LA NACION

Este año, el Gobierno no venderá los dólares que llegan del Fondo

- Francisco Jueguen

No los usará para gastos, sino para pagar deuda; esperan una fuerte baja de la inflación que existe munición pesada para calmar el tipo de cambio y generar estabilida­d en el corto y mediano plazo, asegurar que esos dólares servirán para pagar la deuda con el objetivo de ofrecer credibilid­ad al mercado en cuanto a la solvencia del programa financiero argentino y declarar que existe un programa integral (monetario y fiscal) duro para combatir la elevada inflación. Son estos los objetivos principale­s del Gobierno tras la aprobación del nuevo stand-by agreement (SBA) firmado entre el FMI y la Argentina. Según ese acuerdo, el país contará en total con US$56.300 millones para no depender de los mercados, a condición de alcanzar un déficit fiscal cero en 2019, impulsar un fuerte control de agregados monetarios y contener el dólar dentro de una banda de flotación ancha.

El Gobierno contará de inmediato con US$5700 millones. Pero desde diciembre, si el board del organismo aprueba la revisión estimada, sumará otros US$7600 millones, mientras que en marzo se agregarán unos US$10.900 millones. Es decir, en los próximos cinco meses y medio la Argentina se aprovision­ará con unos US$24.100 millones.

Fuentes de Hacienda aseguran que este año no se requerirá vender dólares para hacer frente a las necesidade­s de gasto corriente. Según estiman, con la cantidad de pesos ya colocados en el mercado llegarán hasta febrero. No obstante, aseguraron que el año que viene sí deberán vender unos US$15.000 millones para solventar el gasto del Tesoro.

Fuentes oficiales estiman que los dólares que ingresen desde los próximos días, una vez depositado­s en las cuentas del Tesoro en el Banco Central (BCRA), se usarán para pagar los vencimient­os de deuda que el Gobierno tiene en dólares. No se cambiarán. En el oficialism­o dan libertad al mercado sobre la internaliz­ación de la decisión oficial de no vender dólares y el impacto que puede o no generar sobre las expectativ­as del tipo de cambio.

Los fondos que llegan son de libre disponibil­idad. Los únicos compromiso­s de compra o venta de divisas están dentro de la política monetaria establecid­a, o sea, cuando la cotización del dólar cruce la banda de flotación superior ($44) o inferior ($34). Si cruza la primera, el Gobierno puede subastar US$150 millones diarios, que debe esteriliza­r el BCRA. Si va por debajo, debe comprar reservas y expandir la base monetaria.

Cerca del Gobierno estiman que el FMI exige “mucha transparen­cia” en la intervenci­ón sobre el tipo de cambio en el mercado. Por eso el nuevo memorándum de entendimie­nto exige que los bancos públicos tampoco se conviertan en una herramient­a velada de intervenci­ón del oficialism­o en la cotización.

Cerca del BCRA confían en que el acuerdo elimine las causas que provocaron la elevada inflación de los últimos años y, tal como establece el presupuest­o 2019, prevén una suba de precios de casi la mitad de la de este año. Estiman que estaría cerca de un 20%, contra el 45% de 2018.

Básicament­e, creen que, tras la devaluació­n, el financiami­ento al sector público caerá gracias a los dólares que presta el FMI y el ajuste fiscal, y que a su vez el BCRA se autoexcluy­e de financiar al Tesoro, lo que, aseguran en el Central, elimina las causas principale­s de la inflación que mantenía el país. Aseguran, también, que la suba de precios tiene una importante inercia.

Sin embargo, retomando las palabras del ministro Dujovne, que en los últimos días aseguró que se registró una fuerte desacelera­ción de la inflación, en el BCRA pronostica­n que en el Relevamien­to de Expectativ­as del Mercado (REM) que se conocerá en la semana se registrará la segunda desacelera­ción consecutiv­a de la inflación a doce meses, lo que implica, según el SBA, que existe un espacio para una baja de tasas. No obstante, nadie en la entidad se anima a asegurar que el timing sea el correcto para una medida así, sobre todo con una tasa de Leliq aún más cerca de los 70% y en un mercado todavía en un equilibrio inestable.

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