Las facetas de una chica superpoderosa
De Barbie Misty a una etoile con aura de rockstar, el fenómeno impensado de la bailarina
Latinas, mestizas, negras. Rubias, castañas y pelirrojas. Las nenas se sacan fotos con el tutú en el living de la casa, en la plaza, en el acto escolar o junto a la barra y se la envían. Le mandan un video abrazadas a la caja con la muñeca vestida de rojo y piden en la vidriera la nueva versión de Barbie Misty con traje blanco, por El cascanueces. Buscan consejos, le dicen “gracias”, con la palabra enmarcada entre emoticones y signos de admiración. Y también la escuchan: “No se comparen con otros”, “trabajen duro”, “amen su singularidad”. No hay faceta en la historia ni en la construcción de la popularidad de Misty Copeland como referente que no funcione como poderoso imán. En el primer volumen de esa compilación de perfiles que es Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, de las italianas Elena Gavilli y Francesca Cavallo, entre retratos de mujeres fuertes como Marie Curie, Jane Austen o Yoko Ono, aparece ella. “Cuando finalmente bajó el telón, Misty reveló algo que nadie habría imaginado. Se había lastimado la pierna y sintió muchísimo dolor durante toda la función. Tenía seis fracturas en la espinilla izquierda y necesitaba cirugía. Parecía sumamente cruel que la noche en la que alcanzó su sueño fuera la misma en la que le dijeron que quizá nunca volvería a bailar”, se lee.
A esta altura, la línea de tiempo de los hitos que corre pegada a la de los méritos artísticos tiene marcas potentes: en 2014, Barack Obama la nombró en el consejo presidencial sobre aptitud física, deportes y nutrición. Al año siguiente, ambos fueron nombrados las personalidades más influyentes de 2015 por la revista Time. Copeland es autora de tres libros, en varias ediciones: Life in Motion es un absoluto best seller biográfico; para el lector infantil publicó Firebird (El pájaro de fuego) y en Ballerina Body comparte los secretos sobre cómo lograr un físico delgado, fuerte y saludable. Complemento audiovisual, para la misma fecha se estrenó el documental A Ballerina Tale .
Como si su propia historia no contribuyera ya lo suficiente a extender las fronteras de la danza con mensajes de superación, a través de MindLeaps, un fondo internacional de artistas que busca concientizar sobre las necesidades de los jóvenes de la calle, en agosto volvió a Ruanda. Recorrió las calles, dio clases y presentó una beca con su nombre para futuras chicas superpoderosas.