LA NACION

¿Es un país fracasado?, la sorpresiva pregunta en el empresaria­do

- Pablo Fernández Blanco ENvIADO ESPECIAL

MAR DEL PLATA.– Al menos una vez al año en el último bienio los empresario­s se autoinflig­en una situación incómoda mediante la invitación al Coloquio de IDEA de oradores de extracción diversa que los provocan. El periodista Jorge Lanata fue el verdugo elegido el año pasado. “No puedo creer que gente con tanta plata sea tan cobarde”, les había dicho por su actuación en el kirchneris­mo, algo que fue sucedido por un aplauso de aprobación.

Un grupo compuesto por filósofos y politólogo­s repitieron ayer el ejercicio de entremezcl­ar en sus palabras algunas referencia­s fuera de guion. Desde la recomendac­ión de Andrés Mala mud,qu eles sugirió a los hombres de negocios hacerse amigos del juez, en referencia­a La vuelta de Martín Fierro en el contexto de la investigac­ión de los cuadernos, hasta su colega María Esperanza Casullo, que interpeló: “La pregunta que nos convoca es si la Argentina es un país fracasado”, algo que ningún ejecutivo hubiese puesto en esos términos.

Quizá quien mejor haya resumido la discusión fue el consultor Sergio Berensztei­n. “Pensarnos negativame­nte no es algo de este período, sino que es una caracterís­tica nuestra. Tenemos que tratar de desembaraz­arnos de este legado tan negativo y repensar la Argentina sin esas ataduras”, pidió.

Casullo, de la Universida­d Nacional de Río Negro, le recordó a un público compuesto por unos 1000 hombres de negocios que las historias argentinas suelen narrar un fracaso .“Les buscan explicacio­nes a porqué no somos rico sopor qué ya no somos la octava economía del planeta, a pesar de que en ese momento la pregunta era por qué no éramos la primera”. Dulce Santiago, profesora de la UCA, insistió en esa línea. “Esta autopercep­ción de un país rico y europeo tal vez no coincida con la realidad en su profundida­d”, dijo.

Antes, Casullo había llevado algo de tranquilid­ad cuando dijo que, según su mirada, la Argentina no era un país fracasado, aunque sí con muchos problemas. Pese a eso, la politóloga se preguntó qué pasaría si se contara la historia del país a partir de los éxitos. Y enumeró algunos: en cuatro décadas el país pasó de tener una inmigració­n inconexa a una sociedad integrada, algo menos frecuente de lo que se cree; se rechaza la violencia en la política, que era común entre 1930 y 1983; la crisis de 2001 se canalizó, pese a todos los problemas, a través de institucio­nes, y hay escuelas públicas en lugares recónditos que funcionan gracias al compromiso de ciertas personas.

Malamud deslizó cuestionam­ientos al lema mismo del Coloquio (“Cambio cultural: soy yo y es ahora”). “La cultura es relevante, pero no es la causa de los problemas. Son los incentivos, los shocks. El que ahorra en pesos no es un patriota, es un patético; si coimeamos menos no es porque vimos la luz, sino porque nos están metiendo presos”.

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