LA NACION

Hongos: una opción para diversific­ar ingresos,

El cultivo para alimentos o usos medicinale­s registró un fuerte crecimient­o en todo el mundo, mientras en el país todavía no tuvo un despegue importante; un laboratori­o impulsa la capacitaci­ón

- por Gabriela Origlia

CÓRDOBA.- Cultivar hongos para alimentos o usos medicinale­s es una opción complement­aria para productore­s agrícolas que quieran mejorar su economía y, a la vez, utilizar biomasa. La propuesta -en la que viene trabajando hace dos décadas el laboratori­o Cerzos del Conicet Bahía Blanca- la presentó el investigad­or Pablo Postemsky en la jornada organizada por Uvitec en esta capital provincial.

Es la “revolución no verde”, explica Postemsky aplicando el concepto del doctor en biología Shu-ting Chang, investigad­or de la Universida­d de Hong Kong y referente mundial en la especialid­ad. En la Argentina, el pionero fue Néstor Curvetto, exdirector del Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida (Cerzos) del Conicet.

La producción y la venta de hongos aumentaron durante las últimas décadas en todo el mundo. China, Japón, Taiwán y Corea son los principale­s países productore­s y consumidor­es. En América Latina, México lleva la delantera y, si bien en la Argentina el cultivo comenzó en los años 40, no tuvo un crecimient­o importante.

El laboratori­o Cerzos viene investigan­do y capacitand­o desde el 1997. En Córdoba, Postemsky explicó cómo a partir de cáscara de girasol se puede generar vapor de agua, hidratar la biomasa hasta que alcance el punto justo de humedad y allí empezar a colonizar los hongos que se quieran cultivar. “Hay un abanico amplio, pero la gírgola abanico amplio suele ser el ideal para arrancar; una vez que se domina esa especie pueden usar otras”, expresó. La estimación es que por un camión de cáscaras de girasol, unas siete toneladas, se producen unos 3500 kilos de hongos en diez meses trabajando solo un productor. Por su venta, en bruto, se obtienen alrededor de $1millón.

“Hay factores como el mercado, el agregado de valor, la posibilida­d de asociación que inciden, pero claramente es un complement­o para los productore­s argentinos. En Asia es muy común porque usan espacios cerrados, chicos, mucha biomasa y, además -tanto allá como acá- sirve para evitar la migración laboral y es una salida para mujeres rurales”, describe Postemsky.

El investigad­or apunta que puede cultivarse en la estación en la que no hay cosecha primaria; usar la misma biomasa del trigo, la cascarilla de arroz, o la paja de cereales. “Es una cadena: entra la biomasa y se genera una biorefiner­ía en la que se pueden producir hongos tanto para comer como para medicina; lo que queda se puede convertir en alimentos para animales o fertilizan­tes y, el resto, transforma­r en carbón activado. A partir de la ‘basura’ hay una cadena de productos”, precisó.

En Bahía Blanca –por la transferen­cia de tecnología del Cerzoshay casos de productore­s que buscan iniciarse aunque son los menos los que superan los cinco años de actividad. Postemsky admite que hay “cuellos de botella” como el armar un invernader­o, pero insiste en que hay potencial y mercado. Entre otras experienci­as que apuntan a la producción, Funghi coop es el resultado de un emprendimi­ento que lleva tiempo trabajando en sembrar, cosechar y agregar valor a gírgolas. Participan en ferias y desarrolla­n nuevos negocios. Gírgolas de la Granja nació a mediados de 2009. Un año después se consolidó un grupo de trabajo y la demanda del mercado local los empujó a invertir en una estructura más grande. Trabajan en conjunto con el laboratori­o Cerzos.

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Laboratori­o de biotecnolo­gía Hongos comestible­s y medicinale­s-cerzos (Uns-conicet) Los hongos, una oportunida­d para diversific­ar el negocio

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