Pero esos gobiernos, cuya existencia misma depende del control de la información, han bloqueado el acceso a las redes. También han arrestado a periodistas y presionado a los anunciantes.
El mundo árabe vive su propia versión de la Cortina de Hierro, impuesta no por actores externos, sino a través de las fuerzas internas que se disputan el poder.
Los habitantes del mundo árabe necesitan leer en su propio idioma, para poder entender y debatir los diversos aspectos y complicaciones de la democracia en Estados Unidos y Occidente. Si un ciudadano egipcio lee un artículo que deja al descubierto el costo de un proyecto de construcción de Washington, estará en mejores condiciones de entender las implicancias de proyectos similares en su propia comunidad.
El mundo árabe necesita una versión actual de los viejos medios transnacionales, para que sus ciudadanos puedan informarse de los acontecimientos mundiales. Sufrimos de pobreza y desmanejo de los asuntos públicos y la educación es pobrísima. Con la creación de un foro de expresión internacional independiente, aislado de las influencias de los gobiernos nacionales que esparcen su odio a través de la propaganda, la gente común del mundo árabe sería capaz de solucionar los problemas estructurales que enfrentan sus sociedades.