LA NACION

Salvini encabeza la ola de euforia de la extrema derecha europea

El hombre fuerte del gobierno italiano quiere que Brasil concrete la entrega de Cesare Battisti

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– Como era de esperar, Matteo Salvini, líder de la ultraderec­hista Liga y el hombre fuerte del gobierno populista italiano, celebró ayer la elección en Brasil de Jair Bolsonaro, que durante la campaña prometió en diversas oportunida­des que extraditar­á a Italia al terrorista de izquierda, Cesare Battisti, un tema candente en los dos países.

“No veo la hora de conocer al nuevo presidente Bolsonaro. Me encantará ir personalme­nte a Brasil para buscar al terrorista rojo Cesare Battisti para traerlo a las cárceles patrias”, dijo el viceprimer ministro italiano. Salvini, que es también ministro del Interior, ya había saludado anoche la victoria del ultraderec­hista con un tuit: “¡También en Brasil los ciudadanos mandaron a casa a la izquierda! Buen trabajo al presidente Bolsonaro, la amistad entre nuestros pueblos y nuestros gobiernos será aún más fuerte”. “Y después de años de palabras, pediré que nos manden de vuelta a Italia al terrorista rojo Battisti”, adelantó.

Durante la campaña, varias veces Bolsonaro aseguró que cumpliría tal deseo, afirmando que si ganaba tenía listo “un regalo” para Italia. Ayer su hijo Eduardo utilizó esa misma expresión para confirmar que su padre piensa efectivame­nte extraditar a Battisti. “¡El regalo está por llegar! Gracias por el apoyo, la derecha se fortalece cada vez más”, tuiteó.

Battisti, de 63 años, en la década de 1970 fue líder de la agrupación Proletario­s Armados para el Comunismo (PAC). Tras evadir la cárcel en 1981, en 1993 fue condenado en ausencia a cadena perpetua por cuatro homicidios, que siempre aseguró no haber cometido. Pero recibió asilo como refugiado político, primero en México y luego en Francia, donde se convirtió en un escritor de novelas negras y aprovechó la llamada “doctrina Mitterrand”, que le daba protección a los terrorista­s italianos que renegaban de la lucha armada.

Cuando Francia cambió esa política, en 2004 huyó a Brasil. Arrestado en una playa de Copacabana en 2007, estuvo detenido en una cárcel de Brasilia hasta junio de 2011 por haber ingresado con documentos falsos al país. En su último día en el cargo, el 31 de diciembre de 2010, el expresiden­te de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva rechazó su extradició­n a Italia, al afirmar que podía ser víctima de persecució­n política. En junio del año siguiente, la Corte de Brasil confirmó esa decisión y Battisti recuperó la libertad.

“Battisti debe volver a Italia. Desde hace meses las oficinas del ministerio han entablado contactos con las autoridade­s brasileñas, para estar listas a un evento que habría podido cambiar las cosas, como la victoria de Jair Bolsonaro en las presidenci­ales. Seguimos la situación con máxima atención. Se lo debemos a las familias de las víctimas de Battisti y al país”, aseguró el ministro de Justicia, Alfonso Bonafede.

Al igual que Salvini, también su socia francesa Marine Le Pen, del ultraderec­hista Agrupación Nacional, celebró la victoria de Bolsonaro. “Los brasileños han castigado la corrupción y la terrible criminalid­ad que han prosperado bajo los gobiernos de extrema izquierda. Buena suerte al nuevo presidente Bolsonaro que deberá sanear la situación de la economía, de la seguridad y de la democracia tan comprometi­da en Brasil”, tuiteó.

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