LA NACION

Kurt Vile y su viaje a las profundida­des de la psiquis

- Alejandro Lingenti

Kurt Vile sí que sabe aprovechar bien el tiempo. A los 38 años ya lleva grabados nada menos que siete discos como solista. Pero también formalizó el año pasado una virtuosa reunión con la australian­a Courtney Barnett patentada en Lotta Sea Lice, un catálogo ejemplar de rock alternativ­o. Y antes fundó con un viejo amigo, Adam Granduciel, The War on Drugs, proyecto donde la manía distorsiva de Sonic Youth congenió inesperada­mente con la destreza melódica y la profundida­d lírica de Bob Dylan. Bastante para un inequívoco emergente de la clase trabajador­a de Filadelfia que se ganó la vida un buen tiempo operando un montacarga­s, pero, eso sí, sin resignar nunca espacio para aprender a dominar a piacere la guitarra eléctrica, con Stephen Malkmus y Lou Reed como principale­s referencia­s.

Bottle it In busca perfeccion­ar ese rumbo, aun cuando su esquema de producción fue bastante anárquico: las trece canciones de este disco inusualmen­te extenso para la época (una hora y dieciocho minutos) fueron grabadas en diferentes ciudades de los Estados Unidos, en los descansos de las giras que llevó adelante este músico voluntaris­ta y andariego en ese período. Aun así, el resultado es sólido y cohesionad­o.

Las letras de Vile suelen ser simples pero ingeniosas, apoyadas ahora en anécdotas familiares y amistosas, historias prototípic­as de viajero y alguna confesión intimista como la de “Mutinies”, un tema de clima introspect­ivo donde Kim Gordon (Sonic Youth explícito) aporta una guitarra acústica alterada por efectos que lo terminan volviendo narcótico. Gordon no es la única invitada: también aparecen Stella Mozgawa, baterista de Warpaint; Cass McCombs, y Mary Lattimore, arpista de formación clásica y vocación aventurera que también trabajó con Thurston Moore.

Alejado de cálculos y convencion­es, Vile incluyó en su nuevo disco dos tracks que supera n los diez minutos y uno de 9 minutos y 46 segundos, ti tu l ad o“Bassackwar­ds” y atravesado por dilemas existencia­les y pespuntes psicodélic­os. El melenudo Kurt apela al estilo recitativo para perderse en una divagación sobre las consecuenc­ias de una psiquis perturbada. “Soy una persona hipersensi­ble, me afecta mucho cada estímulo que recibo, mi cerebro suele funcionar de manera dispersa”, confesó Vile a la prensa inglesa, como para dejar más claras las cosas.

Para un artista tan acostumbra­do al movimiento (uno de los asuntos que más le ha costado acomodar últimament­e es la convivenci­a de los tours permanente­s con las rutinas obligadas de su pareja y sus dos pequeños hijos), entregarse al menos por un rato a la reflexión interior empezó a manifestar­se como necesidad terapéutic­a. El viaje hacia adentro de Bottle it In probableme­nte no haya sido estrictame­nte placentero, claro. Pero seguro que valdrá la pena para él. Y ni hablar para los que se animen a acompañarl­o.

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