Jáchal, Donde El Agua Envenenada Es El Peor Enemigo
Las consecuencias ambientales de la minería a cielo abierto de Veladero siguen poniendo en vilo a los pobladores de las localidades aledañas; alertan que los cultivos están en peligro
SAN JOSÉ DE JÁCHAL.–La duda está cada vez más presente entre los vecinos de Jáchal, una localidad ubicada unos 170 kilómetros al norte de la ciudad de San Juan: ¿la contaminación de la minería se desparrama por la sangre de nuestra tierra? ¿Son los ríos los que a través de sus venas van transportando las sustancias hasta envenenarlo todo: los campos, los cultivos, los animales y las personas?
Las sospechas se basan, por ejemplo, en el derrame de 2015 de la mina Veladero, en el que la propia empresa Barrick Gold (ahora Minera Andina del Sol) reconoció haber vertido un millón de litros de agua contaminada con cianuro en el río Jáchal.
De ese derrame los vecinos se enteraron porque un jachallero que trabajaba en Veladero mandó un WhatsApp que se viralizó. La Asamblea Jáchal No se Toca llevó la denuncia al nivel federal y se convirtió en querellante. El juez Sebastián Casanello decidió procesar a cuatro exfuncionarios por el incumplimiento de la ley nacional de glaciares, al considerar que cometieron el delito de “abuso de autoridad”.
“Ese fue el primer gran derrame del que nos enteramos, aunque Barrick Gold y el gobierno de San Juan intentaron ocultarlo. También hicieron lo mismo con el segundo y con el tercer derrame, reconocidos por el gobierno de San Juan y la Barrick en septiembre de 2016 y en marzo de 2017”, explica Saúl Zeballos, uno de los fundadores de la asamblea.
Por la presión ejercida por estos vecinos, también se sacó una ordenanza municipal que obliga a realizar un control periódico del agua. Actualmente, los están realizando la Universidad Nacional de Cuyo, de Mendoza; la Universidad Católica de Cuyo, de San Juan, y el Centro de Investigación para la prevención de la Contaminación Ambiental Minero-Industrial (Cipcami).
“Pero no sirve controlar si no podemos hacer nada. Nosotros les estamos pidiendo que hagan los análisis cada quince días para poder estar más al tanto de los derrames”, reclama Faustino Esquivel, integrante de la Asamblea Jáchal No Se Toca.
Miguel Vega, intendente de Jáchal, se defiende al decir que “en el río Jáchal ninguno de los análisis reveló algún tipo de contaminación. Los niveles de boro y arsénico se mantienen dentro de los históricos”. Y agrega: “Mientras yo sea intendente, los análisis se van a seguir haciendo de forma mensual para darle tranquilidad a la población. Los hacen tres laboratorios diferentes con un protocolo de muestras. Estamos tratando de dar toda la seguridad posible. Mis padres, mi familia y mis amigos viven acá. Imagínese si voy a permitir algo así”.
En su casa, Haydeé Palacio tiene filtros para lavar las frutas y las verduras, y compra agua de bidón para tomar y cocinar. “Pero no todos tienen esa posibilidad. Yo tenía alumnos que directamente tomaban agua del cauce del río. Comés una verdura y ya está afectada. A mí me desespera esto, porque no le veo una salida”, dice esta vecina que reclama el fin de la minería a cielo abierto y la protección de los glaciares.
Su miedo es no poder evitar que los metales se les metan por el cuerpo. Porque los que pueden compran agua envasada para tomar y ponen filtros en sus casas para el resto de las tareas hogareñas. A los de menores ingresos no les queda otra que tomar el agua de la canilla. Pero todos, sin importar la condición social, consumen los productos de la zona, cosechados en tierra y con agua que podría estar contaminada.
“Los que más van a sufrir la contaminación de los minerales pesados son los chicos más pequeños, porque nosotros mal que mal ya estamos más curtidos. Lo más peligroso es el cóctel que estamos teniendo: aluminio, mercurio, arsénico y manganeso. Este río traía arsénico, pero no la cantidad que tiene hoy. Ahora está por encima de lo que puede tolerar el consumo humano”, refuerza Esquivel.
El problema central de este reclamo es que los principales proyectos mineros como Veladero están instalados en el departamento vecino de Iglesias y la contaminación les llega por el río. En Jáchal, la mina más importante es la de Gualcamayo.
“Siempre nos quieren convencer diciéndonos que naturalmente el río Jáchal tuvo boro y arsénico. Pero ahora también tiene aluminio, manganeso y cromo. Entonces ya dejó de ser natural y se produjo una alteración, que de acuerdo con el Código Alimentario Argentino y los parámetros internacionales no está dentro de los estándares para que beban las personas”, dice Caliva.
Y agrega un escenario todavía peor: “Incluso en los últimos análisis salió que tampoco es apto para el ganado. Acá nosotros somos un pueblo río abajo y estamos consumiendo indirectamente esa agua. Porque toda la zona rural se alimenta del río Jáchal. Y nosotros consumimos alimentos y animales de la zona”.
El reclamo de la asamblea es claro y contundente: que cesen todas las actividades de minería contaminan-
te y que se realicen los análisis en los animales, los productos y las personas. “El juez Casanello sacó una resolución hace tres meses en la que pedía que se hicieran análisis en las plantas, los animales y en los seres humanos de Jáchal. Y ahí aparecieron el fiscal de Estado de la provincia de San Juan, Jorge Alvo, y el juez Quiroga, que se opusieron a esa medida. Creo que ahora se está tramitando en la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, agrega Zeballos.
Por su parte, Vega sostiene que la municipalidad no tiene intención de analizar los animales, los productos ni las personas porque “no hay nada que indique que eso se deba llevar a cabo”. “Si hubiera algún dato preocupante, actuaríamos inmediatamente”, dice Vega.
Según la asamblea, ya existieron al menos siete derrames posteriores al de 2015 en Veladero, pero los esconden. “Ni la empresa ni el gobierno han salido a contar algo de eso. En septiembre pasado fue el último. Nosotros nos dimos cuenta por los análisis. Por ley, si hay más de tres, tiene que cerrar la mina”, explica Esquivel.
Los tres logros más importantes de la asamblea desde que se constituyó son que pudieron conseguir que se procesara a exfuncionarios, que se hicieran los análisis y visibilizar la problemática.
“Nosotros no tenemos ayuda de nadie y luchamos contra grandes enemigos. Si estuviéramos mintiendo, ya nos habrían demandado”, dice Esquivel, al referirse a las mineras y los poderes políticos. “Ahora queremos que se les hagan estudios a las personas, porque tenemos un departamento con altos índices de cáncer y se asientan las muertes como edema pulmonar o paro cardíaco y no por lo que realmente les pasa. También queremos que se analicen nuestros productos. Que no lo hagan nos hace sospechar que tenemos razón”, concluye Esquivel.