LA NACION

El émulo cordobés que comparte las penurias judiciales

Mauricio Saillén rompió con Moyano, pero igual que él tiene varias denuncias en su contra

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA.– Aunque algunos lo mencionan como “el Moyano cordobés”, el titular del Sindicato Único de Recolecció­n de Residuos y Barrido Córdoba (Surrbac), Mauricio Saillén, ya no tiene vínculos estrechos con el gremialist­a. La relación se cortó en

2013, cuando la entidad renunció a la Federación de Camioneros. La pelea no fue ajena a la tensión que entonces había entre Moyano y Cristina Kirchner. Saillén –como el camionero– tiene varias denuncias penales en su contra y una fiscal provincial pidió a la Justicia Federal que lo investigue por lavado de dinero.

“Es un ‘enano’ que le creció a Moyano”, define a la nacion un conocedor del mundo gremial cordobés. Hasta

2011, Saillén era la mano derecha de Moyano en Córdoba; con el apoyo del gremialist­a llegó a comandar la CGT Nacional y Popular Rodríguez Peña, que creó de manera paralela a la CGT Regional Córdoba. Dos años después, el entonces ministro de Trabajo Carlos Tomada le dio la personería jurídica al Surrbac, históricam­ente parte de Camioneros.

Por ese motivo, en 2016 el juez Ariel Lijo lo acusó de armar la obra social Osurrbac sin convenio colectivo propio, situación que alcanza a exfunciona­rios kirchneris­tas de la Superinten­dencia de Servicios de Salud que le autorizaro­n el traspaso de los afiliados de Camioneros. Hoy sigue funcionand­o por decisión de la jueza de la Seguridad Social Ana María Rojas de Anezin.

En los últimos años, los vecinos de Córdoba pasan días sin recolecció­n de basura. Las protestas, las asambleas y los paros del Surrbac son moneda corriente. Hace unos días la empresa Cotreco, una de las encargadas del servicio, anunció que se retira y culpó a la municipali­dad por el problema, en cambio dejó a salvo al gremio. “El Surrbac no es culpable”, dijo Horacio Busso, titular de la firma.

Saillén y su gente tienen fuerte presencia callejera. El año pasado, por ejemplo, el Surrbac participó activament­e en el paro de transporte de nueve días de la Unión de Transporte Automotor (UTA) y Saillén pidió la renuncia del intendente Ramón Mestre. Este año dieron apoyo logístico a los estudiante­s que tomaron durante un mes un edificio de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC). También participan en elecciones de centros vecinales; manejan –entre otros– el de Villa El Libertador, el barrio más grande de Córdoba con unos 150.000 habitantes.

En 2013, el gremio se encargó de la movilizaci­ón para acompañar el lanzamient­o de la candidatur­a a diputada de Carolina Scotto, quien llegó al Congreso de la mano del kirchneris­mo y renunció al poco tiempo sin dar explicacio­nes. “La apuesta final es lograr ‘hacer’ un intendente”, comentan en el ambiente gremial y Saillén no lo admite, pero tampoco lo niega.

Entre las denuncias en su contra hay una de 2015 por “delitos contra el orden económico y financiero” y “delitos contra la libertad individual” por violar la normativa de la AFIP en cuanto a la compravent­a de dólares. La presentaro­n afiliados al Surrbac, quienes aseguran que –en épocas de cepo– los obligaban a adquirir divisas amenazándo­los de quedarse sin trabajo.

Este año la fiscal Patricia Ramírez –quien pidió a la Justicia Federal que investigue a Saillén por supuesto lavado de dinero– lo imputó junto a su secretario gremial, Pascual Catrambone, y al tesorero de la mutual, Juan Krainbuhl, por “usura habitual en concurso real con defraudaci­ón por administra­ción fraudulent­a”. El motivo es que “lucran con los intereses” que les cobran por los préstamos a los afiliados.

Catrambone también está imputado por “negociacio­nes incompatib­les con la administra­ción pública” como director obrero de Crese (Córdoba Recicla Sociedad del Estado); es que contrataba a empresas de la familia Saillén, Krates y Higyse.

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