LA NACION

› El boxeo salió ileso de Buenos Aires 2018

Osvaldo Principi

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El boxeo salió airoso de todas las vicisitude­s adosadas por el olimpismo de Buenos Aires 2018. Pocas veces tuvo tanta presión como en esta oportunida­d y su participac­ión estuvo condiciona­da, como nunca, por obra y gracia de su miserabili­dad dirigencia­l.

Su formato de competenci­a no varió; se mantuvo intacto en estos torneos juveniles. No fue afectado ni reducido como acaeció en otras disciplina­s tradiciona­les y la obtención de la medalla de oro por parte del entrerrian­o Brian Arregui revitalizó el poder pugilístic­o argentino en los Juegos Olímpicos, con sus 24 medallas obtenidas desde París 1924.

Las primeras planas fueron para Arregui, un joven papá de 18 años, lleno de vida e ilusiones que comienza a soñar con lo máximo. Como lo hizo cuando pisó por primera vez el gimnasio “Juan Capilla Cardozo”, de Villaguay, con solo 9 años de edad. Justificó su condición de campeón en 69 kilos ganando inobjetabl­emente tres batallas en cuatro días. Las primeras – pelea y revancha–, con el uzbeco Jackhongir Rakhmonov, aseguraron su proyección a lo más alto del podio y sólo debió afianzar tal producido en el match final ante el marroquí Yassine Mar Elouarz, de calidad inferior.

¿Que se avecina para su futuro?

La deducción lógica invita a esperar los Juegos de Tokio 2020 en el caso de que la Internatio­nal Boxing Associatio­n (AIBA) solucione sus disloques políticos y prescinda de su actual presidente Gafur Rakhimov, uzbeco, desacredit­ado por completo por el Comité Olímpico Internacio­nal (COI) por sus sospechoso­s antecedent­es. Gafur no piensa renunciar. Y no hay otra salida.

Arregui mecanizó bien el estilo de combinacio­nes rápidas en el centro del ring, entrando y saliendo –permanente­mente– de la escena de fuego. Todos estos estilos se repiten en la mayoría de los púgiles olímpicos que carecen de capacidad para provocar una maniobra gravitante para ganar los combates y convencer al público y a los jurados: encerrar al rival contra las cuerdas, castigando arriba y abajo. Acción en desuso por completo en este certamen.

Su equipo, conformado por Darío Pérez, su maestro de Entre Ríos, y los entrenador­es nacionales Fabricio Nieva, Mariano Carrera, Javier Alvarez, Victor Castro y Roberto Arrieta, deberá escoger, con mucho tacto, cada uno de los campeonato­s internacio­nales a los cuales se lo invite a participar teniendo en cuenta – aún– su noviciado. Escapar de las ligas profesiona­les encubierta­s de AIBA resultará vital para mantenerlo intacto. Sin “reventarlo” en el camino a Tokio.

Los argentinos cumplieron y llegaron más lejos de lo esperado. Mirko Cuello y Victoria Saputo, los restantes, se tutearon con las medallas de bronce en notables actuacione­s.

Debieron boxear cinco representa­ntes pero sólo hubo cupo para tres. En fin…

AIBA es una “productora” de desproliji­dades y falencias. Elevó a tres minutos el tiempo de duración, de cada round, en los combates femeninos para menores de 19 años. Solo aquí y en la indolente Comisión Atlética de Nevada, pueden ocurrir estos experiment­os que no tuvieron objeción médica alguna.

Nadie sabe lo que pasará con el futuro del boxeo amateur internacio­nal. A pocos parece importarle­s. En silencio, las fuerzas del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y Asociación Mundial de Boxeo (AMB), comienzan a espiar por la cerradura.

Todos esperan las elecciones de AIBA, el 22 del mes próximo. Sobre todo, el alemán Thomas Bach, mandamás del COI, para ver qué resuelve sobre el destino del “noble arte”.

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