LA NACION

Ver a Luca y sobrevivir para contarlo

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Gustavo Jove (batería) no llegó a ver a Sumo. Oriundo de Quilmes, amagó con ir un par de veces cuando la banda pasó por su pago, pero no logró hacerlo. Gabriela Martínez (bajo), tampoco. Recién cuando murió Luca Prodan empezó a escuchar esas canciones que con el tiempo aprendería a amar y a tocar con Las Pelotas.

Sebastián Schachtel sí llegó a verlos y a compartir el under con esos extraterre­stres que aterrizaro­n en la escena local y la transforma­ron para siempre. “Los vi un par de veces, una vez en el Stud Free Pub, en la que nosotros tocábamos con Clap, la banda que teníamos con Christian (Basso), Diego (Frenkel) y (Fernando) Samalea, y la segunda en el centro, creo que en el Chantecleu­r, un viejo cabaret. La primera vez me pareció muy raro que cantaran en inglés, después los conocí más y entendí de qué iba la cosa. Siempre me gustó Sumo. A todos los músicos nos gusta ‘Estallando desde el océano’ y personalme­nte también me gustan ‘La mula plateada’, ‘Divididos por la felicidad’... Mucha de la música que se hizo en ese momento perdió algo y hoy hasta suena medio graciosa. Me pasa con el primer disco de Clap. Las canciones de Sumo no, esas canciones ganaron con el tiempo y están muy vigentes”, cuenta el también integrante de La Portuaria y productor del álbum que acompaña esta celebració­n alrededor de la obra de Sumo, No tan distintos, que reúne versiones de artistas del sello Geiser como Diosque (“Crua chan”), Tomás Justo (“Estallando desde el océano”), Callate Mark (“La mula plateada”), Rey Hindú (“El ojo blindado”), Vanthra (“Mañana en el Abasto”), Placer (“El cieguito volador”), Viva Elástico (“No tan distintos”) e Ibiza Pareo (una versión a la que llamaron “El rubio tarado”), entre otros.

El que sí vio a Sumo en sus diversas reencarnac­iones es Tomás Sussmann (guitarra). “Lo conocí a Germán (Daffunchio) a finales de 1982. Yo estaba laburando en un taller de bijouterie y el jefe de él se asoció con el mío. Me invitó a un show de Sumo, tocaban en el Café Einstein y fue la primera vez que los vi. Alejandro Sokol tocaba en la batería, no estaban ni Ricardo Mollo ni Roberto Pettinato aún. Luca también tocaba guitarra. A los tres meses me fui a vivir España, volví en el 84 y los fui a ver a Zero Bar, ya con Alberto (“Superman” Troglio) en la batería. La última vez fue en el 86, en el primer Obras Sanitarias que hicieron. Me acuerdo que me la pasé todo el tiempo en el piso porque el volumen era descomunal y yo no estaba acostumbra­do”.

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