Los imperdibles miradores en el microcentro
La cúpula del edificio Bencich y la de la Galería Güemes figuran entre las favoritas del trayecto
Más allá de las propuestas innovadoras de la sexta edición de Open House 2018 en la ciudad, hay visitas a edificios que, a pesar de que se repiten casi todos los años, continúan siendo muy exitosas. Uno de las que tienen más adeptos es el recorrido por el edificio de renta Bencich, de Diagonal Roque Sáenz Peña 61. Desde su cúpula, a la que se podrá acceder, se puede ver el ex Bank Boston, en la esquina de Florida; La Equitativa del Plata de Alejandro Virasoro y el edificio Miguel Bencich. También se puede observar el desarrollo de una de las avenidas más homogéneas de la ciudad, Diagonal Norte, con sus edificaciones a una misma altura, los elegantes balcones, cornisas y las terminaciones de sus torres.
El Bencich nació por encargo de los hermanos Massimiliano y Miguel Bencich, propietarios de una empresa constructora, a Eduardo Le Monnier, formado en la Escuela Nacional de Artes Decorativas de París.
Otro mirador ubicado en el microcentro que puede visitarse es el de la Galería Güemes, de Francesco T. Gianotti. La construcción es una de las obras cumbre del eclecticismo modernista en la ciudad. Está ubicada en lo que era un edificio pasaje que conectaba las calles Florida y San Martín mediante una galería de 116 metros. Esta articulaba y ensamblaba dos estructuras edilicias de distintos propietarios.
Resultaba llamativa para la época la variedad de usos y funciones que albergaba en su interior: un cine teatro, dos restaurantes, viviendas, oficinas, salón de fiestas, cabaret, comercios, sucursal bancaria y torre mirador. En su época, se destacaban la altura del edificio y la calidad, el ajuste y la riqueza alcanzada en sus detalles.
Buenos Aires es una ciudad conocida por sus lujosos palacios. Entre ellos, figura el de Aguas Corrientes, antes llamado Depósito Ingeniero Guillermo Villanueva, ubicado en Córdoba 1950. Fue construido para alojar los tanques de suministro de agua corriente de la creciente ciudad a fines del siglo XIX. Está envuelto en un exterior suntuoso de materiales importados de Europa, cuyo arquitecto fue el noruego Olaf Boye.