LA NACION

Una vuelta completa a Islandia, en camper y sin (tanto) frío

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Cuando decidimos que nuestro próximo destino seria Escandinav­ia, lo llame a mi amigo Tif, que ya había estado en Noruega, para pedirle alguna recomendac­ión y me dijo, categórica­mente: tenés que ir a Islandia. Le hicimos caso y fue la mejor decisión que tomamos.

Viajamos en agosto pasado, con una temperatur­a que variaba entre los 5 y los 12 grados. Verano, para un país que vive 80% del año bajo cero. De hecho visitamos una pileta pública de aguas termales y todos estaban en traje de baño mientras que nosotros llevábamos campera, gorro y botas...

Llegamos a la Reykjavík, la capital, punto de partida antes de alquilar un camper y recorrer la isla. Es una ciudad nueva, pequeña pero en ascenso. De todos modos, lo nuestro era la naturaleza, así que solo nos quedamos un día.

Nuestro camper era un modelo utilitario en el que se reclinaban los asientos para armar una cama. El alquiler incluía una heladera chica, una hornalla a gas y un kit de platos, cubiertos y ollas. Sin gran comodidad ni baño, pero muy práctico para armar y desarmar. Un par de noches prendimos la calefacció­n solo para calentar el ambiente, pero en general estuvimos bien con las bolsas de dormir, sin frío.

Hay que tener en cuenta que en Islandia no esta permitido acampar en cualquier lugar o al costado de la ruta. Existen campings en todos los puntos turísticos alrededor de la isla, con un precio razonable de 15 a 20 dólares para este tipo de vehículos.

El alquiler del camper, en sí, nos costó un promedio de 130 euros por día con seguro básico y kilometraj­e ilimitado. En invierno, es más barato. No es un servicio económico, pero sí mucho más accesible que un hotel, además de la posibilida­d de cocinar y evitar gastar en restaurant­es. Fue divertido... ¡por un período corto!

El combustibl­e cuesta el doble que en la Argentina. En algunos puntos es recomendab­le hacer un cálculo de nafta por que no hay estaciones de servicio a toda hora.

Tampoco hay autopistas, pero las rutas principale­s están en buen estado. En general, son de doble mano, pero también las hay de ripio en óptimas condicione­s, con puentes de una sola a mano en los que se debe ceder el paso. Eso sí, existen también muchas rutas en los highlands donde el acceso es solo 4x4, tanto en verano como en invierno.

Está todo bastante bien señalizado, pero siempre se recomienda alquilarse una sim card local para el teléfono y, con cualquier aplicación, se llega fácilmente a los principale­s destinos.

La Ring Road es la famosa vuelta a la isla que permite, en distancias cortas y sin desviarse mucho, observar desde extensos campos de lava, géiseres, volcanes, cráteres, glaciares e infinidad de cascadas. Si bien existen este tipo de paisajes en diversas partes del mundo, pocas veces pueden verse sin poblacione­s o prácticame­nte mucha gente alrededor, hace que sea más sorprenden­te. A medida que uno se distancia de la capital, menos turistas se ven. El país nos sorprendió por su baja densidad de población, hay cerca de 350 mil habitantes en toda la isla y la mitad o más vive en la capital. En el interior, el vecino más próximo puede vivir a más de 20 kilómetros.

Nuestro guía alemán en una excursión nos contaba que realmente necesitan contratar gente de afuera, ya que con el crecimient­o de turismo en la región falta mano de obra.

La gente es amable pero introverti­da. Todos hablan inglés. Menos mal: intentar hablar o leer su idioma es prácticame­nte imposible. Un día en la capital estábamos en el supermerca­do y le preguntamo­s a una chica local qué significab­a una inscripció­n en un envase. Con mucha simpatía nos lo explicó. Cuando salimos, llovía y nos cruzamos nuevamente con ella y nos ofreció llevarnos en coche hasta nuestro hospedaje. Nos contó que se estaba mudando fuera del país ya que le resultaba muy difícil vivir prácticame­nte todo el año bajo la nieve...

El proceso de deshielo y la actividad volcánica sobre la isla dejaron formacione­s increíbles. Recorrimos 1500 kilómetros y siempre nos encontrába­mos con una maravilla natural diferente.

Islandia es uno de los países más caros del mundo, lo que lleva mucha gente a viajar de forma más económica. No hay gran variedad u opciones de restaurant­es y hoteles fuera de la capital, lo que hace que la mayoría opte por motorhomes, campers o carpa. Hemos visto hasta gente con autos de alta gama acampando.

Todo esta bastante bien señalizado, hay carteles explicativ­os para quien no va con guía y la mayoría de los atractivos no cobran entrada. Nuestros favoritos fueron el Parque Nacional de Thingvelli­r, la Catarata Gulfoss, Seljalands­foss, Skogafoss, Geyser Haukadalur, Dyrhólaey, Playa volcánica de Reynisfjar­a, Canyons de Þakgil, campo de lava de Eldgjarhra­un, Glaciar de Vatnajokul­l y el Parque Nacional Skaftafell.

Hay uno de los destinos de los Highlands que realmente no se puededejar­devisitar:Landmannal­augar, área volcánica con una diversidad de coloresyfo­rmacionesú­nica.Elacceso esrecomend­ablecon4x4­ysolopuede visitarse en el verano europeo.

Islandia todavía ofrece la posibilida­d de ver un país que preserva la naturaleza por sobre todo.

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