opinión El fin de la moda. Un pronóstico probable
La holandesa Lidewij Edelkoort es considerada una de las expertas en tendencias más influyentes del mundo. De paso por Buenos Aires, su análisis
Su manifiesto anti-fashion, un decálogo que anunciaba el fin de la moda tal como la conocíamos, publicado en 2015, conmocionó. Si bien no era la primera vez que a la moda se la daba por muerta, la polémica que provocaron sus dichos fue proporcional a la autoridad que la industria le reconoce. Lidewij Edelkoort es considerada una de las pronosticadoras de tendencias más influyentes y visionarias del mundo. Una especialista nacida en Holanda –que además es educadora, curadora y editora– desarrolló su saber a lo largo de 30 años de observación e interpretación intuitiva de fenómenos globales.
Sus pronósticos anticipan los caminos posibles que tomará la moda y el estilo de vida, pero especialmente, ayudan a comprender la escena invitándonos a afinar y ampliar el campo de nuestra propia observación. Y alienta a reflexionar sobre los orígenes y las causas socioculturales que subyacen bajo cada manifestación. Su palabra se escuchó en Buenos Aires, en la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, en Yarn
Talks, un ciclo de charlas organizadas por El Espartano, una firma nacional dedicada al diseño y fabricación de alfombras que busca promover el conocimiento sobre nuestro universo textil.
En la charla recorrió las Tendencias verano 2020 organizada en bloques: Folklore, Génesis del Color y
Lifestyle. Y dedicó un momento al reciente número de Bloom Brasil, la revista editada por la representación regional de Trend Union, la empresa dirigida por Edelkoort. “Con esta publicación se busca decodificar América Latina y ayudar a que nuestros talentos miren cada vez más sus raíces y se inspiren en lo que tenemos”, dijo, de paso, su editora Lili Tedde, quien destacó que la revista incluye creadores fuera de Brasil, como los argentinos Alexandra Kehayoglou y Cristian Mohaded.
Ese hábito de hacer lo mismo
América Latina es parte de lo que Edelkoort denomina la emancipación del hemisferio sur. Un sur que para ella abarca África, Europa del Este y diversas regiones de Asia y parece ser entendido más en términos políticos que geográficos. Observando el folclore de estas regiones, apunta: “¿Cómo puede ser que culturas tan diferentes alrededor del mundo hagan lo mismo? Algo en el cerebro humano nos hace seguir la misma lógica. Me interesa lo que nos une y no lo que nos separa. Necesitamos abrirnos y aceptar a los otros en lugar de preocuparnos tanto por las fronteras”.
Y dio respuesta a sus propios cuestionamientos. ¿Cómo se manifestarán las diversas expresiones culturales en nuestro modo de vestir? En- focó hacia el folclore, y dijo que este se expresa en los bordes, guardas y terminaciones de los tejidos.
• La túnica universal regresa en forma de camisa larga o vestido, incluso para empoderar a los hombres, hasta un buzo clásico con capucha puede volverse túnica. Las hay minimalistas o en géneros decorativos, como las provenientes de Marruecos. “Vemos blusas generosas y bordadas en colores vivos, como las que actualmente Albania exporta al mundo”.
• Los vestidos negros inspirados en los que usaban las mujeres de los pescadores, como anticipando las malas noticias, parecen trasladar a los textiles una aceptación del miedo contemporáneo.
• Las cintas y galones se unen para componer faldas y blusas de patrones repetitivos, o hacen las veces de cinturón o cierre. • Las faldas con vuelo vuelven a estar en el centro de la atención, le otorgan poder a la parte femenina que llevamos dentro, más sueltas o más estrechas, salen a la calle para moverse y bailar. Si nos volvemos a vestir con blusa y falda, estamos pidiendo algo distinto. Recordó que Frida Kahlo fue quien habló de vestir el folclore local como identidad. “Ella sigue siendo un referente, en especial para las nuevas generaciones. Creo que es el ícono de la moda más importante en la actualidad”.
Otro de los ítems que destacó es el delantal, que aparece como una capa superpuesta que da lugar a la fantasía y expresa el orgullo por los oficios. La ropa de trabajo que protege y da libertad de movimientos –chaquetas, túnicas, camisas y sus variaciones– también para ella invitan a reflexionar sobre la mano de obra. “Tenemos que luchar para no perder nuestros trabajos, en 20 años la mayoría de ellos no existirá”. Pronósticos fashion
Haciendo foco en el futuro dio más detalles de lo que cree será tendencia.
•El cuadrado, como forma inicial presente en todas las culturas, se verá en ponchos, túnicas, chaquetas y quimonos, de cuyo cinturón (el obi), ya se están viendo variaciones.
•Las piezas de tela que pueden ser pañuelo, manta, pareo, turbante o bufanda se superponen y embellecen al envolver el cuerpo.
•Los tejidos suntuosos se enriquecen a través del bordado, incluso sobre patrones o teñidos naturales. Los colores brillantes, que se mantuvieron durante siglos, vuelven para recordarnos la alegría de vestirse.
•Las flores están presentes al igual que en todas las temporadas y culturas.
•La obsesión botánica llega al interior de nuestros hogares a través de las plantas, el ambiente de vivero y los papeles tapiz o murales que representan paisajes. El universo vegetal también se manifiesta a través de la paja que adorna nuestro cuerpo y nuestro espacio como lo hacía ancestralmente.
“En la India están los bordadores y creadores de textiles del mundo. Hablé por primera vez de la jardinería en 1987 y, desde entonces, es una tendencia creciente. El 11 de Septiembre marcó un hito y se inició un período muy crítico, las flores nos dan vida –señaló–. Nos recuerdan que necesitamos encontrar nuevas fibras, el algodón le está haciendo mal al planeta”.
El fin de los desechos
Otra de las tendencias que refiere a nuestro vínculo con la naturaleza es el reciclado, presente en la vuelta del quilt y el collage de retazos. “Necesitamos poner fin a la generación de desechos descontrolada. Los segundos usos de las telas despiertan la creatividad”.
•El interés por los nuevos tejidos, fibras y patrones seguirá creciendo. El telar y los tejidos a mano ocupan un lugar importante para los estudiantes y los jóvenes diseñadores.
•El animismo, esa necesidad de atribuirle a todo un alma, invita a respetar nuestro entorno y a consumir de manera diferente. La felicidad ya no está en las compras.
Para la especialista, el escenario futuro para un diseño más responsable involucra a los consumidores en su dimensión de creadores “haciendo, reparando o calibrando objetos. Aunqueya no sabemoshacer muchas cosas; necesitamos enseñarlo en las escuelas”. Dice que también necesitamos aprender más sobre la riqueza que nos rodea, desde la que ofrece un jardín doméstico hasta el estudio de las fibras naturales y textiles locales. “Tienen que encontrar la propia manera de hacer las cosas. Argentina sigue aferrada a Europa, y Europa dejó de ser un referente”, sentenció.
“Mucho de esto suena como en los 70, pero entonces no teníamos un mundo próximo a colapsar, ni internet, ni robots. Teníamos esperanza. Ahora tenemos miedo. En esa década podías morir de una sobredosis, ahora morimos a causa del mundo. No existe promesa de un mundo mejor si no cambiamos. Creo que estamos atravesando el peor período desde el inicio de los tiempos. La tierra nos está echando. No tenemos muchas posibilidades, debemos adaptarnos o desapareceremos. Los alumnos jóvenes nos están enseñando en este momento, nos dan el coraje para cambiar y encontrar nuevos caminos”.
“Hay que poner fin a la generación de los desechos. Los segundos usos de las telas despiertan la creatividad”