Apasionante aventura histórica
Jan Terlouw ha tenido una vida intensa y prolífica en campos de acción y de saber tan diversos como aparentemente incompatibles. Nacido en el pequeño pueblo holandés de Kamperveen, en 1931, conoció las armas en el servicio militar, pasó luego más de una década trabajando en el ámbito de la investigación nuclear, tanto en su país como en Gran Bretaña y Suecia e incursionó con éxito en la política (llegó a ser ministro de Economía). Paralelamente, desarrolló una veta creativa y artística relacionada con la escritura: a sus múltiples colaboraciones periodísticas sobre temas de actualidad, sumó guiones para televisión, novelas para adultos y, sobre todo, ficción para niños y jóvenes que le valieron reconocimiento internacional, premios y popularidad.
Para descubrirlo, llega ahora, traducido al castellano Invierno
en tiempo de guerra (Harper Collins Ibérica), un libro de 1973, cuyo magnetismo permanece intacto. Más aún, se podría decir que ha aumentado con el paso de los años y por contraste: la aventura que propone para el púbico juvenil –al que los escritores suelen dirigirse con distopías retrofuturistas, tramas de terror o argumentos que pretenden reflejar sus inquietudes y vidas cotidianas– hoy resulta absolutamente original.
Su protagonista es Michiel, un adolescente de dieciséis años que en el invierno de 1944-1945 vive en una pequeña ciudad rural de la Holanda ocupada por un régimen nazi cada vez más debilitado y, por eso mismo, cada vez más feroz. Poco a poco el chico –que como cualquiera de su edad tiene sed de experiencias intensas pero, también una sólida madurez derivada de los rigores de la vida en medio de un conflicto bélico, y un alto sentido de la solidaridad y del amor a la patria, aprendido en su hogar– se ve envuelto en tareas que van aumentando en peligro, como integrante involuntario de la resistencia contra la ocupación alemana.
Todo comienza con una misteriosa carta que Michiel debe entregar, de parte de un amigo suyo, cuya misión acaba de fracasar. La operación parece sencilla, pero se complicará y se volverá dramática por la intervención de vecinos sospechados de colaboracionistas, intimidantes requisas de las fuerzas de Hitler y todo tipo de acechanzas que el autor dosifica con sabiduría narrativa para mantener la tensión y la curiosidad del lector siempre despierta.
Otro acierto de Terlouw es el tono que elige para contar estos hechos ficticios que sin embargo se enmarcan en un acontecimiento histórico. Consciente de que su obra puede ser perfectamente disfrutada por un adulto pero que, en principio, va dirigida a los más jóvenes, evita entrar en detalles cruentos, sin aligerar por ello la carga de injusticia y terror que el Reich volcó sobre Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Se trata de un pasado que Terlouw conoce bien, porque lo vivió siendo niño, y que ha sabido transformar en una apasionante lección de historia para las generaciones futuras.