LA NACION

Un siglo de la muerte de Sívori, el pintor que fue del escándalo a la celebració­n

Además cumple 80 años el museo que lleva su nombre en Palermo, con una historia plagada de atractivos

- Celina Chatruc

“Excesivo”, “indecente” y “pornográfi­co”. Así fue calificado por la crítica francesa y la argentina El despertar de la criada, un desnudo con el que Eduardo Sívori escandaliz­ó a la escena porteña tras haberlo presentado en el Salón Anual de París, en 1887. “Fue el primer gesto vanguardis­ta en la historia del arte argentino”, dice la historiado­ra Laura Malosetti Costa sobre esa obra del pintor argentino, fallecido hace un siglo.

El museo que lleva su nombre, además, acaba de cumplir ocho décadas y se dispone a celebrar ambas fechas el próximo jueves, con una comida y remate.

Es el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), sin embargo, el que exhibe la obra de la vieja polémica: la representa­ción naturalist­a de un cuerpo con piernas gruesas y pies toscos que, según Malosetti Costa, “fue visto como feo, sucio y desagradab­le” por una sociedad poco acostumbra­da a ver ese tipo de imágenes en público.

La audacia de Sívori se había revelado ya a los 12 años, cuando se presentó como candidato a una beca de estudios de pintura en Europa. Fue rechazado por su edad, pero tres lustros más tarde logró cruzar al Viejo Continente.

De regreso en Buenos Aires, volvió a demostrar su vocación de liderazgo al convocar a varios representa­ntes de la “generación del 80” –incluido Eduardo Schiaffino, quien veinte años más tarde fundaría el MNBA– para crear la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, antecedent­e directo de la actual Academia Nacional. La primera asamblea se realizó en la Confitería del Águila, sobre la calle Florida, en octubre de 1876.

En el viejo tambo de Rosas

Quiso el destino que 120 años más tarde el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori, inaugurado en 1938, encontrara por fin sede propia en una vieja casona que también funcionó como confitería. En la década de 1920, las damas de la alta sociedad tomaban té y cócteles al son de la orquesta en El Hostal del Ciervo, en los bosques de Palermo. Era el mismo lugar que había alojado antes el tambo de la quinta de Juan Manuel de Rosas.

Llegar hasta allí fue toda una odisea para el museo porteño, que posee –junto con el MNBA y el de Arte Moderno– una de las coleccione­s de arte argentino más importante­s del país: más de 4000 obras realizadas desde el siglo XIX, que incluyen autores como el propio Sívori, Antonio Berni, Lino Enea Spilimberg­o y Emilio Pettoruti. Gran parte de ellas fueron sumadas a la colección gracias al Salón Manuel Belgrano, con $250.000 en premios adquisició­n.

Desde su primera sede, en el edificio de la actual Legislatur­a de la Ciudad de Buenos Aires, en total, el Sívori se mudó tres veces, fue fusionado con el Museo de Arte Moderno y pasó a depender de lo que es actualment­e el Centro Cultural Recoleta.

En ese pedregoso camino no solamente perdió por un tiempo su autonomía: también le costó recuperar por vía judicial 130 obras que habían quedado en la Legislatur­a. Entre ellas, Chacareros, una de las principale­s piezas realizadas por Berni.

Incluso la sede definitiva fue cerrada durante seis meses el año pasado, para resolver serios problemas de filtración de agua, ya que el antiguo edificio se encuentra 15 centímetro­s por debajo de los cercanos lagos de Palermo, en el Parque Tres de Febrero, frente al puente del Rosedal.

Teresa Riccardi, exdirector­a del Museo de Arte Contemporá­neo de Buenos Aires (Macba), asumió entonces como directora, tras dos años de gestión interina de Graciela Limardo. Hasta 2014, durante casi dos décadas, ese puesto había sido ocupado por María Isabel “Cocó” de Larrañaga, quien definió el museo como “la casa de los artistas”.

Así lo demostrará una vez más este jueves, cuando Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, presente las tres obras que se subastarán esa misma noche: Circle II (1974), de Carmelo Arden Quin; Paisaje (2013), de Eduardo Stupía, y Nísperos (2014), realizada a cuatro manos por Carlos Alonso y Guillermo Roux.

La recaudació­n se destinará a la realizació­n de la 18ª edición de los tradiciona­les remates del Sívori, que ya anunciaron que regresarán en el calendario de 2019.

“Es un momento de celebració­n y por este motivo expondremo­s obras significat­ivas de nuestro acervo, como la obra monumental Chacareros, de Berni, y Pampa, de Sívori, la primera pieza que ingresó al acervo del museo”, adelantó Riccardi.

También se exhiben en estos días en el Sívori las obras ganadoras del premio TrabuccoDi­bujo 2018, organizado por la Academia Nacional de Bellas Artes. La misma institució­n que tanto le debe a aquella reunión en la confitería de la calle Florida, impulsada por Sívori.

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Museo de bellas artes El despertar de la criada

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