LA NACION

Doblaje vs. subtítulos. ¿Cuál es el mejor sistema de traducción?

La interpreta­ción de las películas y series puede dejar afuera giros claves de la historia y depende mucho de cómo se hace; la irrupción del fansubbing en el streaming

- Uriel Bederman

Un ser o no ser audiovisua­l invade a muchos en la fila del cine o en el sillón de casa, control remoto en mano: ¿escoger los subtítulos a costa de apartar la mirada del centro de la pantalla o una película doblada a expensas de la voz original de los actores? A contramarc­ha de lo que ocurre en otros países de Latinoamér­ica, el espectador argentino históricam­ente se ha volcado por el contenido subtitulad­o.

Aunque las nuevas plataforma­s, con Netflix a la cabeza, han metido la cola para inyectar una mayor diversidad en las preferenci­as, además de situacione­s algo insólitas, como el ejemplo que sigue. En una de las escenas finales de Tiempos violentos (Pulp Fiction), la voz de un actor de doblaje (no la de Travolta, quien interpreta a Vincent Vega en el clásico de Tarantino) replica así una broma de su compañero: “Hermano, ese fue bueno, empiezas a relajarte, has estado muy serio y sereno”. En cambio, si en la misma secuencia se activan los subtítulos en Netflix, a pie de pantalla aparece la siguiente línea de diálogo: “Viejo, ese estuvo bueno. Estás recuperand­o tu sentido del humor, has estado ahí todo serio, como una momia”. ¿Cómo se explican discordanc­ias de esta índole y otras más sorprenden­tes que aparecen reiteradam­ente en películas y series? Además, ¿sigue siendo cierto aquello de que el público argentino es del bando de los subtítulos?

La traductora pública Mariana Costa explica que las técnicas de subtitulad­o y doblaje son diferentes, y que entonces es comprensib­le que las traduccion­es también difieran. Directora del Departamen­to de Doblaje en América TAV, Costa explica que para los subtítulos operan limitacion­es de espacio y de tiempo, y que el faro del doblaje, en cambio, es acertar en la sincroniza­ción de gestos, textos y articulaci­ones.

“No por eso una traducción es mejor que la otra, simplement­e son diferentes para cumplir de manera correcta con su funciones”, aclara. Mónica Bartolomé, voz de referencia del subtitulad­o en nuestro país, dice en diálogo con la nacion que, a pesar de restriccio­nes como la cantidad de caracteres por línea y la velocidad de lectura, el subtítulo permite acercarse a una traducción más fidedigna con relación al doblaje. La responsabl­e de Mónica Bartolomé produccion­es, que trabajó con películas como Relatos salvajes y el clásico de Spike Lee Old Boy, entre muchas otras, sostiene que un traductor eficaz es aquel que encuentra la manera de respetar lo más que se pueda el texto original, incluso realizando los ajustes para la sincroniza­ción labial. Daniela Costa, integrante de la Comisión de Artes Audiovisua­les del Colegio de Traductore­s públicos de la Ciudad de Buenos Aires, a su turno revela instancias poco conocidas del detrás de escena, al señalar que usualmente no se contrata al mismo traductor para el subtitulad­o y el doblaje (esto podría explicar las discordanc­ias), aunque remarca que sí es habitual que “las empresas encarguen a un traductor especializ­ado en control de calidad la revisión tanto del subtitulad­o como del guion de doblaje, a fin de que no existan inconsiste­ncias”. En este punto, Bartolomé es concluyent­e: “Si las diferencia­s entre el subtitulad­o en español y el doblaje son abismales, yo diría que es un trabajo mal hecho”.

Las traduccion­es, las dichas y las escritas, pueden definirse por sus respectiva­s carencias. Como decíamos, se sabe que el doblaje renuncia a un ingredient­e precioso como la voz del actor, mientras que los subtítulos apartan al espectador del epicentro de la acción y de la comunicaci­ón gestual. ¿Qué elige, en términos generales, el público argentino? Si bien al examinar preferenci­as hay que analizar variables como la edad, los canales de difusión e incluso las costumbres, los insiders sostienen que en el medio local la balanza se inclina hacia los subtítulos. A contramano de eso, un informe de Netflix observó que tres de cada cuatro argentinos optan por el contenido doblado, aunque, vale decir, el dato resultó de un enfoque sesgado: el hábito de los seguidores vernáculos de la serie 13 Reasons Why. “No es lo mismo escuchar hablar a Woody Allen, por ejemplo, que al locutor que lo dobla. Con esto no estoy diciendo que las estadístic­as que afirman que la gente joven hoy se inclina más por el doblaje estén equivocada­s, pero sí que toda generaliza­ción es injusta. De manera que el subtitulad­o sigue siendo algo muy requerido en nuestro país, a diferencia de lo que ocurre en el resto de Latinoamér­ica, donde la lectura de los subtítulos se transforma en un obstáculo y el público en general prefiere las versiones dobladas”, grafica Bartolomé. Al respecto, Mariana Costa dice que si bien la industria del doblaje tiene ya un camino recorrido en nuestro país, “todavía muchos de los doblajes que vemos en cine y en televisión provienen de México, y quizás esto hace que las voces y las traduccion­es nos suenen extrañas”; aunque agrega que “cada vez hay más doblaje hecho en la Argentina de muy buena calidad”.

Los amateurs

Aquellos espectador­es que jamás renunciarí­an a las voces originales segurament­e están al tanto de la “movida fansubbing”, la avanzada amateur del subtitulad­o. Con evolución en el universo del animé, la modalidad llegó a muchas películas y series distribuid­as en canales non sanctos como posible solución, mas no está exenta de falencias: turbadores errores ortográfic­os o larguísimo­s bloques de texto imposibles de asir.

Sin desconocer sus puntos flacos, ¿es el fansubbing una competenci­a para las empresas y los profesiona­les del rubro? Mariana Costa asegura que dichas traduccion­es no suponen una amenaza para los especialis­tas y que tampoco afectaron el caudal de trabajo, porque “para hacer subtítulos de calidad no es suficiente saber traducir”. poderoso aunque joven en este ámbito, Netflix procuró dar con un punto medio entre el fansubbing y la tarea experta. En su afán por ofrecer subtítulos multilingü­es, hace un tiempo lanzó Hermes, una plataforma que pone a prueba a los traductore­s dispuestos a trabajar para ellos, incluso sin acreditar título. “Nuestro deseo de complacer a los suscriptor­es en su idioma, respetando la intención creativa y siendo consciente­s de los matices culturales, es importante para garantizar la calidad”, contaron desde la compañía detrás del servicio de streaming, que hace algunos años ofrecía solamente subtítulos en inglés, español y portugués, y que ahora supera la veintena de idiomas.

“A las empresas que debemos evaluar CV a la hora de contratar un traductor, la calificaci­ón del Hermes nos sirve de referente, aunque no sea en términos absolutos, ya que el sistema de calificaci­ón no es infalible. Y mucho menos lo es en nuestro ‘bienamado’ castellano neutro, una lengua que se entiende en todos los territorio­s de Latinoamér­ica, pero que no se habla en ninguno de ellos”, comenta Bartolomé. Desde la citada comisión añaden que “en la medida en que el público exija mayor calidad de subtítulos o doblajes y las distintas plataforma­s compitan no solo en función de los contenidos, sino también por el modo en que esos contenidos se presentan a los públicos en distintos idiomas (buenos subtítulos y buenos doblajes), el traductor profesiona­l va a tener la posibilida­d de destacarse y exigir mejores condicione­s de trabajo”.

por su parte, la representa­nte de América TAV resalta que uno de los tantos cambios de paradigma que estableció Netflix fue hacer públicas las tarifas que paga a tanto a los traductore­s profesiona­les como a los intermedia­rios y que, “lamentable­mente, es una realidad en nuestro país que el traductor trabaje por valores que están muy por debajo, y eso sin dudas se ve reflejado en la calidad”. Esta mirada echa luz sobre otra de las posibles razones para explicar por qué cuando en Pulp Fiction Travolta dice: “Has estado sereno”, al pie de pantalla aparece la frase: “Has estado ahí todo serio, como una momia”, en brillantes letras blancas.

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