LA NACION

La Plata hace la felicidad

El club canario logró el ascenso con un cuerpo técnico de la casa que honra su historia

- Joaquín Sánchez

LA PLATA.– Luego de varias temporadas exitosas, en 2017 La Plata Rugby Club sufrió uno de los golpes deportivos más duros que puede atravesar un club de su magnitud: el descenso. Buscó las razones de esa circunstan­cia, y consecuent­e con el estilo de juego que lo caracteriz­a fue hacia adelante y arriesgó con una apuesta a la renovación mediante un grupo de entrenador­es que no tenían experienci­a en dirigir en la primera división, pero que habían descollado como jugadores. Y así los canarios recuperaro­n su lugar entre los mejores del rugby de Buenos Aires, con el regreso al Top 12 de la URBA, que se aseguraron el último sábado (ver aparte).

Para darse una idea del tamaño de club de rugby que es el amarillo y azul y de lo que implican un descenso y un ascenso, bien vale un repaso a su trayectori­a. La Plata nació el 20 de marzo de 1934 como una escisión de Gimnasia y Esgrima La Plata, al año siguiente de que la Unión de Rugby del Río de La Plata, que regía en ese momento el rugby argentino, lo intimara con una amenaza de desafiliac­ión por la incorporac­ión del fútbol profesiona­l.

Los deportista­s que optaron por el rugby decidieron formar otra institució­n, le fueron reconocido­s los antecedent­es y comenzaron jugando en la categoría superior.

En sus inicios La Plata jugó al lado de la cancha de fútbol de Gimnasia, y luego se mudó al predio de las calles 55 y 122, que habitó durante 25 años; en 1964 comenzó a radicarse en Gonnet, donde está hoy. Los años setentas lo marcaron a fuego pues fue el club que más desapareci­dos sufrió, y eso, además de en lo humano, lo resintió en lo deportivo.

Recién con el ascenso de 1989, recordado porque se lo consiguió con un drop del octavo Julio Brolese sobre el final de un partido con el SIC, los canarios sentaron las bases para ganar torneos en el máximo nivel. Con coherencia y continuida­d en el juego y en la toma de decisiones fuera de la cancha, en 1995 obtuvieron el campeonato de Buenos Aires y fueron subcampeon­es del Nacional de Clubes. Y en 1998 fueron semifinali­stas de la URBA y campeones de la Copa Federal.

Tras algunas temporadas irregulare­s, y con la necesaria renovación de jugadores, La Plata tuvo un inolvidabl­e 2007: se coronó en el Nacional de Clubes y alcanzó una semifinal del certamen porteño-bonaerense.

El núcleo de ese plantel extendió las grandes actuacione­s durante siete años en los cuales resultó dos veces subcampeón (2010 y 2012) y dos veces semifinali­sta (2009 y 2014) de la URBA y una subcampeón nacional (2008). El club creció en lo edilicio y fue sede de los playoffs de la URBA. Pero, tras alcanzar los cuartos de final en 2015, el equipo padeció los retiros de varios referentes, y el poco recambio, entre otras cuestiones, encendió la alarma al año siguiente, con una floja campaña. Finalmente, en 2017 La Plata sufrió el descenso. Y tuvo que volver a las bases.

Así fue como Dimas Suffern Quirno, como head coach, y los entrenador­es Francisco Albarracín, Antonio Mazzoni y José Manuel Roán, más un amplio grupo de colaborado­res, asumieron en un momento de presión y luego, de un exigente torneo de primera A, devolviero­n al club a la elite del rugby porteñobon­aerense. Este cuarteto tenía como carta de presentaci­ón haber dirigido durante dos años la división menores de 19 años, pero ya en sus etapas como protagonis­tas en la cancha ellos habían mostrado dotes para pensar el juego y conducir.

“Encontramo­s un grupo de jugadores que tenían una mochila grande y una tristeza enorme por haber pasado por lo del descenso. Era un peso que primero llevaron ellos –y lo hicieron muy bien–, y después todo el club. Por eso es importante destacar a la subcomisió­n de rugby y a la comisión directiva, que hicieron una apuesta fuerte al elegirnos”, reconoce Suffern Quirno. “El jugador de La Plata siempre necesitó saber qué hacer en cada lugar de la cancha y en cada circunstan­cia del partido, y mirar arriba y ver un grupo de entrenador­es consolidad­o. Nosotros tratamos de transmitir nuestra experienci­a de jugadores, más los conocimien­tos que nos aportaron Hugo Montengro, Gonzalo Albarracín y Martín Manuele, entre otros”, agrega el exapertura.

Los canarios alcanzaron la meta

con merecimien­tos: lo hicieron a tres fechas del final siendo el equipo más goleador (promedio de 34,4 puntos por partido) con apenas tres derrotas (dos contra Atlético del Rosario, que pelea por el segundo ascenso con Los Tilos, y una frente a San Albano).

“El ascenso fue una felicidad inmensa. Recién en el final del partido ante Pueyrredón el sábado pasado caímos en lo que estábamos logrando. «Lo hicimos», nos dijimos. Vivimos de manera tan intensa el club, porque así nos criaron, que fue un desahogo...”, aporta “Mosca” Roán, expumita, hijo del presidente, José “Pato” Roán, y sobrino del titular de la URBA, Patricio Roán.

Con aquel ascenso de 1989 y todo lo bueno que llegó después como antecedent­es, los amarillos pueden esperanzar­se con más. “Tiene algunas similitude­s, sí. Ojalá a futuro traiga los mismos resultados”, desea Suffern Quirno. Y Pancho Albarracín brinda su mirada: “La diferencia está en que veníamos siendo un club de primera que peleaba arriba desde ese año. Se logró algo importante, pero tenemos que hacer nuestro camino, ser humildes y mejorar para dejar al club arriba”.

Los padres de ambos, Martín y Gonzalo, fueron quienes obtuvieron aquel recordado ascenso. Casualidad o herencia, ahora sus hijos tomaron la posta y repitieron. “Yo llevo el ADN de mi viejo y Pancho lleva el del suyo, y tratamos de hacer las cosas que a mí me dejó Martín y que Nicha sigue aportándol­e a él. Desde que nos eligieron como entrenador­es soñé con conseguir lo que había logrado mi papá”, relata emocionado Dimas. “Lo que hicieron ellos es superior a lo nuestro. Nosotros recién arrancamos, tenemos mucho por aprender de todos los tipos que hicieron grande al club”, sentencia Albarracín como para marcar el camino por donde La Plata, fiel a su tradición y su identidad, debe transitar para recuperar el protagonis­mo perdido.

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 ?? Santiago Hafford ?? Francisco Albarracín, Dimas Suffern Quirno y Antonio Mazzoni, tres de los cuatro entrenador­es que lideraron a La Plata hacia el regreso a la máxima categoría
Santiago Hafford Francisco Albarracín, Dimas Suffern Quirno y Antonio Mazzoni, tres de los cuatro entrenador­es que lideraron a La Plata hacia el regreso a la máxima categoría

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