Betharram, otro enclave para los clanes y las drogas
Se realizaron 19 allanamientos para desarmar a una banda de narcomenudeo
Policías de la provincia de Buenos Aires allanaron 19 viviendas y detuvieron a seis narcotraficantes en la villa Betharram, en el partido de Almirante Brown, luego de una investigación que comenzó en mayo pasado y que estuvo dirigida por la UFI 14 y el Juzgado de Garantías 6 de Lomas de Zamora.
Durante el operativo desarrollado el jueves pasado, los investigadores incautaron una pistola Glock calibre 40, proyectiles y $19.000, que representaría la ganancia en uno de los puestos de comercialización de drogas, ya que se encontraron decenas de dosis de cocaína y marihuana fraccionadas para la venta.
El operativo fue focalizado contra uno de los clanes familiares, identificado por la policía como Los Paiva, que buscaban expandir su negocio ilegal.
El 18 de septiembre pasado, el Grupo Halcón ingresó en el mismo barrio –luego de un homicidio vinculado con un ajuste de cuentas por drogas– para capturar a cuatro sicarios que eran buscados por autoridades judiciales. En esa oportunidad también hallaron armas de fuego y dinero relacionado con la comercialización de cocaína y marihuana.
Ese asentamiento causa preocupación en las autoridades por su impacto en la violencia zonal. El año pasado fueron asesinadas 45 personas en Almirante Brown. Este año, la policía detuvo al menos a 24 narcotraficantes en la villa Betharram, donde los jóvenes se vinculan a muy temprana edad con las organizaciones dedicadas al narcomenudeo, según confirmaron los vecinos a la nacion durante una recorrida por la zona.
Los operadores estatales de un importante centro de rehabilitación de la zona sur bonaerense llamado “Cura José Brochero”, confirmaron que allí recibieron a jóvenes desesperados que intentaban abandonar sus cortas carreras en el submundo del tráfico de drogas. “Atendimos a un chico que tenía poco más de 18 años y regenteaba búnkeres para traficantes en la villa Betharram; él ganaba mucho dinero, y en los grupos de terapia solía contarnos que presenció ajustes de cuentas y situaciones muy complicadas”, contó uno de los empleados.
En la zona vive un hombre que no llega a los 40 años y tuvo pasado en el Servicio Penitenciario Bonaerense. Incluso en su época de agente entregaba y retiraba cajas con drogas en la villa Betharram, según comentó: “Yo trafiqué cocaína y marihuana, estuve en algún tiroteo. El pibe que vendía conmigo murió hace poco, en un ajuste de cuentas; le dieron cinco tiros en la cara”.
Un vecino que vive cerca de la villa Betharram, y que prefirió mantener su nombre bajo reserva, como pidieron otros que habitan en esa complicada zona, dijo a la nacion “Todos los días hay enfrentamientos entre bandas, tiroteos. Muchas personas de diferentes barrios vienen hasta acá para comprar drogas”.
Los grupos criminales que operan en Betharram son grandes, peligrosos y no actúan territorialmente aislados. En una causa iniciada contra traficantes del barrio, la Sala IV de la Cámara de Casación Penal negó este año la libertad transitoria para dos integrantes de este grupo –que esperan juicio en prisión– porque los investigadores judiciales aseguraron que están “vinculados con varios asesinatos ocurridos en la zona”, y porque aún podrían tener “conexión con vastas organizaciones delictivas proveedoras del estupefaciente”. En el momento de ser detenidos, en 2016, tenían ocho kilos de cocaína, tres fusiles automáticos livianos (FAL), tres carabinas, cuatro escopetas y dos ametralladoras.
Al igual que en otras villas, en Betharram el riesgo principal es para los jóvenes. Entre 2010 y 2017 se triplicó en el país la cantidad de adolescentes que aspiraron cocaína porque la oferta de esta droga aumentó 50% durante el mismo lapso, según los informes más recientes de la Sedronar. Con ese marco, los narcotraficantes encuentran territorios fértiles para captar niños y adolescentes en casi todos los barrios postergados. La delicada convivencia entre traficantes y vecinos no es un patrón exclusivo de la villa Betharram. Muy cerca de allí, también en el partido de Almirante Brown, pero en la localidad de Rafael Calzada, se presentan peligros similares.
Los trabajadores del centro de rehabilitación El Tambo recuerdan todavía la historia de un joven de 17 años que no conocía ni un cine ni un teatro; sus padres habían sido condenados por varios delitos, el adolescente era adicto y estaba prófugo por traficar cocaína. Ocho policías lo capturaron finalmente en el mismo lugar donde intentaba recuperarse por sus adicciones.