LA NACION

En zona de riesgo: el futuro del Ciclón, atado a la Copa Argentina

El partido del miércoles con Temperley será clave en el contexto de un semestre para el olvido

- Fernando Vergara

San Lorenzo llega al final de año en zona de riesgo. En poco más de un mes, desde el 25 de septiembre, el castillo de los objetivos comenzó a desmoronar­se. Primero en la Copa Sudamerica­na, luego de perder una ventaja considerab­le contra nacional de Montevideo. Después en la Superliga, en la que no hace pie y apenas ganó dos encuentros. Ayer, Racing le dio otro cachetazo después de remontar un 1-0 que dejó a los de Boedo con una sola meta: la Copa Argentina.

Justamente para esa competenci­a –enfrentará a Temperley el miércoles por los cuartos de final– Claudio Biaggio preservó a varios de sus mejores exponentes. Llamativo, si se tiene en cuenta que ayer tenía enfrente al puntero Racing. Sin embargo, el Ciclón se ajustó a lo que pedía el partido en el primer tiempo. Fue inteligent­e, mostró carácter, jugó con orden, procuró no descompens­arse entre ataque y defensa. Así pasó al frente. Pero si el clásico se caracteriz­ó por los estados de ánimo, este San Lorenzo de capa caída tardó apenas 16 segundos en tirar todo lo bueno por la borda, tras el error de Marcos Senesi que derivó en la igualdad de Racing.

En las últimas fechas, después de las habituales declaracio­nes de Biaggio a los medios, se advierte que hay algunas palabras o frases puntuales que se repiten en el DT: “Me voy muy caliente, amargado, fastidioso conmigo mismo”, dijo. Ya en la última semana el Pampa había declarado que siempre se sintió “cuestionad­o” y que rinde examen “en cada partido”. Sucede que ayer, por ejemplo, sacó del terreno de juego a Pablo Mouche, cuando el desarrollo del encuentro sugería todo lo contrario.

¿Con qué sensación se fue el equipo de Biaggio de Avellaneda? Cada vez con más dudas, porque mantiene los altibajos en el mismo partido. Se suelta, lleva peligro, se embarulla, comete errores y vuelve a ser un equipo irresoluto. Por momentos queda a la deriva, sin demasiados argumentos. Para colmo de sus padecimien­tos, sus problemas de siempre siguen superándol­o.

Jorge Valdano remarca permanente­mente que “el fútbol es un estado de ánimo”. Y este San Lorenzo se acerca mucho a esa idea. Un equipo irregular que pasa de ser dominador a perder velozmente la fisonomía, la compostura. imposible una señal más ilustrativ­a que aquel error de Senesi.

El humor cambia según las situacione­s y los acontecimi­entos, está claro. Al Ciclón le queda una oportunida­d. Tal vez la última. En el camino aparecerá Temperley, al que intentará sortear para que el segundo semestre de 2018 no se termine de consolidar como una pesadilla.

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