LA NACION

Fría visita de Evo Morales

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El presidente de Bolivia, Evo Morales, acaba de visitar brevemente nuestro país, en el que ha sido un viaje de carácter privado, durante el cual no mantuvo contactos con nuestras autoridade­s nacionales. El visitante recibió en Buenos Aires un poco conocido premio otorgado por la Universida­d Metropolit­ana para la Educación y el Trabajo (UMET). Se trata de una universida­d creada hace cinco años, caracteriz­ada por su intimidad con el movimiento sindical argentino. Particular­mente, con quienes lideran el sindicato de trabajador­es de edificios.

Allí lo recibieron militantes de la Tupac Amaru y La Cámpora, que lo acompañaro­n ruidosamen­te desde la calle en el acto de entrega de la distinción conferida. Morales agradeció el reconocimi­ento “en nombre de los obreros y campesinos bolivianos”, es decir, en nombre de parte de la población de su país.

En su alocución, reivindicó el derecho sindical “de hacer política”, agregando, con tono militante, que en su país “antes gobernaban los gringos y ahora los indios”. Definiéndo­se a sí mismo, señaló: “No soy un planificad­or, soy experto en marchar y cortar caminos”, lo que supone una confesión bastante inusual de parte de un funcionari­o que ostenta semejante cargo.

La única referencia que hizo al llamado “socialismo del siglo XXI” evitó toda mención al gigantesco manto de corrupción que cubre a ese movimiento en nuestra propia región.

Queda visto que, pese a la fuerte pérdida de popularida­d sufrida por el socialismo del siglo XXI, producto de los escándalos de corrupción que han afectado a sus principale­s integrante­s en América Latina, los mecanismos de propaganda y promoción construido­s en los últimos años todavía funcionan, alimentado­s por el mismo rumbo político que los hizo fracasar cuando fueron gobierno.

Si la entrega de la distinción universita­ria hubiera tenido lugar en alguna universida­d independie­nte en la Bolivia que conduce Evo Morales, premiando a un político de centro, se hubieran alzado voces sugiriendo que el premio constituía una inaceptabl­e injerencia externa en los asuntos internos bolivianos.

Como la situación en nuestro país es, por cierto, muy distinta, nadie utilizó ese falaz argumento para repudiar la distinción universita­ria otorgada a Morales, pese a que el autoritari­o líder bolivarian­o está muy lejos de ser un arquetipo democrátic­o.

Quienes aplaudiero­n la distinción conferida ignoraron los constantes esfuerzos antidemocr­áticos de Morales por tratar de eternizars­e en el poder de su país, pese a que en un referendo especial convocado por él mismo precisamen­te sobre esa cuestión, la de su reelección constante, el pueblo boliviano le contestó con una rotunda negativa.

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