LA NACION

De cefalópodo­s y sistemas operativos

- Ariel Torres @arieltorre­s

No me lo pregunten, porque no lo sé. Ignoro si es la medicación o si han creado un algoritmo que combina nombres de animales con adjetivos que empiezan con la misma letra. El hecho es que los nombres de las versiones de Ubuntu son estrambóti­cos, para decirlo con elegancia. La más nueva es la 18.10 y se llama (¿están sentados?) Sepia Cósmica (Cosmic Cuttlefish). Las sepias son unos bonitos cefalópodo­s, parientes de los calamares. Igual, ojo, un poco de delirio dadaísta no viene mal en el ambiente del software.

Cosmic (se estila usar solo el adjetivo para referirse a cada versión) sobresale enseguida por dos caracterís­ticas.

Primero, el tema predetermi­nado es más lindo. No es algo menor, porque la contracara de todo lo bueno que ofrece Linux es que los sistemas operativos comerciale­s le pasan por arriba con una 4x4 en la estética. Esto tiene un motivo. Aunque no parezca, aunque esté hecho precisamen­te para que no se note, el diseño de interfaces atractivas es muy costoso. Y en el software libre casi todo se hace a pulmón.

El nuevo Ubuntu cambia los clásicos temas Ambiance y Radiance por uno nuevo, llamado Yaru. Es, obviamente, obra de la comunidad de usuarios del sistema, y en mi opinión es el más lindo hasta ahora.

La segunda caracterís­tica que se destaca es que arranca más rápido. En rigor, diría que anda más rápido que 18.04 y, al menos en un principio, usa menos memoria.

Una buena forma de saber si un sistema es veloz es colocarlo en una máquina virtual con poca RAM. Así que usé Virtualbox y creé una máquina virtual con 1,4 GB de memoria (casi 3 veces menos que mi celular), arranqué la instalació­n y me fui a grabar el podcast de la semana.

Unos 25 minutos después volví con la certeza de que todavía estaría trabajando, pero no. Ya estaba listo.

No les daré aquí la lata con lo que trae de nuevo. Es más o menos lo mismo de siempre. Nuevo núcleo (kernel, en la jerga), mejoras en Snap, nuevas versiones de los programas predetermi­nados, etcétera. La cuestión (y lo que me preguntan cada abril y cada octubre) es si vale la pena pasar de 18.04 a 18.10. Como de costumbre, la respuesta es: depende.

Una de mis notebooks, que ya peina canas, sin duda va a pasar de 18.04 a 18.10. Andará más rápido y usará mejor la poca memoria con la que vino de fábrica. La otra, con más RAM y mejor procesador, posiblemen­te siga con 18.04, porque no hay casi nada en la nueva edición que amerite el trámite de actualizar. Pero sobre todo porque la 18.04 es Long Time Support (LTS), es decir, tendrá actualizac­iones durante los próximos 5 años. A la vez, es menos experiment­al y, por lo tanto, más estable. Es un poco el concepto para decidir cuándo actualizar. Si una falla en el sistema puede traernos un desastre, entonces una LTS es preferible.

Si no, la versión 18.10 es lo bastante atractiva y ofrece algunas mejoras (por ejemplo, en la autonomía de las baterías) que valen

Un poco de delirio dadaísta no viene mal en el ambiente del software

Aunque no parezca, el diseño de interfaces atractivas es muy costoso

la pena el salto.

¿Problemas? De momento, y este es solo un primer vistazo, Cosmic se negó a instalarse de la forma normal en una HP híbrida que tenía la versión anterior. No es un problema de la máquina, sin embargo, sino de Ubuntu, porque cuando lancé la actualizac­ión desde la terminal, con una línea de comando, el upgrade anduvo como seda. De hecho, en un momento hubo un corte de Internet y se canceló el proceso. Pero cuando volvió la conexión y ejecuté de nuevo la actualizac­ión, retomó donde había dejado, sin problemas.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina