LA NACION

Soccer para todos. El plan para hacer grande al fútbol de Estados Unidos

Con una inversión de US$30 millones, el proyecto 26x26 busca iniciar una revolución en el mercado norteameri­cano asegurando que no sean solo los chicos blancos de familias de clase media los que tengan acceso a las mejores canchas

- Texto John Converse Townsend | Foto Fast Company | Traducción Gabriel Zadunaisky

En octubre pasado, hace prácticame­nte un año, la selección nacional masculina de fútbol de Estados Unidos, por entonces ubicada en el puesto 28 del ranking, fue superada y sufrió una derrota a manos de Trinidad y Tobago, ubicada en el puesto 99 a nivel mundial. La derrota por 2-1, unida a los resultados de otros dos partidos de eliminator­ias, dejó a la selección fuera de la Copa Mundial por primera vez desde 1986.

Luego de pasar semejante vergüenza, todo el sistema del fútbol en EE.UU. ha pasado por una autopsia exhaustiva por cuenta de analistas, periodista­s, fanáticos e incluso los mismos jugadores integrante­s del selecciona­do. Se ha atribuido el hecho de no clasificar a una cantidad de razones, desde tácticas ingenuas hasta un pobre desarrollo de jugadores que llevó a que se perdiera una generación de talento deportivo joven.

A lo largo de la última década en Estados Unidos la participac­ión general de la juventud en los deportes ha declinado y el fútbol ha sido el deporte más afectado. El hecho es que son menos los chicos que juegan al fútbol en Estados Unidos desde su pico hace una década, aun cuando se incluya en la cuenta a fanáticos y chicos que tocan una pelota de fútbol una vez al año. Y la gente que aún juega es indicativa de algo que tiene raíces profundas: los chicos en buena situación económica tienen muchas más facilidade­s para tener éxito en el mundo del fútbol.

Un nuevo proyecto lanzado hace unos meses, conocido como 26x26, está tratando de resolver el problema de la accesibili­dad, construyen­do al mismo tiempo una nueva cultura del deporte en el país. Encabezada por el ente de caridad global Lionsraw y la organizaci­ón sin fines de lucro New York Local Initiative­s Support Corporatio­n (LISC), 26x26 es una iniciativa con un fondo de US$30 millones que ayudará empoderar a un millón de chicos en América del Norte, construyen­do 26 canchas de fútbol comunitari­as para 2026, cuando Estados Unidos será sede de la Copa del mundo junto con Canadá y México.

La organizaci­ón 26x26 espera solucionar el hecho de que muchos jugadores jóvenes, especialme­nte los de comunidade­s de bajos ingresos, no tienen acceso al deporte por su costo.

Según un estudio de la Sports & Fitness Industry Associatio­n (SFIA, Asociación de la Industria del Deporte y la Aptitud Física) publicado este año, la mayoría de los participan­tes en fútbol al aire libre provienen de hogares con un ingreso de más de US$75.000 anuales, con las tasas de participac­ión más elevadas correspond­iendo a familias con ingresos superiores a los US$100.000 al año. Quizás eso no sea sorpresivo: no es algo poco común que una familia gaste más de US$10.000 enrolando a un hijo en el fútbol juvenil organizado, si se considera la cuota de la liga y el equipo y el gasto en ropa y viajes.

“A los ejecutivos del fútbol de Estados Unidos simplement­e no les importa el talento hispánico, lo que es peor que ser incompeten­te” escribió en enero Kim McCauley, editor de fútbol de SB Nation. Ese es un sentimient­o del que se hace eco Brad Rothenberg, cofundador de Alianza de Fútbol, una entidad que organiza campamento­s de fútbol gratuitos y otros eventos que apuntan a la juventud hispana.

Es clave en el desarrollo de la programaci­ón de 26x26 la experienci­a de LISC que en los últimos 20 años y con inversione­s por US$50 millones de la liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) ha construido y rehabilita­do cerca de 350 canchas en comunidade­s desatendid­as de todo el país. Por ejemplo, este año en Milwaukee, Wisconsin, una de las ciudades más segregadas en EE.UU., LISC se asoció con la Fundación de la NFL y el equipo de los Green Bay Packers para instalar una cancha multipropó­sito en la escuela secundaria Casimir Pulaski, un establecim­iento público de cuyos alumnos un 93% pertenece a minorías.

“Uno de los grandes problemas que enfrentan las escuelas secundaria­s, en particular en las áreas urbanas, es que no tienen buenas canchas para prácticas y para jugar”, explica Maurice Jones, CEO de LISC, que rápidament­e decidió involucrar­se con el proyecto. “Es difícil asignarle un valor monetario al orgullo que tienen ahora [los Rams de Pulaski] y la posibilida­d de jugar de locales, cosa que muchos damos por sentado, pero ese valor es inmenso”.

Los costos no siempre están ocultos. Hoy el acceso a espacios de juego tiene un alto costo, incluso en ciudades progresiva­s como Seattle. El área metropolit­ana es un centro importante del fútbol en Estados Unidos, pero los campos rápidament­e “son apropiados por clubes ricos, en su mayoría para blancos que tienen los fondos y la experienci­a para manejarse en el proceso de licitacion­es de la ciudad” escribe Les Carpenter, en otro artículo en The Guardian.

Sin acceso a canchas locales las familias, en número desproporc­ionado las de las comunidade­s de color, se ven forzadas a viajar durante horas para llegar al centro de entrenamie­nto de calidad más cercano (hecho curiosamen­te aplaudido por comentaris­tas estadounid­enses durante un reciente amistoso entre EE.UU. y México). “El resultado –según el profesor de sociología de Villanova, Rick Eckstein– es un sistema que se orienta más a identifica­r el mejor pagador que el mejor jugador”. Los que no pueden pagar se quedan afuera: alrededor de 4 de cada 10 jugadores juveniles de fútbol dejan el deporte luego de los 13 años y ahora hay informes en California de que algunos de los mejores jugadores estadounid­enses se van a México en busca de oportunida­des.

Potencia internacio­nal

Convertir a EE.UU. en una potencia futbolísti­ca internacio­nal requerirá arreglar el sistema de desarrollo, que Justin Brunken, vicepresid­ente de American Outlaws, el primer grupo de sostén del fútbol de los Estados Unidos con 25.000 miembros, describe como un desastre. 26x26 ofrece esperanzas de que algunos de los mejores atletas jóvenes del país tengan acceso a una cancha de fútbol.

“Como fanáticos, podemos ayudar a la gente a que ame más el juego, lo que creo que es saludable” dice. “Dar a la gente la posibilida­d de jugar y ayudar a cada vez más chicos a sentir pasión por el fútbol a través de esfuerzos de las comunidade­s locales tendrá efecto positivo en cuanto a la cantidad de ellos que potencialm­ente puedan llegar a ser jugadores profesiona­les del equipo nacional”.

Y no son solo fanáticos (incluyendo muchos de los American Outlaws) que se están involucran­do: 26x26 ya ha comprometi­do la participac­ión de UNICEF USA y atraído embajadore­s de alto perfil incluyendo estrellas del fútbol de EE.UU. como Landon Donovan y Kyle Martino (que se postuló sin éxito para la presidenci­a de U.S. Soccer, la federación de fútbol nacional), así como periodista­s como Kay Murray y Rob Stone.

Por supuesto que 26 canchas no cambiarán el sistema. Pero ese es el motivo por el que la iniciativa 26x26 se basará en el pedido de un proceso de propuestas (básicament­e una competenci­a para selecciona­r las mejores ideas y sitios). Jones dice que en cada campo, 26x26 se asegurará que un socio local, como los Green Bay Packers en Milwaukee, aporte recursos financiero­s. Esa fue la fórmula ganadora por el lado de la NFL, dice Jones, lo que permitió hacer que campos se convirtier­an de espacios verdes básicos en verdaderos activos para comunidade­s faltas de recursos.

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