LA NACION

“kim jong-un sabe muy bien lo que quiere”

El presidente del COI relata detalles de cómo convenció a Corea del Norte de apostar por la paz

- TExTO Sebastián Fest

Un año atrás, Thomas Bach atravesaba el momento más difícil de sus cinco años como presidente del COI. La escalada de amenazas entre Corea del Norte y Estados Unidos lo ponía a las puertas de tener que cancelar los Juegos Olímpicos de invierno de Pyeongchan­g, en Corea del Sur. En medio de tanta violencia verbal y de la posibilida­d cierta de una guerra nuclear, movilizar a miles de atletas y 200 países a las nevadas montañas surcoreana­s no era ni siquiera frívolo: era temerario.

Bach, que como campeón mundial y olímpico de esgrima siempre supo cuál es el momento adecuado para esperar y cuál para atacar, aguantó con diplomacia prudente, primero, y luego encaró la ofensiva para salvar los Juegos que debían celebrarse en febrero. Habló y se reunió con todos los jefes de Estado o de gobierno involucrad­os para convertir al COI en un impensado puente entre Pyongyang y Washington DC. Y funcionó, tal como relató durante su entrevista con la

nacion. Bach, que preside una entidad que tiene status de miembro observador en la ONU, se reunió con Kim Jong-un en Pyeongchan­g, donde el líder sucoreano lo recibió en son deportivo: un partido de fútbol femenino con 100.000 espectador­es en el principal estadio de la ciudad. Bach y Kim desarrolla­ron una relación de confianza y el nuevo clima desembocó en la cumbre de Singapur entre el líder norcoreano y el presidente estadounid­ense, Donald Trump. Todo cambió. Hoy ya se habla de la posibilida­d de que las dos Corea algún día organicen unos Juegos en conjunto.

-Usted nos dice que Buenos Aires es una candidata importante para organizar los Juegos de 2032. Siempre y cuando las dos Coreas no se presenten juntas, ¿no?

–Es demasiado prematuro para juzgarlo, hay que ver los acontecimi­entos que se den en la península coreana. Pero con estos Juegos juveniles, Buenos Aires es una candidata extremadam­ente fuerte.

–¿Cómo logró facilitar la distensión de la situación en la península coreana? En cierto momento parecía imposible.

–No era para nada fácil. Era, más bien, muy difícil. Trabajamos cuatro años para eso, para que los deportista­s norcoreano­s estuvieran en los juegos. Hubo una fase, en el otoño (boreal) de 2017, entre septiembre a noviembre, en la que los Juegos en su totalidad estuvierio­n en riesgo, donde ya no se trataba de si participab­an los norcoreano­s, sino si en esa situacion de amenazas militares de ambas partes se podía celebrar los Juegos en medio de tanta tensión.

–¿Cuál fue el secreto para sacar adelante el asunto?

–En esos días trabajamos con todos los gobiernos de la región, estuvimos también en la Casa Blanca con el señor Trump, estuvimos con China, Japón, las dos Coreas y los miembros del Consejo de Seguridad. A todos les dijimos que el ideal olímpico y los Juegos debían ser respetados. Se aprobó una resolución de la ONU que fue enormement­e importante, porque por primera vez los estados miembro se obligaban a garantizar el acceso libre y la organizaci­ón de los Juegos.

–¿Qué lo sorprendió de Kim?

–Es una persona muy bien informada. Y está también muy informado de la imagen que se tiene de él en Occidente, aunque maneja el tema con la distancia necesaria. Es un hombre que sabe muy bien lo que quiere. En las conversaci­ones fue muy directo, pero también muy diplomátic­o.

–Trump llegó a definirlo como el hombre-cohete

–Sobre eso no voy a decir nada...

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