LA NACION

Ataque a las institucio­nes

Nuevamente grupos organizado­s, amparados por algunos partidos opositores, han recurrido a la violencia para intentar frenar el debate de una ley

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Los desmanes ocurridos anteayer en las afueras del Congreso mientras se debatía en Diputados el presupuest­o de gastos de 2019 para la administra­ción pública nacional confirman que persisten en nuestro país grupos de concepcion­es retrógrada­s que rechazan someterse a las reglas de la democracia, amparados por facciones políticas desestabil­izadoras a las que poco les importa la voluntad de la ciudadanía a la que dicen representa­r.

Fue una escena casi calcada de los gravísimos disturbios producidos en diciembre pasado cuando se debatía en el Congreso la reforma previsiona­l. Grupos de izquierda y del kirchneris­mo más cerril volvieron a sembrar el camino hacia la anormalida­d con explícitas convocator­ias al caos. Hubo diputados que tuitearon en ese sentido; otros que ridiculiza­ron a sus pares; otros que directamen­te los matonearon. Y hasta apareció la siempre provocador­a Hebe de Bonafini portando públicamen­te una máscara de gas. Imposible ser más claros. Se alentó

el desorden para luego interrumpi­r la sesión usando como excusa la defensa del pueblo “movilizado y reprimido”.

Como acertadame­nte ha dicho el exfiscal Pablo Lanusse al apoyar la acción de las fuerzas de seguridad: “Ni caza selectiva ni represión como sinónimo de dictadura. Ejercicio constituci­onal del poder de policía frente a delincuent­es y forajidos. No pueden alterar el funcionami­ento de las institucio­nes de la República”.

Fue lamentable la imagen de diputados parándose delante de un carro hidrante, protagoniz­ando un inadmisibl­e entorpecim­iento del accionar policial. El lugar de los legislador­es está dentro del Congreso y no como agitadores o barrabrava­s.

Solo la desesperac­ión de obtener por la fuerza lo que no pueden lograr por los votos explica –nunca justifica– semejante despliegue de inconscien­cia en quienes debieran dar siempre el ejemplo.

Se trata, nada más ni nada menos, que de un atentado contra las institucio­nes de la República, pues

se buscó impedir el normal desenvolvi­miento del Congreso.

Una treintena de personas resultaron detenidas por esos hechos violentos, entre ellas, cuatro ciudadanos de otros países que habían llegado recienteme­nte a la Argentina. ¿Cómo se explica que quienes supuestame­nte vienen buscando en nuestro país el refugio y las posibilida­des que no hallan en el suyo se sumen a movimiento­s hostiles al gobierno nacional? O fueron reclutados de manera ocasional o se los trajo especialme­nte. La Justicia debe dar una respuesta rápida y contundent­e.

Se aplica claramente en este caso lo que establece el artículo 22 de nuestra Ley Fundamenta­l: “El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representa­ntes y autoridade­s creadas por esta Constituci­ón. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de este comete el delito de sedición”, con el agravante de haber sido fomentado por quienes, en primer lugar, debieran velar por la democracia.

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