¿Es un país fracasado?, la sorpresiva pregunta en el empresariado
MAR DEL PLATA.– Al menos una vez al año en el último bienio los empresarios se autoinfligen una situación incómoda mediante la invitación al Coloquio de IDEA de oradores de extracción diversa que los provocan. El periodista Jorge Lanata fue el verdugo elegido el año pasado. “No puedo creer que gente con tanta plata sea tan cobarde”, les había dicho por su actuación en el kirchnerismo, algo que fue sucedido por un aplauso de aprobación.
Un grupo compuesto por filósofos y politólogos repitieron ayer el ejercicio de entremezclar en sus palabras algunas referencias fuera de guion. Desde la recomendación de Andrés Mala mud,qu eles sugirió a los hombres de negocios hacerse amigos del juez, en referenciaa La vuelta de Martín Fierro en el contexto de la investigación de los cuadernos, hasta su colega María Esperanza Casullo, que interpeló: “La pregunta que nos convoca es si la Argentina es un país fracasado”, algo que ningún ejecutivo hubiese puesto en esos términos.
Quizá quien mejor haya resumido la discusión fue el consultor Sergio Berensztein. “Pensarnos negativamente no es algo de este período, sino que es una característica nuestra. Tenemos que tratar de desembarazarnos de este legado tan negativo y repensar la Argentina sin esas ataduras”, pidió.
Casullo, de la Universidad Nacional de Río Negro, le recordó a un público compuesto por unos 1000 hombres de negocios que las historias argentinas suelen narrar un fracaso .“Les buscan explicaciones a porqué no somos rico sopor qué ya no somos la octava economía del planeta, a pesar de que en ese momento la pregunta era por qué no éramos la primera”. Dulce Santiago, profesora de la UCA, insistió en esa línea. “Esta autopercepción de un país rico y europeo tal vez no coincida con la realidad en su profundidad”, dijo.
Antes, Casullo había llevado algo de tranquilidad cuando dijo que, según su mirada, la Argentina no era un país fracasado, aunque sí con muchos problemas. Pese a eso, la politóloga se preguntó qué pasaría si se contara la historia del país a partir de los éxitos. Y enumeró algunos: en cuatro décadas el país pasó de tener una inmigración inconexa a una sociedad integrada, algo menos frecuente de lo que se cree; se rechaza la violencia en la política, que era común entre 1930 y 1983; la crisis de 2001 se canalizó, pese a todos los problemas, a través de instituciones, y hay escuelas públicas en lugares recónditos que funcionan gracias al compromiso de ciertas personas.
Malamud deslizó cuestionamientos al lema mismo del Coloquio (“Cambio cultural: soy yo y es ahora”). “La cultura es relevante, pero no es la causa de los problemas. Son los incentivos, los shocks. El que ahorra en pesos no es un patriota, es un patético; si coimeamos menos no es porque vimos la luz, sino porque nos están metiendo presos”.