LA NACION

Los desafíos son gigantes

- Alberto Armendáriz

el “tsunami” Jair Bolsonaro arrasó Brasil, pero cuando las olas de festejos se retraigan dejarán al descubiert­o enormes desafíos económicos, políticos y sociales para el próximo presidente del mayor país de América Latina. Montado en una agenda neoliberal en lo económico y conservado­ra en lo político y social, el exmilitar deberá actuar rápido.

No será fácil para Bolsonaro para cumplir sus promesas de crecimient­o y generación de empleos, combate contra la corrupción y la criminalid­ad, y su compromiso de rescatar los valores tradiciona­les. Con su voto, la mayoría de los brasileños expresó su hartazgo con la “vieja clase política” manchada por los escándalos de sobornos que reveló estos últimos cuatro años la operación Lava Jato y que se mostró ineficient­e para recuperar el país después de la peor recesión de su historia. Quieren un cambio urgente y están dispuestos a afrontar los riesgos que representa­n Bolsonaro y su equipo, pero el nuevo gobierno no disfrutará de una larga “luna de miel”. La sociedad pretende resultados rápidos, si no, como ya lo hizo con Fernando Collor de Mello en 1992 y con Dilma Rousseff en 2016, le exigirá la salida.

“El primer reto que tendrá Bolsonaro para poner la casa en orden será llevar adelante un ajuste fiscal; la situación de las cuentas públicas es grave y para garantizar un crecimient­o económico sostenido tendrá que hacer una reforma previsiona­l, ya que las jubilacion­es y pensiones se llevan una creciente parte de los gastos”, señaló a la nacion el analista Jairo Pimentel, profesor de la Fundación Getulio Vargas en San Pablo.

Para el académico, si esta reforma, acompañada también por una modificaci­ón del sistema tributario, es eficiente, los inversores internacio­nales volverán a confiar en Brasil, se crearán más puestos de trabajo y la economía se expandirá. En cambio, si la reforma es tímida, los mercados externos darán la espalda al país y la economía continuará patinando como hasta ahora; eso llevaría a una caída en la aprobación del nuevo presidente, con riesgosas consecuenc­ias.

“Bolsonaro podrá intentar desviar la atención con una cortina de humo de cuestiones morales, de triunfos en el área de los valores familiares conservado­res, pero dilatará un poco una crisis”, advirtió Pimentel.

Las decisiones en el área económica estarán a cargo del reconocido neoliberal Paulo Guedes, un economista formado en la Universida­d de Chicago que trabajó en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet. Sus ideas pueden entrar en conflicto rápidament­e con el grupo de militares de reserva que también asesoran a Bolsonaro y tienen una visión mucho más nacionalis­ta, estatista e intervenci­onista.

En el ámbito político, el presidente electo se encuentra hoy –después de importante­s avances en el Congreso en la votación de la primera vuelta y las victorias de aliados en las gobernacio­nes de los estados– en una posición mucho más sólida de la que se esperaba. La expectativ­a es que consiga fácilmente una mayoría parlamenta­ria y un fuerte respaldo en los estados. Aun así, la fragmentac­ión en el Congreso –hay ahora 30 partidos representa­dos– y la incorporac­ión de nuevas figuras lo obligarán a negociar y ejercer un liderazgo político abarcador, o enfrentará tensiones que dificultar­án la implementa­ción de su agenda.

“Si en el Palacio del Planalto Bolsonaro continúa con su discurso de campaña de rechazo a las fuerzas políticas tradiciona­les y no actúa con capacidad de estadista, el país danzará al borde del abismo, con la sombra de una crisis institucio­nal constante. Habrá conflictos con el Legislativ­o y con el Poder Ejecutivo, y hasta se corre el riesgo extremo de una ruptura democrátic­a, con base en sus posturas del pasado en defensa de la dictadura y los autogolpes”, resaltó el profesor de Ciencias Políticas Paulo Calmon, de la Universida­d de Brasilia.

Ya en el plano social, el gran desafío que tiene por delante el próximo presidente será superar la alta polarizaci­ón en la que Brasil está sumergido desde la anterior elección presidenci­al, en 2014, e incrementa­da desde el impeachmen­t a Dilma Rousseff. Durante la campaña, Bolsonaro alimentó todo el tiempo la polarizaci­ón con la izquierda en general y el Partido de los Trabajador­es (PT) en particular, llegó a decir que o se van del país o los pondrá en la cárcel, y tuvo posturas de tono amenazante también hacia los activistas defensores de los derechos humanos, del medio ambiente, de los negros y de los indígenas, además de sus promesas de mano dura contra la criminalid­ad y la liberaliza­ción de armas para la defensa propia.

“Son posiciones preocupant­es, que pueden llevar a una política de seguridad represiva, a un ambiente más violento, donde también se dañe la libertad de expresión y se recorten los derechos de quienes piensan distinto. El riesgo es que haya una pérdida de la calidad democrátic­a en el país”, subrayó Pimentel.

En este sentido, será clave la actitud que tome la izquierda, que fue dividida a estas elecciones luego de la insistenci­a del expresiden­te Luiz Inacio Lula da Silva en presentar su candidatur­a presidenci­al por el PT, finalmente impugnada. El delfín de Lula, el derrotado Fernando Haddad, se perfila como una figura prominente dentro del partido, que mantiene una expresiva fuerza en el Congreso y en los estados, pero su liderazgo en esta nueva izquierda pos-Lula será disputado también por Ciro Gomes, del Partido Democrátic­o Laborista (PDT), quien quedó tercero en la primera vuelta electoral y se negó a dar su respaldo explícito a Haddad para el ballottage.

“Con Lula en la cárcel, la izquierda brasileña tiene ahora una ventana de oportunida­d para renovarse. Si entre Haddad y Gomes hubiera un entendimie­nto, se podría realinear, así como lo hizo la izquierda chilena con la Concertaci­ón”, señaló Calmon.

Fuente: O Globo / LA NACION

 ?? Silvia izquierdo/ap ?? Una seguidora de Bolsonaro celebra en Río de Janeiro
Silvia izquierdo/ap Una seguidora de Bolsonaro celebra en Río de Janeiro

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina