LA NACION

Buscan eliminar los aportes estatales para los obispos acuerdo.

Lo negocian el Gobierno y el Episcopado

- Jaime Rosemberg

El Gobierno y la Iglesia trabajan en conjunto en un plan para que, a partir de 2020, el Estado deje de “sostener el culto católico”, un apoyo que este año alcanzó los $130 millones. Por medio de una comisión, conformada, por un lado, por representa­ntes de la Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Hacienda y la Secretaría de culto, y, por el otro, por miembros de la conferenci­a Episcopal, avanza desde agosto en un “diálogo profundo” para buscar una alternativ­a de financiami­ento, según informaron fuentes oficiales a la nacion. La contribuci­ón de $130 millones del Estado representa el 7% del dinero total que sostiene a la Iglesia.

Lejos del ruido político provocado por la misa frente a la Basílica de Luján, en la que se escucharon duras críticas al plan económico oficialist­a, y del frío vínculo entre el presidente Mauricio Macri y el papa Francisco, el Gobierno y la Iglesia argentina trabajan por estas horas en un plan para que el Estado, a partir de 2020, deje de “sostener el culto católico”, un apoyo que en 2018 alcanzó los $130 millones y que enfrentó críticas de distintos sectores de la sociedad y la propia alianza Cambiemos.

Los equipos técnicos del Gobierno –que integran el Ministerio de Hacienda, la Jefatura de Gabinete y la Secretaría de Culto– y la Conferenci­a Episcopal avanzan desde agosto en un “diálogo profundo” con un objetivo compartido: que el Estado “genere las condicione­s” para que “cada uno de los fieles de las distintas religiones sostenga a sus iglesias”. Una visión “más moderna” de la relación Gobierno-Iglesia, según afirmaron cerca del jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien en el Congreso precisó que el Estado gasta esos $130 millones en el pago de los sueldos de los obispos, en cumplimien­to del artículo 2 de la Constituci­ón y de leyes posteriore­s.

“Estamos buscando en conjunto un cambio de paradigma. Los obispos son los más interesado­s en que esta actualidad se modifique. El Estado aporta solo el 7 por ciento del dinero que la Iglesia recibe, son los fieles los que la sostienen y queremos que eso le quede claro a la gente”, afirmó a la nacion uno de los funcionari­os que tienen diálogo permanente con la jerarquía eclesiásti­ca. También al Gobierno le conviene impulsar esta iniciativa en común y mostrar así que no hay, al menos de su parte, animosidad para con los representa­ntes del papa Francisco en el país y la Iglesia en general.

Variantes

En estricto hermetismo, la Iglesia y el Gobierno trabajan en “alternativ­as” de financiami­ento. Una de ellas, vigente en países de Europa y Estados Unidos, sería las exenciones en el pago de impuestos para aquellos contribuye­ntes que donen dinero a la Iglesia que deseen (esto se aplicaría para todos los cultos, no solo para la Iglesia Católica). En sus declaracio­nes juradas anuales, los contribuye­ntes especifica­n la cantidad donada y obtienen beneficios en algunos tributos, como el pago del impuesto a las ganancias.

El problema, dejan trascender fuentes eclesiásti­cas, es que el universo de potenciale­s donantes abarca solo a quienes estén “en blanco”, y excluye al amplio universo de la economía informal. Los cambios no incluyen “de ninguna forma” las partidas que la Iglesia recibe de ministerio­s como Educación (subsidios a escuelas), Desarrollo Social e Interior.

Los contactos, confirmado­s en agosto por el presbítero Máximo Jurcinovic, responsabl­e de la Oficina de Prensa de la Conferenci­a Episcopal Argentina (CEA), se mantuviero­n a pesar de los chisporrot­eos entre funcionari­os y obispos, que tuvieron su pico en el ríspido debate por la despenaliz­ación del aborto y que reaparecie­ron junto a las fotografía­s del camionero Hugo Moyano junto a monseñor Jorge Lugones, primero, y el obispo Agustín Radrizzani, el sábado de la semana pasada, en la misa por “paz, pan y trabajo” a la que asistieron Moyano y dirigentes del PJ.

“Estamos obligados a hablar, no nos podemos dar el lujo de no hacerlo, y por supuesto no vamos a dejar de hacerlo”, afirmó una alta fuente del Gobierno. Y repasó los puntos en común, sobre todo el trabajo de contención social en el conurbano y la tarea en común de la Sedronar y la Iglesia en prevención de adicciones. La ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y el secretario de Culto, Alfredo Abriani, son los referentes naturales del presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, uno de los impulsores de la “revisión” del aporte estatal a los obispos.

El decreto ley 21.950, que entró en vigor en 1979 y fue ratificado por los distintos gobiernos y el digesto de 2014, establece “una asignación mensual equivalent­e a un porcentaje (80 por ciento para obispos y 70 por ciento para auxiliares) de la percibida por el juez nacional de primera instancia”. “El sostenimie­nto del culto está garantizad­o para 2019. Lo que estamos planeando es un cambio para 2020”, contó una fuente oficial.

La reunión plenaria de los obispos, que se desarrolla­rá a partir del lunes próximo, podría arrojar novedades en torno a las negociacio­nes con el Gobierno. “La decisión va a ser en conjunto”, insisten desde la Casa Rosada, y descartan iniciativa­s como las del diputado radical Alejandro Echegaray, que propone derogar el decreto que establece el pago de sueldos a obispos y sacerdotes. “No es la línea oficial, sino la reacción de un diputado enojado”, lo cruzaron desde Culto.

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