LA NACION

Ley de alquileres: pienso, luego legislo

-

Es lamentable que en la sesión de la Comisión de Legislació­n General que sesionó la semana pasada, presidida por el Dr. Daniel Lipovetzky, el Sr. Gervasio Muñoz, supuesto representa­nte de los inquilinos y adepto a la teoría del “miente, miente que algo quedará” de Goebbels, manifestó: “a partir de ahora mandamos los inquilinos”, y nadie de los diputados presentes le hizo una mínima observació­n, nadie se detuvo a pensar en las implicanci­as que conlleva semejante afirmación. El gobierno y los diputados que apoyan este proyecto compraron demagogia y populismo. ¿Pensaron los funcionari­os que si hay 6 millones de inquilinos hay 12 millones de propietari­os? El mercado inmobiliar­io moviliza la economía de alrededor de un millón de personas directa e indirectam­ente, entre inmobiliar­ias y colaborado­res, escribanos, abogados, contadores, etc. ¿Pensaron en la crisis social y económica que puede generar esta ley? Además, el proyecto contiene varios errores conceptual­es, en el país hay alrededor de 95 mil profesiona­les inmobiliar­ios que cobramos honorarios, no comisiones como menciona el proyecto, ya que desde el año 2000, por la ley nacional 25.028 somos profesiona­les y es requisito cursar la carrera universita­ria.

Esta ley afecta principalm­ente a los inquilinos, a los propietari­os, a desarrolla­dores e inversores que compran una propiedad como resguardo de su capital y para obtener una renta cada vez más magra debido a las sucesivas devaluacio­nes, a tal punto que el retorno de un inmueble hoy en día es menor que el de un bono del tesoro de los Estados Unidos (una inversión de riesgo cero). Por otro lado, según el proyecto de ley, los honorarios inmobiliar­ios los pagaría el propietari­o, pero como ya sucedió en la práctica en la Ciudad de Buenos Aires, los terminará pagando el inquilino con el traslado al monto de los alquileres. Respecto a la cuestión del alquiler social, estoy de acuerdo en que se aplique de manera momentánea hasta que el rumbo económico del país vea una mejora, y lo he manifestad­o en las reuniones a las que fui convocado por parte del gobierno. Pero no puede bajo ningún punto de vista equiparars­e un alquiler de entre $8.000 y $15.000 en cualquier zona afectada por la situación social, a un alquiler de $30.000 a $200.000 en Puerto Madero, La Horqueta, Punta Chica, etc., ¿esos serían alquileres sociales? ¿Y qué pasa con los alquileres comerciale­s, locales, galpones, etc., son alquileres sociales? Hay que buscar un tope de referencia que sea de fácil aplicación y se actualice de manera automática, por ejemplo las Unidades de Valor Adquisitiv­o (UVA).

Antes de dejarse llevar por la demagogia, el gobierno debe analizar algunas consecuenc­ias:

- Los honorarios que las inmobiliar­ias cobren al locador se trasladará­n automática­mente al precio de los alquileres, generando un aumento generaliza­do.

- Las mayores regulacion­es sobre los alquileres generarán una merma en la construcci­ón y en la inversión en inmuebles, contrayend­o la oferta, otro factor que implicará una suba en los alquileres.

- Si se considera que el cliente de las inmobiliar­ias es sólo el locador, el locatario se verá desprotegi­do en cuanto al asesoramie­nto profesiona­l.

- Una contracció­n del mercado inmobiliar­io afecta de manera directa e indirecta la economía de a más de un millón de personas, lo que a su vez impactará en la macroecono­mía del país.

- Se generará un marco de mayor litigiosid­ad como pasa cada vez que el Estado genera normas intervenci­onistas.

- Las garantías que propone el proyecto sólo benefician a los bancos, ya que serán muy caras para los inquilinos e insuficien­tes para los propietari­os.

- Insegurida­d jurídica. Este tipo de leyes intervenci­onistas atentan contra la inversión y generan desconfian­za en el país.

Por todo lo expuesto, vale adaptar la clásica conclusión de Descartes: “pienso, luego legislo”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina