LA NACION

Eduardo García. “Es más de lo mismo, todo el mundo se cuelga de la sotana del Papa”

El obispo de San Justo, que está con Francisco en Roma, expresó su molestia por el affaire Moyano

- Texto y foto Elisabetta Piqué Correspons­al en Roma

“No podemos seguir involucran­do al Papa en nuestras pequeñeces. Hay muchos que utilizan la misa para la foto, pero hay muchos que rezan”. Son palabras de Eduardo García, obispo de San Justo y muy cercano a Jorge Bergoglio, de quien fue durante diez años auxiliar en Buenos Aires.

García fue designado directamen­te por Francisco para participar del Sínodo de Obispos dedicado a los jóvenes, en el Vaticano. En una entrevista con la nacion, en un salón de la residencia de Santa Marta, no ocultó su malestar por la nueva tormenta que se desató en la Argentina, a más de 13.000 kilómetros, donde el Papa fue acusado de apoyar una misa en Luján que se transformó en un acto opositor.

–¿Qué piensa de la polémica?

–Es más de lo mismo, algo que viene desde el 13 de marzo de 2013, cuando fue elegido: todo el mundo se cuelga de la sotana del Papa. Es un problema de los argentinos. Primero, pensar que somos el ombligo del mundo, y el Papa no tiene otra cosa que hacer que pensar todo el tiempo en nuestras internas.

–Pablo Moyano dijo que el Papa dio la venia...

–Hay muchos que utilizan la misa para la foto, pero hay muchos que rezan. Obviamente, Francisco va a avalar siempre una oración. Otra cosa es que se ponga a cargo de una misa como una expresión política determinad­a. Eso no está en su mentalidad. Se han dicho muchas cosas. Él no se va a poner a desmentir, esta no es una feria de barrio.

–¿Usted pudo hablar con él?

–No, porque fue muy reciente. Pero uno conoce al Papa, lo ve actuar. Pasan cosas mucho más graves en la Iglesia, y él maneja siempre una prudencia y un silencio que hacen que las cosas se vayan desenvolvi­endo y, a la larga, salga lo verdadero. No podemos seguir involucran­do al Papa en nuestras pequeñeces. Y, encima, hacer de esto grandes noticias o explosione­s. Si el Papa se encuentra con Trump, vamos a decir que es liberal; si va a China, vamos a decir que es comunista; si va a Venezuela, es populista; si el Papa va a Marte, vamos a decir que es marciano. A mí, como argentino, católico y obispo, me molesta esta interpreta­ción tan barata de lo que es el Papa, y hasta me causa risa. Es tan burdo.

–Algunos dicen que así como la Iglesia avaló la dictadura, ahora avala a sindicalis­tas corruptos, porque muchos de los que asistieron a la misa tienen cuentas pendientes con la Justicia.

–Esa es una mirada chiquita de la Iglesia. A la Iglesia va el bueno, el malo, el sucio, el feo, el corrupto, el santo, todos. La Iglesia abraza a todos. Esto no significa que la Iglesia se identifiqu­e con todos. Es una visión muy chiquita y creo que los medios hacen una manipulaci­ón de la figura del Papa y de la informació­n muy nefasta. Se manipula a la opinión pública. El Papa busca la pacificaci­ón, la unidad de los argentinos, y parece que estuviéram­os empeñados en dividirnos.

–¿Estas polémicas se hubieran evitado con un viaje del Papa a la Argentina?

–No creo, porque tenemos una psicología y perspectiv­a de comadrona de feria. Entonces, si el Papa va a la Argentina sería: “Mirá con quién está, mirá con quién no está, uy, no quiso atender a este”. Si Francisco va a la Argentina no va a poder atender a todos, ni podrá tomar un vermouth con todos los que dicen ser sus grandes amigos. Porque desde 2013 es como Roberto Carlos, tiene un montón de amigos. Como estamos, si viene el Papa sería una situación de conflicto: si miró a tal, si miró a tal otro, si fue a tal provincia, por qué no fue a tal otra... Todavía estamos en ese infantilis­mo de no darnos cuenta de que el Papa es universal, no es un patrimonio nuestro.

–¿Con todas estas controvers­ias se aleja cada vez más la posibilida­d de un viaje?

–Por supuesto. Si yo fuera el Papa, no tendría las más mínimas ganas de ir. Para que me despelleje­n por los cuatro costados en esta psicología adolescent­e de “me miró, no me miró, estuvo conmigo, no estuvo conmigo, mirá lo que hizo, mirá lo que no hizo, por qué vino acá, por qué no fue allá”... Somos unos inmaduros, el Papa es universal... Tenemos que madurar bastante para poder estar a la altura de la visita del Papa.

–Usted siempre fue muy cercano a Francisco. ¿Cómo lo ve?

-Lo veo muy bien, con mucha fuerza, con mucha determinac­ión en las cosas que hace, silenciosa­mente. Porque él no hace propaganda de sus actos, conduce con claridad una Iglesia realmente al servicio de la paz, al servicio de los pobres. Quiere una Iglesia que sea madre.

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